Que Alemania disputara la final de la Eurocopa 1996 (y, en general, al último partido de un gran torneo) no era una sorpresa. Sí lo era que a ese mismo punto llegase la República Checa, como sucedió. Pero que el portero Oliver Kahn hubiese jugado como defensa, como estuvo a punto de ocurrir, más que una sorpresa habría sido un bombazo.
Las lesiones habían lastrado durante el campeonato a la selección de Berti Vogts. Tanto que Alemania solicitó a la UEFA que le permitiera inscribir más futbolistas porque no le llegaba ni para formar un equipo en la final. El permiso no le fue concedido. Vogts tenía tan poco donde elegir para confeccionar la última alineación que, dos días antes del partido, Oliver Kahn iba a ser titular… como líbero.
Apenas dos meses antes, el fútbol español se había quedado boquiabierto cuando un portero, José Francisco Molina, había jugado como interior izquierdo en un amistoso de España contra Noruega. Si el debut de un futbolista con su selección siempre es un momento inolvidable de su carrera, el de Molina, que debutaba aquel día, quedaría registrado en la memoria colectiva por obra y gracia de Javier Clemente. El partido terminó 0-0, pero el entonces portero del Atlético de Madrid estuvo a punto de marcar el gol de la victoria.
Volvamos a la final de la Eurocopa. En el once inicial había varios futbolistas que no estaban en plenas condiciones, como Klinsmann, Ziege o Helmer. El banquillo de la República Checa en aquella final estaba compuesto por 10 jugadores. El de Alemania, sólo por 5. De esos cinco suplentes, dos eran porteros (Kahn y Reck); uno no podía jugar por lesión (Schneider); otro salió en el descanso (Bode) por uno de los titulares que estaban justitos (Eilts); y otro llegaba muy tocado físicamente y sólo jugaría si su participación era necesaria. Y lo fue.
La República Checa se había adelantado en el marcador con un gol de penalti de Berger al cuarto de hora de la segunda mitad. A falta de 20 minutos para el final, Vogts tuvo que recurrir a su última baza. El tocado se llamaba Oliver Bierhoff y sólo cuatro minutos después de entrar al campo, marcó el gol del empate. El partido se iba a la prórroga.
En el tiempo extra se aplicaba la regla del gol de oro, que daba el título directamente al equipo que lograra el primer gol. Bierhoff debió de pensar que cuanto antes marcase, antes acabaría con sus molestias y con las de sus compañeros. Ese momento llegó en los primeros minutos de la prórroga. Alemania era campeona de Europa. Con Köpke de portero y Kahn en el banquillo, pero sobre todo con Bierhoff como héroe.
Autor: @JorgeAznal
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