Que las mujeres se han preocupado de resaltar la esbeltez de su cuerpo utilizando como subterfugio el afinar artificialmente la cintura es conocido desde la antigüedad.
El corsé, prenda que se ha usado durante varios siglos y que no ha desaparecido aún, hizo derramar desde su aparición ríos de tinta, encendió las más variadas polémicas y controversias y generó decretos de las Facultades que prohibían su uso basados en los trastornos anatómicos y funcionales que derivaban de él. Sin embargo, fue defendido y usado estoicamente por millones de mujeres en pro de la coquetería, a pesar del sufrimiento que provocaba el uso de esta prenda íntima: deformidades del tórax, disminución de la capacidad respiratoria y aumento de la propensión de contraer tuberculosis.
El corsé tiene su origen en las bandeletas flexibles que las mujeres enrollaban en torno al cuerpo para sostener el escote y repartir el peso de los vestidos.
Cuenta Homero (siglo VIII a. de C.) que Venus, para permitir a Juno seducir a Júpiter, le prestó su ceste, que era el primer nombre que recibió el corsé. El ceste era una cintura bordada que, según el autor de la ‘Ilíada’, encerraba los atractivos más poderosos: el amor y el deseo. Estaba hecho de piel bordada en forma de venda que se colocaba o debajo de los senos para sostenerlos, o sobre las caderas para sujetar la túnica y ceñir el talle, uso que le aplicaban las griegas y las romanas.
Así, las mujeres de Grecia usaban varias bandeletas y cada una tenía un nombre diferente según el caso para el que se empleaba: zona, aphodesme, strophium. Las romanas las llamaban fascia mamillar, fascia capitium y toenia. Estas fajas se colocaban o bien para sostener las mamas o para ajustar y reducir las caderas.
El cingulum era otra bandeleta que se colocaba entre las dos anteriores para afinar la cintura. El hecho es que, del conjunto y combinación de todas estas bandeletas, se originó una que cumplía con todos los requisitos exigidos por la moda: el corsé. Con él se disminuía el volumen de las caderas, se afinaba la cintura y se elevaban los senos.
Las mujeres galas llevaron el pecho descubierto hasta la invasión de los romanos (siglo II a. de C.), que fue también la invasión de las bandeletas. Entonces se apresuraron a adoptar el uso de los capitium y el strophium para tener el noble aspecto de las patricias romanas.
La época carlovingia (siglos VIII y IX) mantuvo esta moda de las bandeletas que perduraron hasta el siglo XII. En este momento, se inicia la era de los cuerpos ajustados e inmovilizados por el uso de prendas confeccionadas con múltiples bandeletas.
En el siglo XIII se vuelve a la moda de los vestidos flotantes que duran hasta el siglo XIV.
Entrados enla EdadMedia (siglo V d. de C.), en la época gótica, encontramos el momento histórico donde se inaugura el aparato de tortura que ni hubiera soñado inventar el inquisidor Torquemada. La moda del momento impone una alta cintura y senos elevados. Se confecciona entonces una pieza que será el futuro corsé. Con ella se amplificaban las formas insuficientes y hasta ausentes del cuerpo. Cuando el corsé ajustado descubría cruelmente la escasez, se le cosían rellenos a la camisa que hacían maravillas. Se mantenía así una ilusión que desaparecía al caer el último velo.
Dicen algunas crónicas que Isabel de Baviera, apodada familiarmente Sissí, poseía entonces “el busto más bello que jamás haya existido”. Ella fue la que usó el primer corsé, que entonces no era más que una faja ribeteada de pieles que ajustaba exactamente las formas.
En el Renacimiento se impone el uso de la basquiña. Se trataba de un corpiño o sostén de tela fuerte forrado con otra con apresto y reforzado con armazón metálico, no tenía mangas y era muy escotado. Fueron famosos los talles y escotes de Francisca de Foix, dama de Châteaubriand y de Diana de Poitiers. Esta moda duró sólo 15 años, de1520 a1535.
A partir de este momento, se introduce el hierro en la confección del corsé, pasando a ser la nota dominante de la mujer: su rigidez. Así sabemos de Claudia, la hija de Catalina de Médicis, muchacha muy débil que su madre hizo rígida mediante un armazón de hierro construido por el armero del condestable. El rey Carlos IX quiso suprimir la basquiña, el verdugado (armazón metálico que comprimía las caderas) y las grandes delanteras de las damas, pero la moda no obedeció.
Bajo el reinado de Enrique III, la moda se hizo más cruel aún: el armazón de hierro semejaba las costillas en la parte delantera, dos rosetones de hierro enclaustraban las mamas y la lámina metálica del dorso estaba perforada con multitud de huecos.
En vano, Enrique III firmó decretos en su contra y el médico y cirujano Ambrosio Paré sostuvo una tesis llena de argumentos demostrando que ese armazón era mortal. Nada convenció a las mujeres, que siguieron usando el llamado ‘destrozapechos’ de la época. Montaigne relata que “los pechos se volvían tan duros e insensibles como el cuerno” y que las mujeres tenían “grandes ampollas en las costillas que se ponen en carne viva y, a veces, hasta hacen morir”.
Con Enrique IV fueron atenuándose las rigideces hasta que, muerta María de Médicis, quien comandó durante décadas la moda, reaparecen los cuerpos emballenados, devolviendo a la mujer su gracia suelta y ondulante. Esta fue la época en la que la maestra de la corte de Ana de Austria enseñaba a las damiselas las más variadas formas de hacer graciosas reverencias, entre las que se contaban diez y siete clases diferentes.
En 1645 hay una tendencia a lo puntiagudo, lo que devuelve a la ballena su rigidez, tomando el corsé el nombre de ‘gourgandine’. La etiqueta exigía que debía mostrarse majestuoso, alargando rígidamente el talle. Después de 1670 llegó a ser un adorno excesivamente lujoso y rodeaba el busto como una funda, completado con hombreras muy adornadas.
Hacia 1688 se humaniza el corsé. No es tan ajustado, el más flexible y pequeño. No comprime ni deforma. Y bajo el reinado de Luis XV (1715 a1774) las elegantes reemplazaron el corsé por el vestido emballenado en el cuerpo.
Surgieron, además, varias clases de corsé: el de las presentaciones en la corte, muy lujoso y escotado; otro para montar a caballo y para la caza, con hombreras y faldones… María Antonieta usó corsés de varias formas.
La RevoluciónFrancesainterrumpe la evolución del corsé y prácticamente desapareció en esa época por considerarlo un estigma de la nobleza. Tampoco el Imperio reparó en esta prenda.
Poco después se inventa el ‘ninon’, un corsé formado por enaguas que se amarraban por detrás. El primero fue confeccionado para la duquesa de Basano en 1812.
Es durantela Restauración(1815) que el corsé efectúa su entrada triunfal con el casamiento del duque de Berry.
En 1823 aparece el corsé que dio a las mujeres el talle de avispa. Carlos X (1824 a1830), exasperado por el uso de tal prenda, exclamó: “En mi juventud veíanse ninfas, hamadríades y, a veces, Clelias. En Francia ahora no se ven más que avispas”.
El talle avispa se mantuvo bastante tiempo, hasta que fue recobrando su naturalidad. En época de la emperatriz Eugenia se puso de moda llevar ‘medios términos’. El corsé se ensanchó dejando los pechos, las caderas y hasta el abdomen dilatarse a sus anchas.
En 1829 la casa Roguer Caelquot inventa el modo de soltarlo instantáneamente. En 1838 se le suprimen las sobaqueras. Desde1828 a1848 se registraron 56 patentes de invención de diferentes modelos y distintas formas de abrocharlos o uso de materiales especiales. En 1850 aparece el ‘lazado a la perezosa’ y, después, los corsé plásticos.
La Primera y Segunda Guerras Mundiales, así comola Guerra Civil española obligaron a la mujer a eliminar los gastos superfluos y llevar una vestimenta más práctica: el corsé cede el terreno a la faja elástica y al ‘soutien gorge’, el actual sujetador.
(Fuente: El blog del Dr. Alejandro Vázquez Barbé)
(En la fotografía, de AP, puede verse a una mujer luciendo un corsé durante un desfile de moda celebrado en Nueva York en 2003)