Aunque –al decir de algunas feministas– Darwin se olvidó de las mujeres, lo cierto es que ellas no le despreciaron y, a través de él y de sus descubrimientos, hubo científicas que contribuyeron al diseño de la teoría de la evolución del científico y naturalista inglés. Es verdad que, al lado de todos los reconocidos y renombrados discípulos de Darwin, sus discípulas, las que compartieron época con Darwin y sus teorías (mediados del siglo XIX y principios del XX) están olvidadas, si bien también lo reconocieron, insisto, como el padre de la mayor revolución científica de nuestro tiempo.
Hay dos nombres relevantes: Antoinette Brown Blackwell (EE UU) y Clémence Agustine Royer (Francia). Ambas muestran que el feminismo es compatible con las ciencias naturales, en tantas ocasiones utilizadas, para justificar jerarquías de sexo y raza.
A la primera se le conoce como “la madre del feminismo darwiniano”, porque fue la primera mujer que señaló que se habría de aplicar la teoría de la selección natural no sólo al hombre sino también a la mujer. Y, lo más importante de todo ello, escribe un texto dejando constancia de su postura: ‘The Sexes Throughout Nature’ (1875). Brown afirma que si la evolución se produce por la competencia e interacción entre individuos, entonces su estudio no debe reducirse a los machos de la especie dando por supuesto que el papel de las hembras es totalmente pasivo y ajeno a las dinámicas de transformación natural.
Fue el primer intento de incorporar a la teoría de la evolución lo que hoy conocemos como perspectiva de género. Modesta, Antoinette Brown disculpa en el texto a Darwin argumentando que la enormidad de la tarea emprendida le habría impedido atender a este aspecto. Aquí puedes descargar la obra de Antoinette Brown.
Por su parte, la francesa Clémence Agustine Royal escribió un libro titulado ‘L’Origine de l’homme et des sociétés’. De esta científica poco más se sabe, salvo que muestra también una ampliación de la doctrina de la evolución de Darwin.
(Fuente: El blog de Alicia Puleo y La ciencia y el hombre)