Explica la escritora y feminista australiana Germaine Greer en su libro ‘La mujer completa’, publicado en 2000, cómo funciona la perversa relación entre belleza, salud, autoestima y codicia capitalista en lo que se refiere a las mujeres. Así, expone que toda mujer sabe que, por muchos que sean sus demás méritos, no vale nada si no es guapa o atractiva o aparenta serlo. También sabe que cada día que pasa va perdiendo implacablemente la belleza que posee. Aunque sea muy guapa, jamás será suficiente. Siempre habrá alguna parte de su cuerpo que no dará la talla.

Dice así:

“Cualquiera que sea la cantidad de vello que tenga, siempre será excesiva. Si su cuerpo es lo bastante delgado, sus senos son esmirriados. Si tiene un pecho abundante, seguro que el culo es demasiado gordo. Descubrí muy pronto que una mujer hermosa no se considera en absoluto bella. A menudo vive atenazada por la inseguridad. Toda mujer tiene algo que no le gusta de su aspecto”.

Añado otra interesante reflexión sobre el hostigamiento al que se ven sometidas las madres en nuestros días:

“Ser madre no es una carrera; la mujer que lo dio todo ejerciendo su labor de madre tiene que ponerse en forma, encontrar trabajo y mantenerse joven y bella si quiere ser amada. Maternal es una palabra que define a personas poco atractivas y asfixiantes, personas que visten medias de algodón y zapatos de medio tacón”.

Esta autora creó polémica en los años noventa con su primer libro sobre feminismo, ‘La mujer eunuco’.

(En la foto, de EFE, se ve a una joven ante el ‘Retrato de Giovana degli Albizzi Tornabuoni’, obra de Domenico Ghirlandiano, expuesto en el Museo Thyssen-Bornemisza en 2010).