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Itsaso Álvarez

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¿Qué es la economía feminista?

Para empezar, es un campo específico de estudio dentro de la Economía y no tiene nada que ver con la economía de género.

La diferencia entre economía de género y economía feminista es que la primera se encuentra centrada en denunciar las desigualdades económicas entre hombres y mujeres, sin cuestionar el marco global. En cambio, la economía feminista está reformulando los conceptos centrales del análisis económico.

Se basa en una crítica antigua al reparto de los trabajos entre mujeres y hombres. Desde que existe la economía como ciencia, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, se viene hablando de esta cuestión, que tuvo un impulso muy grande en los años 60 del siglo XX de manos del movimiento feminista, más bien vinculado a la crítica marxista al sistema. Se cuestionaba el papel que jugaba el trabajo doméstico, si éste se podía asociar al capital o al patriarcado, si generaba plusvalía o no, si era productivo o no. El nombre concreto de la economía feminista surgirá en los 90 en un ámbito anglosajón.

En primer lugar, esta corriente de opinión amplía la idea de economía para incluir en ella las esferas invisibles del sistema económico, es decir, las que tienen que ver con los trabajos que realizan fundamentalmente mujeres y que no comportan un salario, ni derechos ni reconocimiento social. A partir de esa premisa, se plantea que no solo hay que hablar de las acciones que mueven dinero, sino que hay que situar en el centro de todo las satisfacciones personales. Es decir, desplazar del centro a los mercados y poner en su lugar a las personas. En segundo lugar, la economía feminista da una gran importancia a las diferencias económicas entre hombres y mujeres y reconoce el género como otra estructura que organiza el sistema económico.

Propone que el trabajo de las mujeres, que ha sido invisibilizado durante mucho tiempo, debe ser el centro de atención de la economía porque la mujer no solo se han ocupado de las denominadas tareas domésticas (cocinar, limpiar, comprar, etcétera), o de las específicas y diferenciales de las mujeres (gestación, alimentación y crianza de los bebés), o en los cuidados dedicados a los niños, a los mayores y a los enfermos, sino que han proporcionado el equilibrio afectivo y emocional imprescindible para la buena salud de los familiares y para su capacidad de realizar otras tareas, sean o no productivas.

Datos concretos. El montante de trabajos de cuidados no remunerados que reciben, anualmente, niños y otras personas adultas en España, equivaldría, en número de empleos a tiempo completo, a 11,4 millones. De esas horas, el 81,1% son realizadas por mujeres… Y es un trabajo no remunerado, ¿no?

Hay un documental que viene al caso, ‘China Bleu’ (2005), dirigido por Micha X. Peled. El filme, rodado clandestinamente en 2005, nos adentra en una fábrica de tejanos donde dos jóvenes, Jasmine y Orchid, intentan sobrevivir a las difíciles condiciones laborales. Sus vidas se cruzan con las de otras compañeras y con la del director de la fábrica donde trabajan, el señor Lam. Desde los diferentes peldaños de la jerarquía de la empresa, el documental muestra humanamente los problemas complejos de un mundo globalizado. A la vez, proporciona un informe actualizado y alarmante sobre las presiones económicas que instauran las compañías occidentales y las consecuencias personales que esto provoca.

(La foto es de Reuters y muestra a una trabajadora seleccionando tarros de tomate en la factoría de pasta Paolo Ricciulli de Parma, Italia).

Por Itsaso Álvarez

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