Hay un libro de amena lectura titulado ‘Feminismo para principiantes’ (Nuria Varela. Editado por Ediciones B, 2008), que responde a las preguntas básicas relacionadas con el movimiento feminista y documenta los logros conseguidos por las mujeres a lo largo de tres siglos.
Da respuesta a:
– ¿Quiénes eran las sufragistas?
– ¿De dónde sale el feminismo radical?
– ¿Por qué se habla de marxismo y feminismo como de un matrimonio mal avenido?
– ¿Por qué el feminismo ha sido vilipendiado y ridiculizado?
– ¿Por qué las feministas han sido tratadas de marimachos, feas o mujeres insatisfechas sexualmente?
– ¿Cómo y dónde surge la expresión ‘violencia de género’?
– ¿Qué relación hay entre el feminismo y los accidentes de tráfico?
– ¿En qué consiste la masculinidad?
Es una lectura recomendable para todos, no solo para mujeres, y contiene interesantes reflexiones como ésta, que aparece en el arranque del primer capítulo:
“El feminismo es un impertinente -como llama la Real Academia Española a todo aquello que molesta de palabra o de obra-. Es muy fácil hacer la prueba. Basta con mencionarlo. Se dice feminismo y cual palabra mágica, inmediatamente, nuestros interlocutores tuercen el gesto, muestran desagrado, se ponen a la defensiva o, directamente, comienza la refriega. ¿Por qué? Porque el feminismo cuestiona el orden establecido”.
(En la imagen, el cuadro ‘Los jóvenes espartanos’, de Edgar Degas. Plutaro escribio que Licurgo, legislador de la antigua Esparta, ordenó a las chicas espartanas que participaran en las competiciones de lucha corporal. En la imagen las féminas son las que retan a los muchachos a combatir).