Desde hace 22 años, en la aldea de Umoja, ubicada al norte de Kenia, no vive ningún hombre excepto los que fueron criados de niños y siempre y cuando observen las reglas de la aldea y no intenten dominar a las mujeres. Umoja es de y para mujeres que han escapado de matrimonios obligados, del ostracismo de la violación o de la mutilación genital. Umoja significa ‘unidad’ en swahili. Se trata de un santuario donde los hombres no son bienvenidos y un refugio de emergencia para mujeres en peligro en un país donde la mujer es como una propiedad porque forma parte de la dote.
La historia de esta aldea empezó en 1990, cuando un colectivo de 15 mujeres reunidas en el llamado ‘Grupo de Mujeres Umoja Uaso’ empezó a vender collares y otras mercancías para ganar dinero para ellas y sus familias. A medida que el grupo empezó a generar ganancias, se vieron cada vez más acosadas por los hombres de sus comunidades, que sentían que el crecimiento económico no era adecuado para ellas.
Como respuesta, las mujeres, lideradas por la matriarca Rebecca Lolosoli (obligada a casarse a los 13 años con un hombre que le triplicaba en edad y, más tarde, violada y abandonada a su suerte), decidieron irse y formar su propia aldea, a fin de garantizarse la seguridad y la cooperación fuera del alcance de quienes buscaban perjudicarlas. Hoy en día en Umoja viven 48 mujeres procedentes de todo Kenia. Sus historias varían: algunas son niñas pequeñas que huyeron de matrimonios forzados con hombres ancianos; otras fueron violadas o sufrieron abusos; y varias son viudas rechazadas por sus comunidades. Además, hay algunas que pertenecen a la etnia turkana y se refugian de la violencia tribal que azota la central región de Isiolo.
Además de la venta de collares artesanales, viven de las ganancias que deja un centro cultural y un camping cercanos, creado para los turistas que visitan la vecina Reserva Nacional de Samburu. Con los beneficios que obtienen, han repoblado la zona e incluso han podido contratar los servicios de varios hombres para transportar leña, un trabajo que en Kenia corresponde a la mujer. Además, el dinero se usa para cubrir gastos médicos y mantener operativa una escuela que cubre tanto a los niños de la aldea como a las mujeres que desean aprender a leer y a escribir.
Además de prohibir que los hombres vivan en la aldea, en Umoja se rigen por una serie de reglas autoimpuestas que se basan en garantizar la igualdad y el respeto mutuo dentro de la comunidad. A las habitantes del lugar se les requiere vestir las prendas tradicionales y los collares artesanales todo el tiempo, a fin de preservar y promover su patrimonio cultural.
En un lugar donde los hombres han sido la causa principal de tantas penurias y, en la mayoría de los casos, el motivo para que ellas huyeran de sus hogares, es fácil deducir que las víctimas no quieren tener vínculo alguno con el género masculino. Pero no es así. La mayoría de las más jóvenes de la aldea planea casarse y tener hijos. Se les permite salir con hombres de fuera del pueblo y, de hecho, se les anima a que así lo hagan. La diferencia es que estas mujeres quieren casarse y formar una familia en sus propios términos.
En 2005 una mujer fue asesinada en Umoja. Desde entonces, la aldea tiene vigilancia nocturna.
(Fuente: IPS News. La foto es de flickr, por cortesía de The advocacy project. Los vídeos, en Youtube, los emitió la televisión francesa France 5)