El punto lila es el símbolo del rechazo a cualquier tipo de violencia contra las mujeres. Es el símbolo de un movimiento social y, como tal, su uso debe ser social y libre. Consiste en un sencillo círculo de color lila. Pásalo, píntalo, póntelo, imprímelo, publícado, ponlo en la ventana, en tu coche, en tu ropa… Sugiere Emakunde, el Instituto vasco de la Mujer.
El color lila en la lucha de las mujeres tiene un origen gracioso. La feminista Sylvia Pankrust cuenta que este color fue adoptado por las sufragistas inglesas en 1908, junto con otros dos colores, el verde y el blanco. El lila se inspiraba en el color de la nobleza inglesa, el blanco simbolizaba la pureza de la lucha femenina, y el verde, la esperanza de la victoria.
Históricamente, el feminismo de los años 60 retomará este color. El rojo estaba muy relacionado con los partidos comunistas del Bloque Soviético que, en verdad, poco apoyo habían dado a las luchas específicas de las mujeres.
La expresión ‘liberación dela mujer’ no era propia de estos partidos. En ellos la lucha de la mujer era vista casi solo con el objetivo de integrarla a la lucha de clases y la lucha feminista solo entorpecía la lucha general del proletariado. Quitaba fuerzas a la lucha principal, digamos.
Fue en ese clima en el que, en las décadas de 60 y 70 del siglo pasado, la lucha feminista fue retomada en un proceso de auto-organización de las mujeres. En el movimiento feminista había una fuerte crítica a la práctica de la mayoría de los partidos y sindicatos. Muchos movimientos se organizaron de forma autónoma, luchando para garantizar su independencia.
Así, varias feministas adoptaron el color lila como una nueva síntesis entre los colores azul y rosa. El rojo de las banderas de las mujeres de la Internacional fue olvidado. En la década de 70 las mujeres socialistas reafirmaban el origen socialista del 8 de Marzo, al mismo tiempo en que varias de ellas asumían el color lila como color específico de la lucha feminista.