Cada vez más, y sobre todo en el mundo desarrollado, la tecnología interfiere en nuestra visión del medio ambiente: documentales en cine y TV, webcams hasta en los lugares más inaccesibles de nuestro planeta, paseos virtuales en el Himalaya, en la Patagonia o en el fondo de los mares, reproducciones robóticas o informáticas de muy alta tecnología de especies actuales o extinguidas (recordar los dinosaurios de Parque Jurásico),.. Perdemos el contacto directo con el medio ambiente y lo mediatizamos con la tecnología. Nunca como ahora hemos conocido tantos aspectos de la naturaleza y, sin embargo y en muchos casos, estamos tan lejos de ella.
Peter Kahn y su grupo, de la Universidad de Washington en Seattle, llevan años trabajando sobre esta peculiar relación que cada vez más se interpone entre la especie humana y el medio ambiente. Por ejemplo, en un experimento que duró 16 semanas demostraron que las personas que observaban la naturaleza en directo estaban menos estresadas que quienes veían el mismo paisaje en una pantalla de plasma de 50 pulgadas. O, en otro experimento con niños y reproducciones robóticas de una mascota, encontraron que la relación que el niño establecía con el robot era menos intensa y con menor profundidad social que con la mascota real (en el experimento era un perro robot llamado AIBO). En resumen, si comparamos cómo la tecnología reproduce la naturaleza, debemos aceptar que lo hace con la mayor perfección; sin embargo, si comparamos la tecnología con la interacción real con la naturaleza, observamos que se pierden muchos de los efectos psicológicos que esa relación produce en la especie humana.
Además, Kahn y su grupo han detectado que lo que aceptamos como naturaleza es aquello que conocemos en la infancia y, después, lo que sentimos a lo largo de la vida es como nuestro ambiente cambia y, en general, se degrada. Lo erróneo de este enfoque es que, generación tras generación, aceptamos como naturaleza no degradada un aspecto cada vez más degradado de nuestro entorno. Cada generación va relajando el nivel de lo que se considera medio ambiente “puro”. Incluso quienes se consideran interesados con los problemas ambientales confunden los paisajes y los procesos: por ejemplo, es muy habitual considerar el entorno agrícola y ganadero de un pueblo de montaña como naturaleza en su estado puro, cuando la revolución agrícola cambió de manera radical y a lo largo de miles de años, el paisaje original así como las especies animales y vegetales presentes (y, más que nada, ausentes).
En resumen, no os conformeis con un documental sobre un río y pasearos por sus orillas, no os conformeis con el tamagochi (si es que recuerdais lo que era aquel invento cruel) y acariciar una mascota, observar las webcams pero que sea para elegir lugares para conocer,… No dejéis que la tecnología se interponga entre vosotros y la naturaleza.
*Kahn, P.H., Jr., B. Friedman, B. Gill, J. Hagman, R.L. Severson, N.G. Freier, E.N. Feldman, S. Carrere & A. Stolyar. 2008. A plasma display window? The shifting baseline problem in a technologically-mediated natural world. Journal of Environmental Psychology 28: 192-199.
*Kahn, P.H., Jr., B. Friedman, D.R. Perez-Granados & N.G. Freier. 2006. Robotic pets in the lives of preschool children. Interaction Studies: Social Behavior and Communication in Biological and Artificial Systems 7: 405-436.
*Kahn, P.H., Jr., R.L. Severson & J.H. Ruckert. 2009. The human relation with nature and technological nature. Current Directions in Psychological Science 18: 37-42.