Wild River, 1960, USA, 106 minutos, Dirección y Producción: Elia Kazan, Guión: Paul Osborn (basado en la novela de William Bradford Huie y Borden Deal, Música: Kenyon Hopkins, Fotografía: Ellsworth Fredricks, Intérpretes: Montgomery Clift, Lee Remick, Jo Van Fleet, Albert Salmi, Jay C. Flippen.
En 1933, el Presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, firmó el Acta que dió lugar a la Tennessee Valley Authority (TVA)que permitía gestionar la cuenca del río Tennesse que, desde que era conocida por los colonos en 1815, había provocado múltiples inundaciones y tragedias. La regulación del río se llevaría a cabo por medio de la construcción de presas que, a su vez, permitirían suministrar electricidad a los habitantes del valle, a sus industrias y a los estados y ciudades cercanas. Pero, como consecuencia, muchas tierras serían inundadas y sus habitantes debían ser trasladados de casas y haciendas que, en muchos casos suponían abandonar tierras que sus familias habían cultivado durante varias generaciones. Esto es lo que le ocurrió a Chuck Glover, funcionario de la TVA, en 1934, al año siguiente de la creación de la agencia, que intenta que una obstinada anciana de 80 años, llamada Ella Garth (Jo Van Fleet), abandone su casa que, en semanas, se verá cubierta por las aguas. Además, el funcionario y la nieta de la anciana, Carol Garth (Lee Remick), se enamoran y viven un romance que complica el guión desde el punto de vista sentimental. Por cierto, guión del dramaturgo Paul Osborn y dirección de Elia Kazan que hacen que la película sea muy interesante desde el punto de vista cinematográfico. A ello contribuyen las interpretaciones de Montogomery Clift, Lee Remick y, sobre todo, el vibrante alegato de defensa de la tierra y del modo de vida tradicional que ofrece Jo Van Fleet.
Se produce el enfrentamiento entre la anciana que proclama que no abandonará “la tierra en que me dejé la sangre” y que prefiere vivir “lo salvaje, como la naturaleza lo dispuso”. Por su parte el funcionario, representante del racionalismo y la modernidad, le contesta declarando que es “sentido común dominarlo” [al río]. La señora también deplora la política ambiental que hace daño a las personas. Como era de prever, Ella Garth pierde sus tierras, en un triste deshaucio tal como lo refleja con maestría Elia Kazan y la actuación de Jo Van Fleet. El final tiene dos escenas subliminales y aclaratorias de la posición de Elia Kazan: el incendio de la casa ante la bandera desplegada de las barras y las estrellas, y la marcha del protagonista y su esposa e hijos, en avión, elevándose por encima de la presa recién construida. Ahí está el futuro.