Es evidente que los debates entre quienes creen en el cambio climático y los que lo niegan pueden alcanzar, a menudo, niveles de mala educación y agresividad realmente difíciles de entender y, mucho menos, de aceptar. Es típico que esto ocurra debido al componente más de creencia personal que de argumentaciones científicas que suelen contener estas discusiones. Así se llega, por ejemplo, a calificar a los ecologistas, que defienden la existencia del cambio climático y la intervención humana como su causa, de mentalmente inestables, neuróticos, esquizofrénicos en política energética, despreciables amantes de los árboles, histéricos del calentamiento global y quien sabe cuántos diagnósticos parecidos más. En fin, que Bar Verplanken y Deborah Roy, de la Universidad de Bath, en Inglaterra, han decidido estudiar si esto es cierto, o sea, si los preocupados y atormentados ecologistas están locos o no.
Trabajan con datos obtenidos de una encuesta online, colgada en las páginas web de universidades de Europa y Estados Unidos, durante tres semanas en junio y julio de 2012. Responden132 personas, de ellas 78 son mujeres, todos mayores de 18 años y con una edad media de 26 años. En total, 102 de los participantes son europeos, 21 de Norteamérica y 9 del resto del mundo.
En la encuesta hay preguntas sobre preocupaciones ecológicas, actitud hacia el medio ambiente, conductas pro ambientales y características psicológicas, incluyendo síntomas patológicos y rasgos de la personalidad.
Entre los participantes hay 9 que declaran que nunca les ha preocupado el medio ambiente y 20, o sea, el 15% que, por el contario, les preocupa siempre y mucho. La mayoría, 42 de los participantes (32%), son de los que les preocupa a veces el medio ambiente. Entre las preocupaciones medioambientales gana, con 124 respuestas, el cambio climático seguido de la contaminación, con 113 respuestas, y, a distancia, la biodiversidad con 84.
En cuanto a la locura de los preocupados por el medio ambiente, la correlación con síntomas patológicos es cero, no existe. Y, además, las preocupaciones se relacionan positivamente con una mente abierta, ser consciente de donde estamos y lo que hacemos, y con la estabilidad emocional.
En resumen, según los resultados de este estudio y las conclusiones de los autores, las preocupaciones por el medio ambiente y las actividades pro ambientales se asocian con la salud mental y el bienestar.
*Verplanken, V. & D. Roy. 2013. “My worries are rational, climate change is not”: Habitual ecological worrying is an adaptative response. PLOS ONE 8: e74708