El 19 de noviembre de 2002 se hundió el petrolero Prestige frente a las costas de Galicia. El 13 de noviembre de 2013, once años después, se hizo pública la sentencia que absolvía a todos los acusados de los delitos relacionados con el medio ambiente y, en general, de cualquier responsabilidad en el hundimiento y vertido posterior. En el texto de la sentencia se dice que “al evaluar los perjuicios previsibles se consideró más favorable para todos lo que se decidió, es decir la posibilidad de contaminación extensa pero no muy intensa que facilitase la recuperación rápida del ecosistema, como parece que efectivamente ha ocurrido, sin perjuicio de los informes técnicos que aseguran que los efectos contaminantes aún persisten y que eso afecta de una manera inconcreta y tal vez grave a la ecología y conservación del ambiente y de la naturaleza en las costas, dicho sea sin perjuicio de destacar que nadie ha concretado los extremos, alcance y demostración de esa persistencia de los efectos contaminantes”. En consecuencia, “los efectos de los hidrocarburos sobre los ecosistemas de costas expuestas al mar son de corta duración y la flora y la fauna vuelven a colonizarlas rápidamente”. Finalmente, “donde todo indica que, aparte de la posible contaminación global de los mares del planeta, se ha conseguido recuperar la inmensa mayoría de los usos y actividades, económicas o no, de toda índole, como a la vista está”. Como se lee, la “contaminación global de los mares del planeta” no interesa especialmente y, además, como contaminan tantos es muy laborioso buscar responsabilidades individuales, aún en un caso tan concreto como es el vertido del Prestige.
Por otra parte, unos días antes, en el mes de octubre de 2013, una revista científica internacional había publicado un estudio del grupo de Rocío Moreno, de la Universidad de Barcelona, sobre unos de los efectos que el fuel del Prestige había provocado a lo largo de varios años. Utilizan plumas de Cormorán Moñudo o Europeo (Phalacrocorax aristotelis), ave marina típica de nuestras costas que se alimenta de peces con una técnica muy elaborada de caza por inmersión.
Las muestras se toman de ejemplares de las islas de la costa de Galicia afectadas por el fuel del Prestige que son, en concreto, Sagres, Ons y Cíes. Las plumas corresponden a jóvenes que crecieron en 2002, justo antes del vertido y que sirven de control, y desde el 2004 al 2009 para estudiar los efectos del fuel.
En las plumas analizan el contenido en mercurio y la presencia de isótopos de hidrógeno que indican la composición de la dieta de los cormoranes. Los autores detectan la diferencia en los peces ingeridos en los ejemplares de 2002, antes del vertido, y los de 2004 en adelante. Antes del fuel, los cormoranes se alimentaban de peces bentónicos y demersales, es decir, que viven en el fondo o cerca del fondo. Son, por ejemplo, la faneca o el gobio. En cambio, los cormoranes de 2004 a 2007 cambian la dieta a peces pelágicos, que son los que nadan en el agua a más o menos profundidad pero no cerca del fondo. En la dieta de estos cormoranes entran el pejerrey y el lanzón. Después, a partir de 2007, los cormoranes vuelven a la dieta inicial, a los peces bentónicos y demersales.
Los autores no conocen la causa de estos cambios. Quizá los peces de la dieta de 2002 escasean o desaparecen con el vertido del fuel o, también, al cormorán le es más difícil sumergirse hasta el fondo. Todo son conjeturas. También hay que tener en cuenta que el cambia de dieta supone, seguramente, una variación en las poblaciones de los peces que eran dieta y de los que ahora son la dieta. Otra conclusión que queda para futuras investigaciones. Como se deduce, estas son las consecuencias que “no existen” del hundimiento del Prestige.
*Moreno, R. y 4 colaboradores. 2013. Ten years after the Prestige oil spill: Seabird trophic ecology as indicator of long-term effects on the coastal marine ecosystem. PLOS ONE 8: e77360