Una especie exótica es la que vino de fuera o, mejor dicho, la que nuestra especie trajo, se quedó y se reproduce con éxito, lo que permite que su población se estabilice y mantenga. Toda especie exótica cambia, más o menos, el ecosistema en el que s establece. Si las alteraciones son graves, se dice que es una especie invasora. La gravedad de la invasión viene dada por tres características: su rapidez, la competencia de la especie invasora con las especies autóctonas, y los cambios que provoca en el ecosistema al que se ha incorporado. Y son muchas las especies a las que nuestro trasiego incesante, de aquí para allá por todo el planeta, lleva de un ecosistema a otro. En Europa y en 2009 ya se habían detectado unas 12000, incluyendo microorganismos, plantas y animales, de las que más del 10% son dañinas para el ecosistema y, en último término, para la economía, que deja de recibir los usos y servicios que proporcionan los ecosistemas, y, además, también pueden perjudicar a la salud humana.
Como nos cuentan Ana Rallo y Loreto García-Arberas, de la Universidad del País Vasco en Leoia, en su catálogo de “Fauna exótica invasora de Bizkaia”, recientemente publicado por la Diputación Foral de Bizkaia, ya se han elaborado listas con las 100 especies invasoras dañinas del mundo. Entre esas especies dañinas, y ciñéndome únicamente a la fauna, están, por ejemplo, el mejillón zebra, nuestro mejillón, el Mytilus galloprovincialis, que se convierte en peligroso invasor en otras partes del mundo, la perca del Nilo, la carpa, el estornino pinto, el galápago de Florida, el conejo, el gato, la rata negra o la cabra.
Este movimiento de especies a menudo es accidental y llevamos con nosotros, sin querer, aquellas especies que desde antiguo viven con nosotros. Así hemos poblado el mundo de moscas y mosquitos, de ratas y ratones, de gorriones y palomas, y muchas más. Como dicen algunos historiadores, hemos europeizado el mundo, y también lo hemos hecho con especies invasoras.
Pero, y también muy a menudo, el transporte de especies se ha hecho con intención. Podemos poner algunos ejemplos: el cisne, que hemos llevado con nosotros por el mundo por razones estéticas y para adornar nuestros estanques; el visón americano o el castor, que han llegado a Europa por el valor de su piel; los caballos españoles en América (que años después darían lugar a estupendas películas de vaqueros, por cierto, con vacas que también llegaron de Europa); el conejo es Australia, como caza y alimento, y el zorro en Australia, con el propósito fallido de que acabara con el conejo. En fin, ya ven que hay muchos ejemplos.
Invasores en tierra y agua dulce
Y llegaron, y llegan, a Bizkaia, territorio en el que se centra el libro de Ana Rallo y Loreto García-Arberas. Tenemos, hasta primeros del año 2012, un censo de 131 especies animales exóticas y, de ellas y según los criterios habituales, hay 75 especies invasoras. Vamos a repasar algunos ejemplos.
Para empezar, el ya citado mejillón zebra (Dreissena polymorpha), un recién llegado pues solo desde 2011, con la aparición de larvas en el río Arratia, se ha confirmado su presencia en Bizkaia. Proviene del este de Europa, en los ríos de las cuencas del mar de Aral, el mar Caspio y el mar Negro, y comenzó a extenderse hacia Europa central y occidental, de río en río, desde principios del siglo XIX. Llegó a Norteamérica en 1988 pero la expansión posterior ha sido rápida y violenta y ya cubre todo el continente. En los ochenta llegó a la Península Ibérica, comenzando por la cuenca del Llobregat, en Cataluña. Está en la lista de las 100 especies invasoras más peligrosas. Eliminan especies autóctonas al ocupar su hábitat, taponan tomas de agua y desagües, y saturan los fondos con deposiciones orgánicas y restos. No se ha encontrado manera de controlar y mucho menos de eliminar esta especie aunque se llevan décadas intentándolo, sobre todo en Estados Unidos.
Otro invasor conocido y popular, sobre todo porque es comestible, es el cangrejo rojo (Procambarus clarkii). Procede de ríos y marismas de la cuenca del Caribe, en el norte de México y el su de Estados Unidos y se ha extendido con rapidez a medio mundo. A España llegó en 1973 aExtremadura y en 1974 alas marismas del Guadalquivir. La intención era aprovechar su elevada tasa reproductora (la hembra es capaz de poner hasta 600 huevos por temporada) y comercializar los cangrejos adultos. Pero, en unos años, se extendió por en centro y sur de la Península y pronto llegó a Bizkaia. Ahora es abundante en el río Ibaizabal y en la Margen Izquierda. De nuevo estamos ante una de las 100 especies invasoras más dañinas a nivel mundial. Es portador del hongo Aphanomyces astaci, causante de la afanomicosis, enfermedad que casi acaba con el cangrejo autóctono. Como pasaba con el mejillón zebra, todos los intentos de erradicar al cangrejo rojo han fracasado.
Un insecto invasor que es, a la vez, muy popular, es la cucaracha americana (Periplaneta americana), a la que se suele llamar “rubia”. Procede del África tropical y llegó a Norteamérica en el siglo XVIII, seguramente con el tráfico de esclavos. Ahora aparece en todo el mundo, siempre cerca del hombre que le proporciona el hábitat cálido y oscuro que le gusta. A la Península Ibérica llegó la cucaracha por los puertos del Mediterráneo, en la carga de los mercantes. Y en Bizkaia, como todos sabemos, está en alcantarillas, desagües, tuberías, pozos sépticos, sótanos y demás lugares con el ambiente adecuado. Transmiten algunas enfermedades y su eliminación, muy difícil, y su control requieren actuaciones combinadas, incluyendo limpieza, saneamiento y control químico.
Es la gambusia (Gambusia holbrooki o Gambusia affinis) un pez introducido que, aunque no tiene una distribución muy amplia en Bizkaia, es especie invasora y la historia de su llegada merece la pena conocerse. Procede de la zona costera atlántica del sureste de Estados Unidos. Su hábitat son ríos y marismas con poca corriente y escasa profundidad. Nada cerca de la superficie, en grandes grupos, y se alimenta de otros animales que nadan por la misma zona. En los años veinte del siglo pasado, la gambusia se introdujo en muchos países de Europa, África, Asia y Australia para controlar la malaria. Esta enfermedad se transmite por la picadura de mosquitos (Anopheles) infectados por el plasmodio que causa la dolencia. A su vez, los mosquitos se crían en aguas lentas en las que crecen sus larvas hasta que se metamorfosean a mosquitos adultos. Y en esas mismas aguas, la gambusia se alimenta de las larvas de mosquito. En España se introdujo en el sur pero pronto se extendió por la Península, aunque falta o es muy escaso en la cornisa cantábrica. En Bizkaia aparece en embalses y charcas de Uribe-Kosta, al este de la desembocadura del Nervión.
Entre los reptiles, y aparte el muy conocido y extendido Galápago de Florida, destaca el extraordinario caso de la lagartija de las Pitiusas (Podarcis pityusensis) que ha colonizado el peñón de Gaztelugatxe. Especie endémica de las islas Pitiusas (Ibiza, Formentera e islotes cercanos), donde se considera especie protegida y casi amenazada, es conocida desde 1996 una población de unos 2000 individuos en Gaztelugatxe. Allí ha desplazado a la especie autóctona, la lagartija roquera (Podarcis muralis), a las zonas más sombrías y frías del peñón. Parece que no ha llegado a la costa y se supone que se debe a que el camino termina en un acantilado orientado al norte, sombrío y húmedo, que la especie no puede atravesar. La mayoría de los expertos consideran que algún desaprensivo, quizá incluso con buenas intenciones, ha llevado la lagartija de las Pitiusas al peñón de Gaztelugatxe.
Y hay más especies invasoras en Bizkaia, hasta llegar a las 75 que mencionan Ana Rallo y Loreto García-Arberas, y que antes comentaba. Podemos recordar, sin entrar en detalles, entre los insectos, al escarabajo de la patata o la recién llegada avispa asiática; entre los peces, el muy visible carpín dorado o la trucha arco-iris; entre las aves, los cisnes o la perdiz roja; y entre los mamíferos, el visón americano o la novedad llamada mapache.
Invasores en la costa
Pero también llegan especies exóticas por mar que se afincan en la costa y, algunas de ellas se convierten en invasoras. Fue en 2006 cuando Julián Martínez e Idoia Adarraga, de la Sociedad Cultural de Investigación Submarina INSUB de Donosti, Publicaron, con el Gobierno Vasco, un catálogo de las especies invasoras de las costas de Bizkaia. En total son 123 especies, desde algas hasta crustáceos, y provienen de todo el mundo por la facilidad y rapidez del transporte por mar. Algunas especies se han introducido para su cultivo, otras las acompañaban, y otras llegaron incrustadas en los cascos de las embarcaciones o con el agua de lastre. Vamos a repasar nada más dos especies de moluscos, la almeja japonesa y la ostra japonesa.
La almeja japonesa (Tapes philippinarum) es una especie comestible y cultivada, muy cercana a muestra almeja, aunque con el dibujo de la concha más marcado. Habita estuarios con fondos de fango y arena y se ha encontrado en el Abra, Plentzia y Urdaibai. Su área de distribución, en origen, va desde el sur de Siberia hasta China, incluyendo Japón, y llegó a las costas norteamericanas del Pacífico en 1938 y a Europa, sobre todo al Mediterráneo, en la década de los setenta. A España fue traída esta especie en 1985 para su cultivo pero pronto escapó de las zonas de criadero. Es posible que, por su rápido crecimiento, comience a interferir con la almeja autóctona.
El segundo molusco invasor en la ostra japonesa (Crassostrea gigas), también llamada ostra portuguesa ya que se supone que llegó en el siglo XVI en los barcos que venían de Asia a Portugal. Procede del Japón y del sudeste de Asia y ahora se encuentra en Europa, Norteamérica, Nueva Zelanda, Australia o la costa ártica de Siberia, con una distribución casi cosmopolita pues falta en Sudamérica y África… En Bizkaia se cultivó en su tiempo y ahora se encuentra en Muzkiz, Zierbana, el Abra, Plentzia, Urdaibai, Lekeitio y Ondarroa. Se sujeta a cualquier superficie dura, en general sobre rocas aunque también lo hace sobre ostras de mayor tamaño, formando agregados numerosos, siempre en zonas de estuario.
…y las plantas invasoras
Fueron José Antonio Campos y Mercedes Herrera, de la Universidad del País Vasco en Leioa, quienes publicaron en 2009, con el Gobierno Vasco, un estudio de la flora invasora. Catalogaron 86 especies de plantas invasoras y, como ocurría con la fauna, también hay una lista de las más peligrosas. Son las más eficaces en la dispersión de las semillas y las que tienen una mayor facilidad reproductora. Vamos a repasar tres especies, algunas de ellas muy conocidas.
En primer lugar, Baccharis halimifolia, una de las invasoras más peligrosas sino es la que más. Prefiere los estuarios, con zonas de marisma algo salinas y húmedas. Procede de Norteamérica y llegó para ser cultivada en jardinería por su resistencia a la salinidad y al viento, alcanzando los 4 metros de altura y agrupaciones compactas y cerradas que eliminan la flora autóctona. En el estuario de Urdaibai esta planta se ha convertido en un problema muy serio. Su éxito se basa en la extraordinaria eficacia de su reproducción. Por ejemplo, cada planta femenina produce entre 10000 y 1500000 de semillas por temporada, como máximo 376000 semillas por metro cuadrado de suelo con Baccharis. Además, estas semillas se dispersan con facilidad por el viento y llegan a recorrer hasta 4 ó 5 kilómetros. Y, por si fuera poco, la tasa de germinación de las semillas que llegan al suelo es también muy alta, entre el 75% y el 99% del total. Números enormes que ayudan a comprender su éxito, y también el peligro que suponen.
La segunda especie invasora a revisar es la Buddleja davidii, originaria de China y con preferencia por cunetas, taludes y orillas de ríos y arroyos. Por cierto, ese davidii es en honor de Jean Pierre Armand David, nacido cerca de Bayona, sacerdote, misionero y explorador de la China de mediados del siglo XIX, que trajo a Europa multitud de ejemplares de plantas y animales desconocidos, entre ellos el panda gigante y, por supuesto, esta Buddleja bautizada con su nombre. Esta planta llega a alcanzar los 2 metros de altura y es fácil de reconocer por las agrupaciones cilíndricas de sus flores, llamadas inflorescencias, que, a menudo, tienen un olor agradable. Su éxito, de nuevo, viene de la eficacia de su reproducción. Llega a producir hasta 40000 semillas por inflorescencia y, además, se recupera muy bien de cortes, talas y heladas. Abunda en toda Bizkaia aunque, por ahora, no se conoce que suponga un prejuicio grave para la flora autóctona.
Y para terminar las invasiones biológicas, el carrizo de la Pampa, la Cortaderia selloana, que aquí comienza a conocerse como “escobón” y que viene, lo dice su nombre, de Argentina. A Europa llegó entre 1775 y 1862, siempre como planta ornamental. Fue en la bahía de Santander, en 1953, cuando se la encontró por primera vez asilvestrada. Pronto se propagó, sobre todo en la vertiente cantábrica pues no aguanta sequías prolongadas ni tampoco heladas. Su expansión, al principio lenta, se aceleró en la década de los noventa y se convirtió en un problema por su invasión de terrenos más o menos abandonados o sin vegetación por acción de la maquinaria de las obras públicas. De nuevo el éxito reproductor, hasta las 100000 semillas por escobón, marca su expansión pero, además, su aguante ante todo tipo de estrés es enorme. No desaparece con ningún método o accidente: fuego, cortes, inundación o tratamiento químico. Difícil de erradicar y persistente año tras año, también se ha descubierto que, cuantas más plantas hay, más hábitats distintos coloniza y, así, se va extendiendo.
*Campos, J.A. & M. Herrera. 2009. Diagnosis de la flora alóctona invasora de la CAPV. Gobierno Vasco. Bilbao. 296 pp.
*IHOBE. 2009. Diagnosis de la fauna exótica invasora de la CAV. Bilbao. 165 pp.
*Martínez, J. & I. Adarraga. 2006. Programa de vigilancia y control de la introducción de especies invasoras en los ecosistemas litorales de la costa vasca. 2. Costa de Gipuzkoa. Gobierno Vasco. Bilbao. 267 pp.
*Martínez, J. & I. Adarraga. 2006. Programa de vigilancia y control de la introducción de especies invasoras en los ecosistemas litorales de la costa vasca. 2. Costa de Bizkaia. Gobierno Vasco. Bilbao. 267 pp.
*Rallo, A. & L. García-Arberas. 2012. Fauna exótica invasora en Bizkaia. Diputación Foral de Bizkaia. Bilbao. 330 pp.