Pesca excesiva, toma de agua para riego, contaminación y, además, en la actualidad el cambio climático, el calentamiento global y el aumento consiguiente de la temperatura del hábitat son, todos ellos, los factores que amenazan la existencia de nuestra trucha común (Salmo trutta). Es una especie muy sensible a los cambios en el entorno y necesita agua clara, limpia y fresca para vivir y, sobre todo, para reproducirse. Su necesidad de agua fresca que no sobrepase la media de 19.4ºC en una semana, hace que en la Península Ibérica y, en concreto, en la cuenca del Ebro, la trucha se encuentre relegada a las cabeceras de los ríos. Con estas necesidades de temperatura en el agua, Ana Almodóvar y su grupo, de la Universidad Complutense, van a proyectar los posibles cambios en la temperatura causados por el calentamiento global en la presencia de la trucha en la zona sur de Pirineos.
Han trabajado en la cuenca del río Aragón, afluente del Ebro por el norte, con 19 puntos de muestreo en 12 ríos afluentes y subafluentes del Aragón. Las altitudes de los puntos de muestreo van de 540 a 870 metros. La población de truchas se cuenta, de 1993 a 2004, por medio de la pesca eléctrica. Además, se toman datos de los ejemplares capturados durante la temporada de pesca, de 1991 a 2004, en 52 puntos de 17 ríos de la cuenca. La temperatura del agua y del aire se obtiene de 7 estaciones para el agua, entre 1993 y 2004, y de 48 estaciones meteorológicas para el aire, entre 1975 y 2007.
Veamos los resultados: la temperatura del aire, entre 1975 y 2007, muestra un aumento gradual, más evidente en la subida de las mínimas, con un salto en 1986 que luego se mantiene sin una gran subida hasta 2007. El aumento final es algo mayor que 1ºC. En cuanto a la temperatura del agua, ya he mencionado que no debe bajar de 19.4ºC durante una semana para que las truchas vivan y se puedan reproducir y, según ha encontrado Almodóvar, desde los años 1975-1986 hasta los 1993-2004, la zona en que esa temperatura se sobrepasa casi se ha doblado en esta cuenca, desde un 23% hasta un 45%.
En cuanto a la población de truchas, ha disminuido, sobre todo en las localidades más bajas de la cuenca, a razón de un 6% anual. En las zonas altas de la cuenca la población permanece estable. Así, entre 1993 y 2004, la población cae del 95% al 41%, y las truchas capturadas en la pesca deportiva bajan un 20% cada año.
Las proyecciones de los autores para el futuro, según las previsiones del calentamiento global, no son nada optimistas. La trucha desaparecerá cuando la temperatura del aire suba unos 3ºC respecto de la actual. Es más, con una subida de 1.5ºC, los puntos de muestreo que se han utilizado en este trabajo serán lugares no habitables para la trucha; esto ocurrirá hacia el año 2040. Sólo quedará un 3.5% de zona habitable para la trucha, en toda la cuenca, hacia el 2100.
*Almodóvar, A. y 3 colaboradores. 2012. Global warming threatens the persistence of Mediterranean Brown trout. Global Change Biology 18: 1549-1560.