Japón, 1961, 95 minutos, Título original: Hadaka no shima, Dir. y Guión: Kaneto Shindo. Música: Hikaru Hayashi. Fotografía: Kiyomi Kuroda. Montaje: Toshio Enoki. Intérpretes: Nabuko Otowa, Taiji Tonoyama, Shinji Tanaka, Masanori Horimoto.
Una familia de agricultores vive en una pequeña isla del archipiélago japonés del Mar Interior de Sato, en el que se encuentra el puerto de Hiroshima. Explotan el suelo de la isla al máximo, pero no tienen agua y deben ir a buscarla a otra isla remando con su pequeña barca.
Es una película casi documental, sin diálogos, filmada en blanco y negro y guiada en los sentimientos por la música de extraordinaria belleza de Hikaru Hayashi. La dura vida de los campesinos, con sus casi inaccesibles terrazas para sembrar, a veces de un solo surco, está narrada a un ritmo lento y repetitivo, como lo que vemos. Incluso la cámara se detiene y son los actores los que se mueven dentro del encuadre, repitiendo una y otra vez los mismos movimientos. Y, sobre todo, la mil veces repetida escena de la tierra de la isla tragando agua siempre, toda la que le echen.
Los protagonistas están integrados o, más bien, no sólo eso, es el entorno el que los ha tragado y no les deja escapar de un duro destino. Es una metáfora del Japón defosterado por la economía de guerra y postguerra, y del Japón superpoblado que necesita toda la tierra disponible para obtener alimentos. Está a punto de llegar la Revolución Verde que, con nuevas semillas y métodos de cultivo, permitirá abandonar estas tierras marginales, difíciles de sembrar y poco productivas.
Cuidan la siembra planta por planta, recogen algas para abono, dan de comer hojas de árboles a la cabra, arrancan los tocones pues siguen deforestando para sembrar más, todas ellas acciones de sobreexplotación del paisaje. En definitiva, una vida muy dura en el que el artilugio que utilizan para llevar agua se convierte en un yugo que los esclaviza. Y en las escenas finales lo llevan perpendicular al cuerpo, no como en el resto de la película que lo inclinan en la dirección de marcha, para que parezac más un yugo que oprime.
Una película extraordinaria que, por otra parte, demuestra que la sobreexplotación del medio ambiente no tiene porque ser siempre con grandes factorías o enormes máquinas.
*McNeill, J.R. 2003. Algo nuevo bajo el sol. Historia medioambiental del mundo en el siglo XX. Alianza Ed. madrid. 504 pp.