En los asuntos ambientales que llegan al público y crean opinión, a menudo se adopta un estilo catastrofista que exagera los peligros y provoca respuestas rápidas y contundentes pero, con demasiada frecuencia, de corta duración puesto que los desastres anunciados no llegan. Según S.W. Pacala y sus colaboradores, de la Universidad de Princeton, en las decisiones que se tomen para resolver las crisis se deben tener en cuenta los riesgos y los beneficios de tomar resoluciones inmediatas en las alarmas por crisis ambientales y, por prudencia, siempre se debe adoptar las que más protejan el ambiente. Sin embargo, en la mayoría de los casos, las consecuencias de las crisis ambientales anunciadas es difícil que sintamos que nos alcancen individualmente porque ocurren en un tiempo muy dilatado o en lugares lejanos. Tanto es así que, como expone Lomborg en su libro El ecologista escéptico, a partir de un informe publicado en 1992 y titulado Health of the Planet, se observa que para la mayoría de los encuestados el medio ambiente es una de sus mayores preocupaciones pero, y es curioso, cuando se les interroga sobre el estado del medio ambiente a nivel global, nacional y local, a nivel global el estado es muy malo, a nivel nacional algo mejor, y a nivel local mucho mejor que los otros dos.
La opinión que subyace a los resultados de esta encuesta, se basa en las informaciones que llegan a los ciudadanos y esto ocurre a través de los medios de comunicación. Donny Roush, de la Fundación de Ciencia e Investigación Ambientales, y Rosanne Fortner, de la Universidad Estatal de Ohio, estudiaron el tratamiento que se da en la prensa a la dispersión por Estados Unidos del bivalvo invasor llamado mejillón zebra (Dreissena polymorpha). Estudiaron las noticias sobre el molusco, entre el 1 de junio de 1988 y el 31 de mayo de 1993, en el Plain Dealer de Cleveland, el Dispatch de Columbus, el Courier-Journal de Louisville, el Enquirer de Cincinnati y el Commercial Appeal de Memphis. En los resultados queda claro que las noticias tienen cobertura en el momento de producirse y van disminuyendo en importancia y espacio a ellas dedicado con el tiempo; a partir de entonces, solamente vuelven a aparecer cuando algo similar, siempre tratando del mejillón zebra, ocurre en otro lugar. La sensación para el lector es que el problema se ha resuelto y ha desaparecido de su entorno y, por el contrario, es muy importante en lugares lejanos.
En un trabajo anterior publicado en 1993, Julia Corbett, de la Universidad de Minnesota, encontró un resultado semejante cuando investigó el tratamiento dado al calentamiento global en varios periódicos de Canadá y Estados Unidos (el Star de Toronto, el Journal de Edmonton, el Citizen de Ottawa, el Tribune de Chicago, el Star Tribune de Minneapolis y el Enquirer de Cincinnati). La preocupación por el calentamiento global existía pero no permanecía firmemente asentada entre las prioridades de los lectores. Esto es lo que en periodismo se denomina afganistanismo.
Este término, utilizado desde los años cuarenta en el periodismo estadounidense y popularizado en 1974 por el Premio Pulitzer Anthony Lukas, del New York Times, significa que el periodista escribe sin problemas y con seguridad de algo que sólo él conoce en profundidad porque ocurre lejos del área de conocimiento más o menos directo de los lectores del periódico (por ejemplo, del tsunami producido por el terremoto de Indonesia), y excluye de las noticias aquellas que conciernen a hechos cercanos al lector, que puede conocer en profundidad e incluso vivirlos en primera persona (por ejemplo, las emisiones de dioxinas de una incineradora), o molestar a personas, instituciones o empresas influyentes en el entorno cercano al periódico.
Roush y Fortner, en el artículo que antes he citado, proponen una definición de afganistanismo adecuada al tratamiento de las noticias que tienen relación con el medio ambiente: Cualquier descripción de temas ambientales que tengan lugar en el área de distribución de un periódico será menos severa, menos habitual y con un impacto menos negativo que si ocurre en otra parte; de la misma forma, cualquier descripción de un tema ambiental que tenga lugar fuera del área de circulación del periódico, será más importante, más habitual y más negativa en extensión y efectos.
*Corbett, J.B. 1993. Atmospheric ozone: A global or local issue? Coverage in Canadian and U.S. newspapers. Canadian Journal of Communication vol. 18, January 1.
*Lomborg, B. 2003. El ecologista escéptico. Espasa Calpe. Madrid. 632 pp.
*Pacala, S.W., E. Bulte, J.A. List & S.A. Levin. 2003. False alarm over environmental false alarms. Science 301: 1187-1188.
*Roush, D. & R. Fortner. 1996. Newspaper coverage of zebra mussel in North America: A case of “Afghanistanism”? Electronic Green Journal vol. 3, June.