John Steinbeck escribió Las uvas de la ira y convirtió a los granjeros del Medio Oeste americano en símbolos de la emigración y de la dignidad ante la desgracia. John Ford dirigió la película del mismo título y contribuyó a popularizar la epopeya de los granjeros y su emigración a California en busca de una vida mejor. Todo comenzó en las Grandes Llanuras, con la agricultura cerealista, la sequía y la erosión del suelo por las tormentas de polvo. Es el Dust Bowl de la Gran Depresión, en los años treinta del siglo pasado.
Hoy día, continúa la polémica sobre estas prácticas agrícolas. Existen dos posturas contrapuestas sobre el mantenimiento de una agricultura cerealista extensiva de secano en las Grandes Llanuras: los “catastrofistas”, que consideran que es un error desde el punto de vista ambiental y que, además, puede llevar en el futuro a otro desastre en las cosechas y a más erosión del suelo, como ocurrió en la Gran Depresión; y los “adaptacionistas”, que reconocen los efectos ambientales negativos de la agricultura extensiva en esta región semiárida, pero aceptan los beneficios de las innovaciones técnicas y sociales, incluyendo una mayor adaptación a los cambios climáticos típicos de la zona con técnicas agrarias sin arado o mejores seguros sobre las cosechas. Ambos grupos interpretan el Dust Bowl de los años treinta a partir de causas muy distintas: los primeros, por las malas prácticas agrícolas, y los segundos, a partir de una situación excepcional de sequía prolongada.
Según William Parton y su grupo, de la Universidad Estatal de Colorado, en Fort Collins, dados los avances en las técnicas agrícolas, la cuestión debe centrarse en si estas innovaciones son suficientes para detener la degradación ambiental provocada por la falta de agua, la calidad del agua y del suelo, la dureza del clima y los cambios sociales, económicos y políticos. Para William Parton, los datos del último siglo y las tendencias que muestran esos datos apoyan a los “adaptacionistas”. Durante las últimas décadas, la situación de la población, el riego, la erosión, las cosechas, los ingresos y demás parámetros se mantienen estables o mejoran. Los cambios en las prácticas agrarias, la maquinaria disponible, el riego a partir de acuíferos profundos o el creciente cultivo de variedades para biocombustibles son aspectos positivos. Entre los factores negativos están el aumento del precio de la energía derivada del carbón y el petróleo, el posible agotamiento de los acuíferos y el envejecimiento de la población. En resumen, la situación es optimista pero con aspectos que hay que vigilar.
*Parton, W.J., M.P. Gutmann & D. Ojima. 2007. Long-term trends in population, farm income, and crop production in the Great Plains. BioScience 57: 737-747.