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En muchas ocasiones, existen diferencias entre lo que se dice y lo que se hace, y Nicolás Maduro que no esta vacunado contra esa máxima, dice que está listo para enfrentarse a EEUU.
Una y otra vez, la pandilla busca impresionar mostrando su fantasioso poderío en actos militares saturados de teatralidad. Son videos de TV para consumo de idiotas, diseñados con el fin de impresionar. Pero lo cierto es que hasta el más ingenuo de los 28 millones de venezolanos, más el resto de habitantes del planeta, saben muy bien de qué va la vaina. Son imágenes diseñadas para encandilar, pero cuando se apagan las cámaras lo que queda en el escenario no es poderio, es fragilidad, es impotencia y es miedo.
Hoy intentaré mirar detrás del decorado, para descubrir el verdadero estado de las Fuerzas Armadas de la Venezuela del Siglo XXI.
Frente al despliegue militar gringo en el Caribe Sur, Maduro dijo responder con 245 frentes de batalla, misiles y aviones rusos Sukhoi, tanques chinos, drones iraníes y una milicia bolivariana de 4 millones de componentes lista para defender la Patria Socialista del Siglo XXI. El ministro de defensa Padrino López, declaró además tener 5,000 puestos claves de defensa antiaérea, a lo largo y ancho del país.
Pero como todos sabemos, la palabra tener no siempre significa disponer, y en este caso buena parte de lo que Maduro dijo que tiene, no está disponible por ser armamento anticuado y en condiciones no operativas.
Expertos de muy contrastado prestigio que consulto diariamente por internet, describen que por falta de mantenimiento y repuestos solo está en buenas condiciones, en el mejor de los casos el 25 %. además del déficit de personal para operarlo.
Lo que el régimen muestra como fortaleza es en realidad una señal de desesperación. Pero veamos, según lo describen las fuentes consultadas cómo luce punto por punto el tan cacareado poderío de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
En el Ejército, los tanques sufren fallas eléctricas y mecánicas severas. Los técnicos especializados han emigrado o desertado y muchos vehículos son desarmados (canibalismo) para mantener a otros funcionando. Y el entrenamiento, se reduce a ejercicios de desfile.
En la Armada, solo tres patrulleras oceánicas permanecen operativas pero armadas con misiles anticuados e inoperativos. Las seis fragatas misilísticas, que alguna vez formaron parte de la flota, fueron vendidas como chatarra y ya no hay submarinos en funcionamiento. El control de las costas, sencillamente no existe, hoy los controles marítimos sirven al contrabando y al narcotráfico, no a la defensa nacional.
En la Fuerza Aérea, de los 22 cazas Sukhoi que llegaron de Rusia en tiempos de Chávez, solo cuatro están operativos pero con muchas limitaciones. Solo pueden volar precariamente 4 F16, que carecen de sistemas de misiles. La mayoría de los helicópteros y aviones de transporte están parados por falta de recambios imposibles de conseguir, no se dispone de pilotos entrenados y ningún avión despega más allá del discurso fanfarrón.
La Defensa Aérea, opera si acaso al 20% de su capacidad. Las FAM ya no tienen capacidad real para operar estos sistemas con alguna eficacia. Ahora tan solo son una estructura diseñada para aparentar poderío, mientras la verdadera fortaleza tecnológica, humana y moral está por los suelos.
Las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas ni son invitadas a participar en ejercicios internacionales con otros ejércitos “amigos” como Rusia, Corea del Norte, China, Cuba etc. del mundo, a nadie le gusta hacer el ridículo. Pero el deterioro no es solo material, también hay fracturas dentro del corazón de la institución armada en sí.
Los generales y almirantes denuncian humillaciones por órdenes del alto mando Chavista. Estos son obligados a participar en los shows de la avergonzante milicia de la tercera edad, los fines de semana y enviados a tareas que corresponden a oficiales subalternos. Mientras tanto, el cartel de los soles, Maduro, Diosdado Cabello y su cúpula mantienen todos los privilegios. Controlan el poder político, el dinero y las armas.
El régimen pierde autoridad incluso entre sus propios generales. Los expertos coinciden en que Maduro ya perdió la supuesta guerra antes de empezarla. Todo su despliegue es una puesta en escena, un intento desesperado por proyectar poderío para mantener la obediencia interna y el control político.
Otro indicativo del colapso es la deserción, en los últimos años, miles de efectivos, incluyendo oficiales medios y técnicos, han abandonado la Fuerza Armada Nacional. Entre 2019 y 2021 se registraron cifras escandalosamente altas de oficiales de mediana graduación y pilotos que desertaron o fueron dados de baja por negarse a participar en operativos del régimen. Muchos de ellos están presos actualmente.
Esa fuga de personal significa una sola cosa. Menos mecánicos para reparar los tanques, menos técnicos para mantener los aviones y menos instructores para entrenar a nuevos componentes. Con cada renuncia se pierde no solo la capacidad operativa, sino también el alma institucional que alguna vez defendió la verdadera soberanía y democracia en Venezuela.
Lo que queda es un cascarón vacío, un aparato militar sostenido por el miedo, por la propaganda y por intereses criminales. El ejército que Maduro ofrece como defensa no es un ejército, es una sombra, una ficción, un decorado que intenta sostener el poder de un grupo narco criminal que llegó a la fase terminal.
La verdadera fuerza militar de Venezuela se desangra por dentro sin material, sin liderazgo, sin moral, sin disciplina y sin propósito. Y mientras el régimen se aferra a esas fuerzas armadas de TV y papel, la lucha real de Venezuela sigue siendo la de unos ciudadanos de a pie, que han hecho de todo por recuperar su soberanía, su dignidad y su libertad.
Pero el reloj sigue con su tic, tac, y está diciendo a la panda de malhechores que su tiempo se acabó… que por fin se llegó al llagadero.
Continuará…
Cantaclaro
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