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En estos tiempos explosivos de drones, misiles y demás inventos para matar a cuantos más mejor, hay otra batalla que irremisiblemente la estamos perdiendo. Y eso es así por la ignorancia, irresponsabilidad y complejos de los falsos líderes que supuestamente gobiernan los países más contaminantes del planeta tierra.

En los EEUU, pese a poseer las mejores condiciones para ser un eficiente combatiente en esa batalla de vida o muerte para todos, el gobierno de su ínclito presidente actual está procediendo a desmantelar de su país todos los reglamentos, leyes y organismos que se habían establecido para erradicar el basurero creado en tantos años de desprecio por la naturaleza. Ello es producto de la ideología supremacista, prepotente, con visos de teatralidad y malentendido caudillaje, lo que prima, decide y practica el Sr. Presidente Donald Trump.

Es una puesta en escena, como pocas veces se han podido ver en la historia de los Estados Unidos norteamericanos y posiblemente en el resto de las sociedades del mundo, donde se promocionan sin recato alguno los reactivos de contaminación más terribles que se puedan aplicar, como es el uso indiscriminado del carbón. Y si fuera poco el daño que se produce con ello, se favorezca la invasión de áreas ecológicamente frágiles en tierra y mar como sujetos de explotación de petróleo, cuyo uso exacerbado es el mayor agente contaminador de hoy.

Para justificar esta política suicida, han sembrado la tesis fraudulenta de que quienes abogan por la conservación del ambiente y por el desarrollo de fuentes más limpias de energía, falsean la realidad argumentando que pretenden enriquecerse con la implantación de las nuevas tecnologías disponibles. Para nada se toman en cuenta las recomendaciones de los científicos más contrastados en el tema, sino que se hostiga y amenaza a quienes sí están tratando de frenar el desastre.

El empeño ciego, pero no mudo como el que ponen de manifiesto estos “santones negacionistas del cambio climático” promueve los desastres ambientales que estamos presenciando todos estos años, como son la ausencia de lluvia en ciertas regiones y repetidas inundaciones en otras, masivos incendios forestales y demás tragedias climáticas imposibles de ignorar.

Señalar también, que es frecuente ver en los distintos foros internacionales, cómo representantes de las llamadas economías emergentes, repiten hasta la saciedad el argumento con el que justifican su enorme consumo de carbón: …”Durante décadas las potencias occidentales quemaron carbón para su desarrollo económico, ahora nos toca a nosotros hacer lo mismo y no vale el doble rasero de medir”…

Por otra parte, en capítulo que también corresponde a este tema que traigo hoy, está lo referido a otro país que contamina a base de bien, pero con efectos a base de mal, me refiero a China.

El país asiático nos ofrece un relato medioambiental, si no distinto, al menos esperanzador del asunto. China es el principal consumidor de la segunda fuente más contaminante del planeta, como lo es el carbón. El año pasado ese país quemó más de 500 millones de toneladas de carbón. Esta situación coloca a China como la nación más contaminadora del mundo, seguido por EEUU, India y Rusia.

Pero China, a diferencia de los otros estados que le siguen en el ranking de suciedad ambiental, utiliza el poder total de su sistema político en teoría “comunista” donde el sector opositor brilla por su ausencia, para echarle una mano al buen hacer de limpiar la casa de todos.

Libre de oponentes (en este caso para bien) en China se están haciendo esfuerzos para reducir el uso de combustibles fósiles. Paradógicamente, las políticas energéticas de China han convertido al país en puntero mundial de la transición energética hacia usos de energías limpias, como las eólicas y solares, con el propósito de establecer un tope en el uso de energía fósil y lograr finalmente la transición completa para 2050. En esta ocasión y caso, justo es felicitar a esa imparable nación que sin duda será la próxima primera potencia, por lo menos económica del planeta.

La solución de este inmenso problema de suciedad mundial que les he traído hoy, no será posible si países como los que he mencionado no se colocan (sin importar las notables diferencias sociopolíticas y económicas que puede haber) del lado de quienes desea limpiarlo. Así, sin más.

Continuará…

Cantaclaro

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