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En entrada anterior, decía que los “alacranes” acomodaticios opositores venezolanos que asesora el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero están acomodando su tablero, y el régimen narco, homicida y ladrón intentaba sostener lo insostenible.
Pues bien, este mes de octubre el tablero político opositor también está siendo editando con formidable fuerza, María Corina Machado recibió el premio Nobel de la Paz. Su nombre se volvió tendencia mundial y su figura, antes confinada al terreno opositor local, entró en la lista de líderes globales reconocidos por su defensa atípica de la democracia como valor universal.
Ese hecho ha cambiado la ecuación geopolítica de Venezuela. El conflicto ya no se lee solo como una disputa entre poderes internos, sino como una causa global por los derechos civiles y democráticos que desde hace 26 años fueron arrasados.
El efecto inmediato ha sido contundente. Mientras barcos, aviones y demás fuerza militar ponen cerco al narco-estado madurista, la imagen de María Corina Machado se ha convertido en un contrapeso moral y mediático como nunca antes.
Algunos medios de comunicación internacionales, y varios gobiernos que o apoyaban a la pandilla o se desentendían del asunto, ahora se encuentran con que el conflicto venezolano tiene dos caras claramente definidas, el poder armado del déspota Maduro y la legitimidad moral de la oposición encabezada por María Corina Machado.
Para muchos esto marca un punto de no retorno. Si el régimen se aferra al poder, como lo ha hecho hasta ahora por la fuerza militar, lo hará frente a una líder reconocida mundialmente como símbolos de libertad y paz.
Dentro del propio Chavismo-Madurismo, la presión se siente y mucho. Esta semana se filtró y publicó en medios de información fiables, que Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino habrían intentado abrir canales discretos de negociación con intermediarios extranjeros.
Según esas fuentes, el mensaje era claro: estarían dispuestos a salir “pacíficamente” si recibían amnistía general, seguridad económica de sus bienes personales y protección internacional, es decir, entregar el poder sin enfrentarse a procesos judiciales.
Esta propuesta no ha tenido respuesta alguna que se sepa y, mientras tanto, EEUU sigue acumulando fuerzas sin lanzar una ofensiva directa y definitiva.
Por su parte, el ministro de defensa, Vladimir Padrino, dijo en tono preocupado que la amenaza se siente muy cerca y que el país debe prepararse para cualquier escenario. Ese tono, más entreguista que desafiante, es interpretado como una admisión de vulnerabilidad o incluso de división interna entre las cúpulas que supuestamente comanda.
En Caracas, el dictador Nicolás Maduro volvió al discurso gastado del enemigo externo. Dijo por la TV que la amenaza es inminente, que Venezuela está lista para defenderse y que ya pidió formalmente la mediación del Papa. Pero esa solicitud cayó en saco roto, ya que el Vaticano hasta ahora no ha respondido y la diplomacia europea también se mantiene en silencio.
El gesto más reciente del Papa fue simplemente reiterar que toda crisis debe resolverse por la vía pacífica sin entrar en detalles y sin nombrar para nada a Venezuela. Esto debilita aún más el intento de Maduro de obtener una legitimidad moral internacional.
Esta ha sido una semana bien cargada y decisiva en el tablero venezolano. Los refuerzos en el Caribe ya están cerca, María Corina Machado se convierte en un icono mundial de resistencia democrática, y el régimen, que alguna vez pareció inamovible, hoy muestra señales claras de descomposición, derrota y final.
Y para terminar este “amable relato”, les pongo una frase que pasó a la historia y que he querido darle su paralelismo con la Venezuela del día de hoy.
Después de la Batalla de El Alamein, primera gran victoria británica desde el inicio de la 2ª Guerra Mundial, donde Hitler había machacado a mansalva al Reino Unido:
…” Esto no es el fin, ni siquiera es el principio del fin, pero es, quizás, el fin del principio “…
Winston Churchill
Continuará…
Cantaclaro
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