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Cualquiera que me haya tratado, se habrá dado cuenta de que si hay algo que detesto a rabiar, es el maltrato a los animales, y entiéndase como animales, los con o sin pelo, escama o pluma, y los que definimos como humanos. El modo como tratemos a cualquiera de ellos es un indicativo muy preciso de nuestra calidad personal.
Pero no siempre ha sido así, en mis tiempos adolescentes meterle una pedrada con el “tiragomas” a un perro o gato callejero era algo normalizado, el cazar pajaritos con la “chimbera” de balines otro tanto, el pescar ranas y hacerles las mil diabluras lo mismo. En fin, que uno era indolente al sufrimiento ajeno por definición, ¿o tal vez producto del tratamiento que recibía en el cole, donde los curas nos impartían su pedagogía formativa a fuerza de leña pareja? Lo de “letra con sangre entra” era el método homologado en aquellos tiempos en que nos tocó ser los educandos del franquismo por la gracia de Dios.
Siempre he convivido con gatos y perros (generalmente un par por especie) y he de decir que todos ellos han vivido y viven si no mejor que uno, por lo menos no peor. Es ese uno de los preceptos de obligado cumplimiento que he transmitido a mis hijos y nietos.
Reconozco sin menosprecio alguno a los gatunos, tener mejor correlación con los perrunos. Estos nobles animales han sido y son cazadores, policías, guerreros, pastores, rescatistas, bomberos, guías de ciegos, deportistas, guardianes, mascotas, etc.
En el entorno actual es tal su popularidad y presencia entre nosotros, que hasta son los actores principales en chistes, anécdotas y refranes de amplia difusión. Cito un ejemplo que me parece apropiado para definir con claridad los últimos episodios sucedidos en Venezuela. Dicho en criollo llanero:
Perro que come manteca mete la lengua en tapara
Es un refrán muy popular venezolano que se usa para expresar que una persona con malas “vainas” (en este caso mañas o corruptelas), aunque intente disimularlas, tarde o temprano, volverá a sus conductas anteriores.
La tapara es una especie de vasija hecha de una fruta llamada totuma a la que se le dan diferentes usos, uno de los más populares es la elaboración de ese recipiente donde se guarda la manteca para cocinar.
Los viejos perros amos del valle
La pandilla saqueadora Chavista-Madurista está a punto de desaparecer. Hoy los agraciados colaboracionistas, los seudo líderes de “oposición” probadamente comprados y empresarios aprovechados de pacotilla, todos ellos ampliamente conocidos desde hace más de 25 años viviendo como potentados a sueldo de la dictadira, están reacomodando su tablero.
En ese batiburrillo de gentuza destaca un elemento, despreciable donde los haya, conocido como “el eterno opositor” el tal Henrique Capriles Radonski, este tiparraco es uno de los que han servido de comparsa en la última tomadura de pelo electoral y “elegido” diputado por… ni quiero saber qué estado del país.
Ese grupo de avispados neo patriotas son los llamados “alacranes”, se trata de una asociación de listos que pretende continuar derivando beneficios personales en un país que han saqueado y sepultado material y moralmente. Están asesorados por el alacrán mayor español José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Qué más de lo que ya se ha comentado de este arrastrado ejemplar falta por decir?
Este expresidente del engaño, la manipulación y trepador a tiempo completo ha vuelto a las andadas, ha resucitado de entre los “vivos muertos” y pretende configurar ahora lo que será la nueva Venezuela, o sea, seguir metiendo su lengua en la tapara.
Aviso a navegantes
Hay que tener mucho ojito puesto a estos sinvergüenzas que, habiendo comido manteca a cuatro papos, pretenden meter su lengua en la nueva tapara democrática, libre, próspera y feliz que se avecina. Son los mismos perros con distintos collares, pero sin bozales.
(Adjunto foto de Gogor, un viejo amigo y defensor ya desaparecido)
Cantaclaro
Continuará…
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