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Cuando las próximas generaciones venezolanas tengan acceso a una historia no oficial, es decir, la escrita no por un autor interesado, sino la que enfoque los eventos que realmente ocurrieron, se preguntarán cómo un sector de población tan importante del país permitió la permanencia en el poder durante tantos años a resentidos sociales, ignorantes y ladrones cuyas fechorías sucedían a la vista de todos y con la mayor impunidad.
Habrá quien diga, con alguna razón, que fue un acto de desinterés ciudadano por la política lo que le permitió y de algún modo autorizó a sus gobernantes el cúmulo de irracionalidades perpetradas. Otros, desde luego, justificarán ese pecado con el hecho innegable de la despiadada represión.
Ambas posiciones son bajo mi modo de ver los hechos, posturas cuya simplicidad está reñida con la verdad absoluta de todo lo sucedido. Es este un tema para ser estudiado en profundidad por versados en la materia, lo que sin duda se hará cuando las circunstancias del país así lo permitan.
Es importante puntualizar, que ese desinterés, junto a la represión que he referido, ni fue general ni fue permanente en el tiempo. Es además de justicia señalar que siempre hubo venezolanos plenos de coraje y dignidad que dieron lo mejor de sus vidas defendiendo los valores democráticos que habían sido aniquilados, pero esos valerosos compatriotas nunca estuvieron en manifiesta mayoría frente a un séquito tolerante con el sistema opresor que les permitía aprovecharse de los residuos y migajas de las comilonas chavistas.
Si el masivo rechazo de la ciudadanía hubiera adversado al régimen (como es el caso ahora) este hamponato que ha oprimido, asesinado y saqueado la Nación, no hubiera podido permanecer aferrado tanto tiempo al poder.
Este estado de cosas, esa aberración no es algo solo circunscrito a Venezuela, ha ocurrido en muchos países cuyos regímenes, si no similares, fueron muy parecidos al venezolano. Sucedió en la Unión Soviética con Stalin y hoy con Putin, en Alemania con Hitler, en España con Franco, en Italia con Mussolini, en Cuba con Castro, en Argentina con Perón y siguientes, en Nicaragua con Ortega, etc, etc.
Ese baldón que engloba la complaciente sumisión ante la brutalidad criminal parece ser un fenómeno muy corriente en muchas sociedades. De manera que no estoy diciendo que los venezolanos hayamos sido particularmente condescendientes con la dictadura. Lo que ha faltado en todos estos años de apagón democrático, es la presencia en el estamento social-politico nacional, un liderazgo fuerte, capaz y sobre todo honesto.
Es gratificante y muy esperanzador que María Corina Machado y su invalorable equipo de colaboradores, hayan logrado colocar al régimen contra las cuerdas, solo falta para lograr ese KO definitivo, un solo golpe que mande al dictador Maduro directamente a la lona.
Ese golpe debería ser y quiero creer que será, un estado de rebelión general, expresada en huelgas, paros y desobediencia civil generalizada.
Ante eso, no hay mal que se resista… continuará.
Cantaclaro
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