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¿Qué es más importante, que el presidente electo Edmundo González Urrutia se haya exiliado en España, después de que el brazo de cartón judicial del régimen chavista había ordenado su captura, o que el autobusero dictador bananero venezolano Nicolás Maduro ordenara por decreto que la Navidad de este 2024 sea celebrada el primero de octubre?
A simple vista da la impresión de que sustancialmente es más importante lo primero, es decir, que un hombre a sus 75 años, después de propinarle una buena tunda de votos a un dictador, se haya largado a España, desde donde con toda seguridad le va a seguir dando leña pareja, hasta en el cielo de la boca.
Es mucho más importante porque ese señor tiene una carrera diplomática impecable, un currículum donde no hay ni una sola mancha, una historia personal de absoluta corrección, es un ser que irradia serenidad y decencia, cuya única falta fue vencer por una diferencia abrumadora al mamarracho dictador Nicolás Maduro en la elección del 28 de julio.
Esa es la única falta que cometió y por eso libraron contra él una orden de captura, acusándolo de las decenas de muertes que provocó la represión del régimen contra las protestas masivas en las calles de toda Venezuela.
Aunque un porcentaje mínimo de maduristas agraciados a quienes les cae alguna limosna ocasional simule que no, la totalidad de los venezolanos (incluidos los chavistas) saben que su único delito ha sido derrotar en las urnas de manera abrumadora al apestado dictador, al punto de obligarlo a realizar un fraude tan grotesco y burdo, que es imposible de creer… es como tratar de esconder un elefante en una caja de zapatos.
En lo referido al hecho de decretar la Navidad el primero de octubre, si bien le atribuyo la propiedad de provocar risas, no le niego la posibilidad de ser algo nada gracioso. Es otro truculento y desesperado recurso para distraer la atención de lo sustancial en la Venezuela actual.
Es totalmente admitido, como algo normal, que un dictador caribeño, bananero, pueda decretar que la Navidad se celebre el día que a él le salga de su entrepierna. Solo falta ver el precedente que supondrá la reacción del romano pontífice sobre este “original” asunto.
Puede hasta que en una de esas, se presente en Maiquetía (a riesgo de ser expulsado ipso facto) con la intención de celebrar la Natividad en el caraqueño palacio de Miraflores… que cosas así y más “solemnes”, ya las hemos visto.
De darse el caso, será interesante presenciar a Maduro (como José) acompañado de la primera combatiente Cilia (como María), interpretando el nacimiento viviente. Los Reyes Magos serían personificados por Padrino López (como Melchor), Diosdado Cabello (como Gaspar) y el moro Tarek William Saab (como Baltasar) cuyo maquillaje deberá ser el adecuado para la ocasión, no como el que habitualmente se aplica. Para el resto de acompañantes, un par de docenas del generalato nacional patriota, aplaudiendo como focas amaestradas bastarán.
Sería, desde luego, para desfallecer de risa, contemplar a todos los cortesanos chupa medias, dándole a la caña fina, echando cohetes y devorando manjares a cuatro papos. Solo que la nota discordante será ver, cómo el venezolanito/a de a pie, hace maromas y las pasa canutas, pensando cómo carajo hacer las consabidas hallacas de todos los diciembres.
Hay cosas en este dictador que traen a mi mente ese rasgo tan característico de los autócratas, particularmente caribeños. Somoza, Pérez Jiménez, Noriega, Trujillo, Castro, etc., es ver cómo la embriaguez de poder los convierte en algo estúpidamente ingenioso…absurdo.
Forma parte de lo que el ilustre Arturo Uslar Pietri definió como realismo mágico latinoamericano, y que tiempo después inspiró a García Márquez para su novela El coronel no tiene quien le escriba, donde remarca esa característica, ese ridículo absurdo en que terminan cayendo todos ellos.
A eso se parece Nicolás Maduro tratando de cambiar de tema, tratando de distraer la atención a la agobiante pobreza que produce una diáspora permanente que va inundando el resto de América Latina, EEUU, Canadá y Europa.
Cree que trayendo la Navidad lo más cerca posible, la gente empezará a tener un espíritu festivo, los comerciantes a nutrirse de productos para vender en esos días de derroche, y supone que así seguirá ganando tiempo.
El régimen venezolano tiene demasiado que perder, hay toda una nomenclatura asociada con mafiosos que se han hecho y son escandalosamente ricos y que terminarían en la cárcel si el dictador cae.
Es la causa del disparate hecho gobierno, que le obliga a imponer un totalitarismo absurdo, y el totalitarismo absurdo origina no solo un régimen criminal, es también el disparate hecho gobierno. Es la eterna pescadilla que se muerde la cola.
Todo se andará
Cantaclaro
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