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La distinguida revolucionaria Delcy Eloína Rodríguez junto a su hermanísimo Jorge Jesús Rodríguez, (dupla de inmorales sinvergüenzas donde los haya) son por definición el arquetipo de “medradores políticos sin escrúpulos” (y los hay muchos) que haya conocido Venezuela en su pasado reciente y en la actualidad.

Sobre estos pájaros de cuenta, subyacen varias incógnitas, pero hay una en particular que solo podría explicarse, una vez aplicado el sentido común y alguna lógica.

Y pregunto: ¿cómo es posible que la Sra. madre de ambos pajarracos, viuda y de modesta condición económica, haya podido dar a sus hijos (como es el caso) una educación universitaria en EEUU y un ambiente familiar de clase más que acomodado?.

Su marido, Jorge Antonio Rodríguez, fue el fundador de aquella lastimosa, pero criminal asociación de comunistas conversos, denominada Liga Socialista, que en la década de los 70 aireó por todo el país las miserias morales de Fidel Castro.

Su única actividad “productiva” se redujo al hecho de mantener secuestrado en las selvas de Guayana por casi 4 años a William Niehous, ejecutivo de la firma norteamericana Owens-Illinois, cuyo rescate de US$ 20.000.000.- (un dineral para la época) pagado por la empresa curiosamente jamás se recuperó.

Capturado el autor intelectual y material del secuestro, fue conducido a dependencias de la policía política DISIP del Presidente Carlos Andrés Pérez, donde lo torturaron y consecuencia de ello falleció por infarto al corazón.

Nada mejor que las propias palabras de su hija Delcy Eloína para cualificar las consecuencias del trágico episodio. Palabras que revelan “los demonios interiores” que han condicionado hasta hoy las actuaciones políticas de ambos hermanos: “la revolución es nuestra venganza personal por la muerte de nuestro padre”.

Carlos Andrés Pérez destituyó a Arístides Lander director de la DISIP y a otros tres funcionarios policiales, quienes debieron responder ante la justicia, siendo todos ellos condenados a largos años de prisión por esa muerte.

Los hermanos Rodríguez (hijos de tan mediático mártir-héroe revolucionario) explotaron excelentemente el inagotable filón (lo siguen haciendo) del asesinato de su padre, como magnífica plataforma de proyección hacia los más altos cargos en los gobiernos de Chávez primero y Maduro después.

Lo que esta pareja de corruptos sinvergüenzas, hasta el día de hoy no ha hecho, es pronunciar una sola palabra (sus “motivos” tendrán) sobre los US$ 20.000.000.- “misteriosamente desaparecidos” que siempre salen a relucir cuando alguien todavía recuerda y comenta aquel memorable suceso.

Cantaclaro

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