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Sustituyo con la nota de hoy mi acostumbrado recopilatorio de aconteceres heroicos del año que termina en la atribulada Venezuela de estos terribles tiempos de revolución. Una vez más seré breve y sobre todo concreto.
En los últimos meses, se ha observado claramente cómo el gobierno de EEUU trata al narco dictador Maduro. Ahora las declaraciones, comentarios y demás asuntos relacionados con la narcodictadura que preside, se llevan a cabo con guantes de seda y condescendiente trato.
El hecho contradice y pone flagrantemente en entredicho los principios estratégicos, económicos, políticos, de seguridad, de credibilidad y sobre todo morales de ese gran país del norte americano.
Me cuesta, pero quiero terminar el año remarcando este punto que como supondrán, me ha cabreado y mucho.
Cuando se habla sobre la Venezuela de hoy, no hay quien se atreva a sacarle la cara a Nicolás Maduro y su cohorte de vividores, salvo que el sujeto en cuestión sea algún mente de pollo, robagallinas e hiperprogresista con deseos de cometer (como lo dijo literalmente el erudito Maduro) un “autosuicidio” político en toda regla.
El régimen madurista se ha convertido en un narco estado (tercer productor y exportador de cocaína) con cultivos claramente identificados en los estados Apure, Amazonas, Zulia y Táchira.
La próspera actividad económica está flagrantemente gerenciada por el ministro de defensa Vladimir Padrino López y por el inefable (matón pero cobardón) Diosdado Cabello entre otros.
Debido al asunto que menciono arriba, el gobierno norteamericano ofreció en su momento recompensas millonarias por la captura de ambos pajarracos, más la de Nicolás Maduro por ser cómplice necesario y la de alguno más.
El dictador Maduro ha generado el éxodo de casi ocho millones de venezolanos. Este fenómeno sin precedentes, hace años que dejó de ser un problema fronterizo, ahora los EEUU y demás países del hemisferio, se enfrentan a una gravísima catástrofe económica y social.
Este crucial problema no se solucionará con muros o expulsiones masivas sino con la eliminación de quien lo causa, y eso ocurrirá sólo si el régimen de Maduro deja de existir.
En nota anterior decía que las sanciones de EEUU a Maduro y demás compinches son insuficientes y tardías, en aquella nota ponía como ejemplo los 62 años de felicidad cubana donde no ha pasado nada que no sea hambre, cárcel y habladera de paja revolucionaria para consumo de tanto idiotizado como hay.
Pues bien, hoy un año después vemos con verdadero desencanto cómo se incumplen palmariamente dichas sanciones. Vemos cómo viajan con la mayor impunidad los supuestos sancionados sujetos de ser detenidos. Hasta el propio Nicolás Maduro viajó a la conferencia del medio ambiente de Egipto y qué decir de la “saladita” jamada del chuletón en Estambul.
Hemos visto con estupor cómo el gobierno de EEUU apoya y promueve sin que se les caiga la cara de vergüenza, un diálogo entre los asesinos y los que por obra y gracia de la divina providencia lo pueden contar, pero que no incluye ni se nombran para nada los asesinados, cosa bien difícil por cierto, habida cuenta de que el muerto no habla, no siente, no padece y no puede ofrecer su opinión.
Está claro que las motivaciones del gobierno gringo para abandonar sus principios, sobre todo morales, son transparentes como agua de tinajero pero con un apestoso olor a petróleo.
Aquí ha pasado lo de siempre en todos los órdenes de la vida, las conveniencias e intereses (incluyendo los políticos) al principio pueden ser sutiles… pero siempre después de un tiempo, se hacen evidentes hasta de bien lejos.
Felices Pascuas y un nuevo año 2023 en que se cumplan todos sus deseos.
Cantaclaro