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En esta sociedad “moderna” que hacemos nuestra, hay cosas (demasiadas para mi gusto y entendederas) que no logro asimilar.
Somos o pretendemos ser soberanos, individualistas, autónomos, independientes y absolutamente libres.
Entendiendo la libertad como un legítimo derecho universal, incondicional y sin cortapisas posibles, es decir, libres en el sentido general y total del término.
Pero al mismo tiempo, muchas veces (también demasiadas para mi gusto y entendederas) actuamos de forma contradictoria con lo que señalo en el párrafo anterior, ya que el uso (por no decir abuso) de nuestra libertad, atenta y de qué manera el bienestar y hasta la vida de los demás.
Algunos ejemplos:
Rehusamos las vacunas contra la pandemia.
Nos manifestamos contra las mascarillas.
No aceptamos las limitaciones de movilidad.
Rechazamos los aforos en actividades deportivas, culturales y sociales.
Creo que ya va siendo hora de que hagamos un pequeño esfuerzo de autocrítica. Que dejemos de buscar excusas para justificar nuestro atropello al derecho que también tiene el otro de ejercer su libertad.
Las normas (leyes) de comportamiento ciudadano se hicieron para de alguna manera limitar el “porque me da la gana” de los que creen ser los más listos, los más fuertes y los más sabios.
Que siempre terminan por ser los más tontos pero no por ello los menos peligrosos.
Cantaclaro
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