…
Para muchos (entre los que me cuento) las noticias que llegan de Afganistán no son para nada motivo de sorprensa, es más, son algo tan obvio que se daban como hechos que antes o después ocurrirían, y así lo han hecho.
Hemos presenciado escenas que nos han parecido ya vistas con anterioridad, son imágenes de aquella otra guerra olvidada de Vietnam, donde veíamos con incredulidad al personal del cuerpo diplomático de EE.UU en pánico y huyendo en helicóptero desde la azotea de su embajada en Saigón. Hechos que se repitieron en Teherán (Irán) y Mogadiscio (Somalia).
Este ha sido el humillante último episodio del experimento norteamericano en Afganistán. Salieron por fin de otra eterna guerra (costosísima en vidas y equipamiento militar) que no podrían ganar.
Y todo (además de lo demás) por pretender “supuestamente trasplantar” la democracia occidental en países que viven en el mayor de los oscurantismos que se hayan conocido en la historia de la humanidad.
Pero que tristemente es “su” modo de entender la vida bajo “su” ley Sharia, con lo que ello implica en espantosas condenas básicamente contra las mujeres en general y transgresoras de la Sharia islámica en particular.
En este tema hay mucha tela que cortar, pero lo que no se debe (porque no se puede) hacer es resolver algo tan complejo y primitivo, con métodos “pretendidamente democráticos”.
Un poco de Historia
La Unión Soviética trató en 1980 de establecer un gobierno socialista que respondiera a las doctrinas lanzadas desde Moscú. Para ello, invadieron militarmente el país bajo la certeza de poder establecer rápidamente su influencia debido a que para entonces Afganistán era una nación eminentemente rural y extremadamente pobre. Pero se equivocaron.
La guerra de Afganistán supuso una inversión histórica para la URSS que prácticamente la catapultó a la quiebra y posterior desaparición. En este contexto, es que se establecen las bases de lo que posteriormente serían los talibanes.
Después de que la Unión Soviética se retirara, la lucha entre los muyahidines conduce al caos. Es entonces, en 1994 cuando se forma el movimiento Talibán, comprendido en su mayoría por estudiantes y dirigido por el veterano muyadihín Mullah Omar.
Para septiembre de 1996 la capital, Kabul, cae en manos de los talibanes.
En 1997 los talibanes emiten un mandato en el que le cambian a Afganistán el nombre a Emirato Islámico de Afganistán. El país solo es reconocido oficialmente por tres naciones: Pakistán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.
Entre 1996 – 2001 el grupo impuso estrictas leyes islámicas sobre la población afgana.
En este periodo las mujeres fueron víctimas de la más absoluta regresión de cualquier derecho fundamental. A esto se sumaban las condenas que siguen estrictamente la ley islámica.
El adulterio conllevaba la ejecución pública y el robo suponía la amputación, también pública, de una mano.
Las restricciones a la literatura, fotografías, música, bailes y cualquier expresión de tipo artístico también predominaron durante ese periodo.
Las ejecuciones por este tipo de “violaciones” de la ley islámica eran a menudo realizadas por los propios familiares de los acusados bajo presión.
Para 1997 Mullah Omar forja una relación con Osama Bin Laden
La atención internacional se centró en ese país, cuando EE.UU los acusó de acoger terroristas. Las sospechas de que Afganistán era el campo de entrenamiento de Al Qaeda contribuyeron al aumento de la consideración de amenaza por parte de todo Occidente.
Después del ataque a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 Estados Unidos lanzó un ultimátum a los talibanes, para que entregaran a Osama Bin Laden y a otros miembros de Al Qaeda, algo que no pasó y derivó en una invasión internacional el 7 de octubre de 2001 que llamaron operación “Libertad Duradera”. Durante esa operación los talibanes pierden el control de Afganistán ante Estados Unidos y las fuerzas de la Alianza del Norte.
En diciembre de 2006 uno de los principales líderes talibán, Mullah Akhtar Mohammad Osmani, es asesinado en un ataque aéreo por parte de Estados Unidos.
Cayó el Gobierno pero ello no determinó la total destrucción Talibán. Los primeros años tras el colapso del Emirato Islámico el grupo Talibán estuvo profundamente dividido entre distintas facciones, pero en todo caso, su poder fue progresivamente en aumento.
El modelo pro-Occidental impuesto en Afganistán no supuso la consolidación democrática del país y fomentó todavía más la creación de una especie de burbuja económica y política en torno a Kabul que estaba muy lejos de la realidad de pobreza y atraso que reinaba en el área rural. Había un gran descontento y decepción sobre el nuevo Gobierno “supuestamente democrático” debido a la corrupción y a las promesas incumplidas, además la constante presencia de fuerzas extranjeras en el país, configuraban un caldo de cultivo perfecto para que las filas de combatientes pertenecientes al Talibán se agruparan de nuevo con el objetivo de retomar la lucha armada por el poder.
Aunque durante el Gobierno de Hamid Karzai estas acciones se limitaron tan solo a actos terroristas y su poder en la zona rural era pequeño y todavía fragmentado, su presencia empezó a aumenta a partir del año 2011 en diferentes zonas. Para ese entonces el presidente estadounidense Barack Obama aumentó a cifras históricas el número de soldados estadounidenses en la zona, algo que no sirvió de mucho.
Años después quedó claro que la acción militar no resolvería el conflicto en Afganistán y se empezó a considerar una solución pactada. Con la progresiva reducción de efectivos militares internacionales, el poder talibán fue aumentando poco a poco y finalmente esta tendencia se consumó tras el acuerdo con Estados Unidos para la salida de sus tropas. Es importante señalar que después de que las fuerzas de EE.UU expulsaran a los talibanes del poder en 2001, Afganistán consolidó su lugar como el principal proveedor mundial de opio y heroína.
En 2017 los talibanes emitieron una carta abierta al recién electo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pidiéndole que retirara las fuerzas estadounidenses de Afganistán. Después de años de negociaciones, los talibanes y la administración Trump finalmente firmaron un acuerdo de paz en 2020. Estados Unidos acordó retirar tropas y liberar a unos 5.000 prisioneros talibanes, mientras que los talibanes acordaron tomar medidas para evitar que cualquier grupo o individuo, incluido al Qaeda, utilice Afganistán para amenazar la seguridad de Estados Unidos o sus aliados. El resultado de lo anterior fue que la violencia en Afganistán alcanzó sus niveles más altos en dos décadas. Los talibanes aumentaron su control de franjas más amplias del país y en junio de este año 2021 controlaban ya entre el 50% y el 70% del territorio afgano fuera de los centros urbanos.
Un informe del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas advirtió que un talibán envalentonado representa una amenaza severa y en expansión para el gobierno de Afganistán. El informe argumentó que los líderes talibanes no tenían ningún interés en el proceso de paz.
Hasta aquí los antecedentes…
Lo actual
El presidente Joe Biden declara: Las fuerzas militares de Estados Unidos no pueden ni deben luchar y morir en un lugar donde sus fuerzas armadas no están dispuestas a hacer lo mismo por sus ciudadanos. No pediré a las tropas de mi país que sigan luchando indefinidamente. La misión de Estados Unidos en Afganistán nunca fue edificar una nación ni crear una democracia, sino evitar un ataque terrorista. Si los talibanes atacan el retiro de los estadounidenses o de sus aliados la respuesta será enérgica y se empleará una fuerza devastadora.
Respaldo por completo mi decisión. Después de 20 años, he aprendido de la manera más dura, que nunca habría un buen momento para retirar las tropas estadounidenses. ¿Cuántas vidas de estadounidenses más se deben sacrificar? Mi respuesta es clara y no repetiré los errores del pasado quedándonos en un conflicto que no es del interés nacional de Estados Unidos.
El ejército afgano tenía la tarea de repeler a los talibanes y otros grupos armados como al-Qaeda e ISIS que representaban una amenaza existencial para el gobierno afgano respaldado por Estados Unidos. Pero la rapidez y la fuerza de los talibanes, puso en evidencia la poca fe que tenían los soldados del país en la institución a la que pertenecían y en el gobierno nacional que habían jurado defender.
La situación de la mujer
La ley Sharia prescribe una forma de vida completa para los musulmanes (social, cultural, religiosa, militar y política). Gobierna la vida del musulmán desde la cuna hasta la tumba. Es un código legal totalitario brutalmente represivo impuesto al pueblo en nombre del dios islámico y degrada a las mujeres. Las mujeres bajo el Islam son tratadas como propiedades de hombres porque se les considera inferiores. En el Islam, la mujer vale apenas la mitad de un hombre.
Las mujeres están bajo el control de parientes varones o maridos que se consideran sus tutores. La independencia financiera y la libertad sexual son casi imposibles para las mujeres en el Islam. El tutor masculino tiene derecho a impedir que su mujer musulmana se eduque, trabaje, viaje, salga de casa, etc.
Una mujer puede heredar solo la mitad de lo que hereda su hermano, esposo o hijo. El testimonio de dos mujeres en la corte recibe el valor y la credibilidad del testimonio de un hombre. Si una mujer muere, el dinero de su indemnización es la mitad del dinero de indemnización de un hombre.
Una mujer musulmana no puede convertirse en jefa de estado, jefa de las fuerzas armadas, imán o juez. Las mujeres no pueden votar en muchos países islámicos.
Se prohíbe el trabajo femenino fuera de sus hogares. Sólo unas pocas doctoras y enfermeras tienen permitido trabajar en algunos hospitales en Kabul.
No pueden estar solas fuera de casa a no ser que estén acompañadas de su “mahram” (parentesco cercano masculino como padre, hermano o marido).
No pueden establecer tratos comerciales de ningún tipo.
No pueden ser tratadas por médicos o enfermeros masculinos.
No pueden estudiar en escuelas, universidades o cualquier otra institución educativa (los talibán convierten las escuelas para chicas en seminarios religiosos).
Las mujeres deben llevar burka que las cubra de la cabeza a los pies.
Azotes, palizas y abusos verbales contra las que no vistan acorde con las reglas talibán o contra las que no vayan acompañadas de su “mahram”.
Azotes en público a las que no oculten sus tobillos.
Lapidación pública contra las acusadas de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio.
Prohibición del uso de maquillaje. Uno de los castigos por llevar las uñas pintadas, por ejemplo, es la amputación de los dedos.
No pueden hablar o estrechar las manos a hombres que no sean su “mahram”.
No pueden reír en voz alta ya que ningún extraño debe oír la voz de una mujer.
No pueden llevar zapatos de tacón.
Están obligadas a no hacer ruido al andar ya que ningún varón debe percibir sus pasos.
No pueden usar un taxi sin su “mahram”.
Prohibición de tener presencia en la radio, la televisión o reuniones públicas de cualquier tipo.
No puede practicar deportes o entrar en cualquier centro o club deportivo.
No puede conducir bicicletas, motocicletas y coches aunque vaya con sus “mahram”.
Nada de usar colores vistosos. En términos de los talibán, se trata de “colores sexualmente atractivos”.
Prohibición de reunirse por motivo de festividades o con propósitos recreativos.
Modificación de toda la nomenclatura de calles y plazas que incluyan la palabra “mujer”.
Prohibición de asomarse a los balcones de sus pisos o casas.
Opacidad obligatoria de todas las ventanas, para que no puedan ser vistas desde fuera de sus hogares.
Prohibición a los sastres y modistas a coser ropa femenina.
Prohibición del acceso a los baños públicos.
Prohibición de pantalones, aunque se lleven bajo el burka.
Prohibición de permitir que las fotografíen.
Prohibición de imágenes de mujeres impresas en revistas y libros, o colgadas en las paredes de casas y tiendas.
El matrimonio
El matrimonio islámico es un contrato legal y financiero entre familias.
Es un documento que otorga derechos de relaciones sexuales al hombre.
Transfiere el control de la mujer y su sexualidad a su tutor masculino, o sea, a su esposo.
La mujer es esclava del hombre y por tanto, su deber es la obediencia absoluta al marido en todo lo que le pida.
El Islam requiere que la mujer musulmana obedezca a su esposo. Si ella le obedece, está destinada al paraíso. Por otro lado, si no lo hace, todas sus buenas obras se consideran inútiles, y está destinada al fuego eterno del infierno.
El Corán permite que el marido musulmán castigue a su esposa negándole cualquier relación conyugal.
El pago de la dote crea una relación amo-sirviente entre el esposo musulmán y su esposa. El musulmán compra los derechos sexuales con su esposa pagando la dote. El Corán le da derecho al hombre de golpear por cualquier razón (o sin ella) a su esposa, se recomienda que sea en lugares no visibles.
El matrimonio infantil
El tutor musulmán puede obligar a una tutelada de cualquier edad, a casarse con alguien sin su consentimiento.
No hay una edad mínima para contraer matrimonio islámico. No es permitido que una niña dé su consentimiento para contraer matrimonio. Cuando crezca, simplemente descubrirá que ya está casada.
La probabilidad de muerte de las niñas de 10 a 14 años durante el parto es aproximadamente cinco veces mayor que la de las mujeres de 20 a 45 años. Esto se suma al daño emocional y psicológico que sufren las niñas porque no son lo suficientemente maduras para casarse.
Un hombre puede contraer matrimonio con una divorciada por una noche, consumarlo y luego divorciarse de ella.
El divorcio
En el Islam, los hombres pueden divorciarse de sus esposas por cualquier causa, incluso un hombre puede divorciarse de su esposa para que su amigo pueda casarse con ella.
Solo el hombre tiene derecho a divorciarse de su esposa simplemente diciendo “me divorcio de ti”. Incluso puede hacerlo mediante una nota adhesiva, dejando un mensaje en el contestador automático, por correo electrónico o por mensaje de texto. Una mujer no tiene derecho a iniciar el divorcio a menos que tal derecho le sea concedido por su marido.
La poligamia
El Corán permite al musulmán tener tantas mujeres como desee. El musulmán puede casarse con más de cuatro esposas simplemente divorciándose de una y reemplazándola por otra. La poligamia es algo habitual, irrespetando todo sentimiento o derecho de la mujer que la sufre.
El harén es un sistema de esclavitud doméstica. Reduce a las mujeres a algo que un hombre puede acumular, como coches, corbatas etc. La esposa no puede evitar que su marido se case cuantas veces le apetezca. Ella no tiene nada que decir al respecto.
La circuncisión femenina
Si la familia de una niña musulmana sigue la ley Sharia puede ser obligada a la mutilación genital. Esta prática brutal deja profundas cicatrices físicas y mentales de por vida y dificulta el parto.
La Sharia islámica trata a las víctimas de violación de manera absolutamente injusta. Para probar la violación, el violador tiene que confesar o 4 testigos hombres tienen que testificar. El testimonio de la víctima es inadmisible. Eso hace imposible para cualquier mujer probar la violación. Incluso si se le declarara culpable, el violador queda libre pagando una mínima multa.
Otros castigos de la Ley Islámica
Blasfemia contra Dios, su mensajero o contra el Islam: muerte.
Adulterio: lapidación de la mujer adúltera, 30 latigazos y destierro a su pareja.
Homosexualidad: muerte
Robo: amputación de sus manos.
Beber alcohol: 80 azotes.
Calumnias: 80 azotes.
Abandono del islam: muerte.
…
Hay alguna que otra “cosita” completamente prohibida para la mujer afgana que tenga la dicha de vivir junto al supermacho talibán. Hay que tener en cuenta que la sexualidad femenina se considera “impura y despreciable” solo útil como “entretenimiento” del machoman en sus ratos libres entre rezo y rezo o entre palo y palo, así como lo lee…
Esto es lo que hay… y así se los he contado
Cantaclaro
…