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Aunque parezca exagerado afirmar, sobre la Cuba real, sobre la no adulterada y falsificada isla mártir, no se habla ni se escribe “nada de mucho”, pero contrariamente se alardea “mucho de nada”.
Cuando digo nada, defino el término como algo cierto, real, demostrado e innegable. Algo que refleje una realidad sustantiva que sea fiel exponente del eterno drama en el que esta sumido el pueblo decente cubano desde 1959.
Se dice pronto, pero son 62 años de una estafa continuada cuyos ingredientes no cambian ni una coma la consabida receta original del patria o muerte, o sea, atraso, miseria, cárcel y paredón.
Ocasionalmente surgen noticias, artículos de prensa y opiniones en general que para alguien poco informado o directamente interesado serían la coartada perfecta de los hechos que se quieren ocultar, pero insisto, en la asignatura Cuba (salvo contadas excepciones) se hace de lo irreal lo cierto y de lo anormal la norma, norma a seguir, imitar, difundir y aplicar.
Sobre Cuba hay mucho que decir, mucho de lo que algunos “enteradillos” no quieren hablar, unos por desconocimiento, otros por romántica seducción, otros por complejo anti Gringo y otros (los más) por connivencia cómplice criminal.
Pero casualmente, todos coinciden en un denominador común: el culpable de sus males (de haber alguno) es el bloqueo del Imperio gringo. El falso bloqueo es la falsa patente de corso que lo justifica todo. Lo han dicho tantas veces y por tantos años que ha terminado siendo un mantra psicológico que repiten como loros.
Otros (como es mi caso) seguimos haciendo amigos entre los social-comunistas tan de moda en estos días, lo tenemos bien fácil:
Solo decimos que son 62 años de criminal comunismo masacrando, arruinando y destrozando el país.
Que se espía y persigue a cualquier hijo de vecino hasta el último rincón de su miserable subsistencia.
Que hay miles de presos políticos y desaparecidos.
Que se practica descaradamente la censura en todos los medios escritos y radio eléctricos.
Que mantienen miles de informadores (chivatos) parásitos que viven del Estado.
Les preguntamos sobre los índices de producción agrícola e industrial.
Les pedimos información sobre los privilegios de militares, policía y afines.
Y lo más descarado por lo pertinente, les preguntamos si consideran al gobierno cubano como una democracia.
Como apunte final, decir que todo lo anterior es perfectamente aplicable a Venezuela… son los mismos bagres que chapotean en el mismo charco.
Cantaclaro