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Se materializó el “timo prostituyente”. El régimen terminó imponiendo la tropelía a contrapelo pero apoyado en el poder que le confieren las tanquetas, los fusiles, los abyectos integrantes del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y el Consejo Nacional Electoral (CNE). El 12% de “patriotas de la súper-patria” resolvieron pasarle la aplanadora al 88% de “terroristas y traidores a la mega-patria”, al más puro estilo estalinista, o fidelista, para tropicalizar el atropello.
Que nadie se llame a engaño. En la depauperada, saqueada, hambreada y fallida Venezuela de hoy, hasta el menos espabilado sabe lo que hay, de lo que se trata y hacia dónde quiere conducir el “chófer presidente” un país que con absoluta impunidad (por ahora) asoló un bodrio que llamaron Socialismo del Siglo XXI.
Ya no queda espacio para la duda, ya no hay pretexto posible, nadie con ojos para ver, oídos para escuchar y un mínimo de dignidad y moral, podrá justificar u oponer ambigüedad o imparcialidad alguna. Quien visto lo visto, de algún modo respalde la dictadura madurista es: o cínico en grado superlativo, o amoral por naturaleza, o socio cómplice del despótico criminal.
La consumación de la estafa constituyente comunal ha sido la clara demostración y desenlace final de todo cuanto hemos venido diciendo a lo largo de estos ya casi 20 años de debacle y ruina en aras de una “redentora revolución”.
Pero el fraude, el disimulo, la simulación, la mentira, el adoctrinamiento, la persecución, la violencia física e institucional etc. etc. no han sido suficientes como para hacer pasar por el aro a la vocación libertadora del bravo pueblo de Bolívar.
Se llegó a un punto en que la confrontación político-ideológica de resistencia, pasó a ser una lucha de liberación nacional, un enfrentamiento por la supervivencia personal y nacional que trasciende el solo cambio de quien ejerce la primera jefatura de la Nación.(*)
La inminente batalla final se recrudecerá, si cabe, en estos próximos días terribles en los cuales la lucha subirá de tono y pondrá seguro al régimen contra las cuerdas, quien como siempre seguirá negándose a entender que llegó su final.
No hay solución posible a la actual situación sin la salida de Maduro y su cúpula mafiosa cívico-militar cubanoide incluida. Saldrán y serán sometidos a la justicia.
Se trata de restablecer todas las ramas, todas las instituciones y organismos del Estado, salvedad hecha de la Asamblea Nacional electa democráticamente con una mayoría opositora de más de las dos terceras partes.
Todo este drama de tristeza y vergüenza está muy cerca de llegar a su final definitivo e irreversible.
Tiempo habrá de expresar adecuadamente el agradecimiento a las personas, instituciones, gobiernos y sobre todo a esa muchachada y demás que día a día salen a luchar y morir por la libertad.
No quisiera pecar de pesimismo, pero Venezuela debe estar preparada para la nueva etapa que ahora se inicia. Puede que incluso sea aún más dura de la que se ha vivido en años y sobre todo en meses anteriores.
La victoria está más que cantada, nada ni nadie podrá ya impedir que Venezuela en los próximos días viva una de las páginas más gloriosas de toda su historia.
¡ VIVA VENEZUELA !
Cantaclaro
(*) La crisis de Venezuela no es de carácter ideológico. La revolución solo es una ficción discursiva, es un pretexto retórico que para la inmensa mayoría de la sociedad no tiene ninguna credibilidad, es una excusa que ha permitido a un pequeño grupo enriquecerse exponencialmente hasta convertirse en la nueva clase elitesca que controla el país.
Recurrir continuamente al chauvinismo patriotero, al pueblo, hablar de los pobres, citar machaconamente viejas glorias de la historia y culpar de todo (lo malo) al imperio Yanki, no ha solucionado ninguno de los inmensos problemas que crearon ellos mismos en los casi 20 años de incompetencia y corrupción. Tampoco es una panacea reprimir salvajemente a quienes protestan, asesinar disparando con armas de guerra a inermes manifestantes, detener, torturar y condenar a largos años de prisión sin garantías procesales.
El gobierno no ve ni quiere ver ni le interesa la gente que está enfurecida en las calles protestando, sufriendo una inflación de más del 900% padeciendo la falta de servicios, la criminal escasez de productos básicos, de medicinas y tratando de sobrevivir a la inseguridad. Esa dictadura es indolente con el drama diario de los ciudadanos de a pie.
Hoy Venezuela vive una crisis terminal mientras Maduro sigue y sigue con el mismo concierto para idiotas: patria, patria y más patria…
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