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Patarrolo (tranquilo, despreocupado, impasible)
Lo que está sucediendo hoy en Venezuela no tiene parangón, es algo inédito, algo que escapa a toda comprensión normal y lógica de las situaciones que pudieran generarse en los postreros coletazos de esa dictadura “inacabablemente moribunda”.
Para decirlo en pocas palabras, al venezolano le han robado y roban: la comida, la salud, los ahorros, la seguridad, los derechos, la libertad y hasta la dignidad. Todo el mundo conoce con nombre, apellido, pelos y señales a los causantes de esa catástrofe sin precedente y sigue sin pasar nada.
Sí amigo lector, con bastante menos de la que ha estado cayendo y cae, en Venezuela hace ya tiempo debería haberse producido un mega-reventón social de los de manual de sociología y cuyas consecuencias hubieran seguro provocado algún cambio de situación. Sin embargo, la oposición (MUD) se comió con papas la entelequia gana-tiempo que un soso mental sin instrucción, “supuesto presidente” de un engendro de gobierno agonizante, se sacó del recetario Castro-cubano y lo llamó diálogo. En la práctica todo sigue igual, mejor dicho, todo sigue “igual de peor”. (*)
Lo que está presenciando el mundo hoy en Venezuela es el resultado obtenido de mezclar la erudición, la maestría, la experiencia y el saber hacer de la ciencia socio-política del comunismo castrista del siglo XXI, con grandes dosis de lo que tanto hemos denunciado aquí, a lo que se suma un componente reciente: “patarrolismo” general.
Estamos hablando de un régimen al que le debería doler la boca de tanto repetir durante 18 años la monserga de que ganaba por paliza todas las elecciones. Que sacaba pecho en cualquier escenario internacional allá donde se presentara (y se presentaba en todos) de ser el país más electoral y por ende el de gobierno más democrático y legitimo que se hubiera conocido en el planeta.
Ahora con la misma cara, han decidido de un plumazo (léase plomazo) suspenderlas todas, y las suspenden por lo menos hasta el día en que tengan alguna posibilidad, si no de ganarlas, al menos de no hacer el ridículo con los resultados, o sea, hasta nunca jamás.
Por fin el gobierno de Nicolás Maduro ha sido consecuente con su naturaleza dictatorial y un dictador no necesita elecciones, en una dictadura nadie se llama a engaño, allí se hace lo que el mandón dice y punto.
Pero en el caso de Venezuela es tal el grado de corrupción y reparto sectorizado mafioso, que nadie puede afirmar a ciencia cierta quien es el que lo dirige todo. Personalmente creo que son varias la tribus, cada una de ellas con su respectivo “cacique” que hace y deshace como le viene en gana. En todo caso, por una de esas casualidades o causalidades de la vida, todos ellos figuran en la lista negra del Imperio Yanki, donde se les acusa de delitos muy graves, que no prescriben y cuyas penas pueden suponer décadas a la sombra.
En fin, que tendremos que aprender a ser un poco (bastante) “patarrolos” a la hora de tratar los asuntos venezolanos. Tendremos que cultivar también el don de la paciencia (es lo que menos tengo y uso) y esperar confiados en algún milagro salvador.
Por algo a Venezuela la llamaron “tierra de gracia”.
Cantaclaro
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(*) Lo he dicho siempre, Hugo Chávez es el gran culpable del despropósito que es hoy Venezuela, pero entre todos los disparates cometidos en los 15 años destructivos de su “reinado”, destaca sobre todo, el haber dejado en la presidencia a un individuo tan negado y gris (cada vez que habla causa más pena que rabia) sin formación alguna, sin liderazgo, sin capacidad y cuya inteligencia se percibe “algo” limitada.
En sus fantochadas de “sainete con pretensiones serias” por TV en cadena nacional para consumo de idiotas, en que siempre aparece como el “presentador estrella”, si el espectador supera los primeros cinco minutos de vergüenza ajena, puede llegar a sentir hasta alguna lástima del personaje.
Este brillante “estadista” chófer de autobús de profesión y justito en materia gris es sencillamente patético. El pobre ignorante e incapaz, ha puesto el listón del limite de la estupidez humana a un nivel imposible de superar.
Nicolás Maduro es en esencia un tirano analfabeto que pasará a la historia (ojalá que sirva para aprender y no repetir errores) como el más anodino y mediocre de todos los gobernantes habidos en Venezuela desde que existe como país.
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