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Para muchos, Venezuela es en la actualidad un país absolutamente desconocido. El venezolano de hoy se encuentra sumido en la desesperanza, sometido por la delincuencia y por un gobierno entregado a un poder comunista invasor que llegó a dominar la nación a través de fraudes masivos en los mecanismos que otorga la democracia y gracias a una clase política mayoritariamente ignorante y corrupta cuyo accionar ha hecho retroceder el país al nivel de la peor república bananera que uno sepa.
Desde su llegada al poder, el mismísimo Hugo Chávez manifestó públicamente que si alguien necesitaba alimentar a sus hijos tenia el derecho de robar. Este infausto comentario vino acompañado por un vertiginoso crecimiento de la delincuencia y violencia asociada al delito común.
El asesinato en Venezuela guarda una gran similitud con la práctica de caza del hombre de las cavernas.
Ubican la presa y la someten causándole la muerte en la mayoría de los casos. Por regla general estos crímenes no son ni investigados, el asesino considera entonces que su negocio tiene un riesgo mínimo con altísimas ganancias.
Es así como un malviviente o un grupo de ellos se pueden hacer de vehículos, costosos equipos electrónicos y bienes en general que después convierten en dinero en el mercado negro o guardan incluso para su uso personal.
Otra modalidad delictiva muy al uso hoy es la llamada “vacuna”. Consiste en “recaudar” periódicamente determinadas cantidades de dinero de las potenciales víctimas, con el fin de evitarles futuros posibles “contratiempos”, es decir, antes atracaban al de la tienda y ahora el de la tienda paga “voluntariamente” para no ser atracado.
En Venezuela la industria del secuestro es la única en crecer y lo ha hecho de forma exponencial.
Secuestran hasta en los barrios de chabolas, los montos que piden por los rescates dependen de la capacidad de pago percibida por los delincuentes, cuando se trata de una persona pudiente o de alguien de clase media, la tarifa es mucho más alta y se aceptan distintas formas de pago.
Televisores de última generación, móviles, ordenadores personales y joyas son moneda de cambio corriente a la hora de rescatar a la infortunada víctima.
Hay cifras que hablan por sí mismas y son imposibles de ocultar: en Colombia, luego de 54 años de conflicto armado entre gobiernos y grupos terroristas equipados con armamento de última generación financiado por el narcotráfico, el secuestro, la extorsión etc, se contabilizan 220 mil muertos.
En Venezuela, durante los últimos 16 años de “revolución de paz”, las estimaciones de ONG Human Rights Watch estudiosa del tema, tasa la cantidad de homicidios cometidos en 250 mil. Según publica el Observatorio Venezolano de la Violencia organismo que estudia la materia, en el “odiado imperio USA”, con más de 300 millones de habitantes, el promedio de homicidios por cada 100 mil habitantes es de 4.7 mientras que en Venezuela, en el año 2015 se alcanzó un promedio de 90 homicidios por cada 100 mil habitante.
Algo tan rutinario como tomar el transporte para ir a trabajar o a estudiar se puede convertir en la ruta a la muerte.
En menos de dos meses solo en Caracas la prensa ha reseñado siete casos de personas asesinadas en unidades de transporte público, además de los robos a mano armada que, según transportistas, varían entre tres y cinco diarios.
El tema de la delincuencia en Venezuela da para mucho y es de obligatorio cumplimiento el referirnos también a los hampones de cuello blanco, mejor dicho rojo. Esos que amasan grandes fortunas metiendo la pezuña de forma indiscriminada en el erario público, sin que los supuestos órganos de supervisión del estado (Contraloría, Poder Judicial y Congreso) se molesten siquiera en investigar.
Si acaso hay algún tipo de acción puntual contra alguno de estos rojo-delincuentes, es porque traicionaron al llamado proceso y se pusieron a “cantar” (tráfico de drogas, blanqueo de capitales y derechos humanos) en los organismos de justicia norteamericanos procurando “salvar los muebles de la quema” en ulteriores procesos judiciales.
La inmensa mayoría de aquellos “héroes” que acompañaron al inefable comandante en la intentona golpista de 1992 más el cúmulo de familiares y cortesanos varios que se sumaron después, están literal e inexplicablemente forrados de dinero.
Exhiben unos niveles de riqueza incompatibles con el ejercicio de un cargo ministerial o de gobernador o de diputado etc. Algunos tienen crías de caballos en el exterior, otros llegaron a ser dueños de bancos y otros más pasaron de ser vendedores de muebles de oficina y seguros, a multimillonarios magnates que no pueden ni de lejos justificar el origen de sus enormes fortunas.
El modo de operar de estos auténticos mafiosos, mayoritariamente consiste en operaciones de narcotráfico, falsas importaciones, comisiones e intermediación con groseros sobreprecios que muchas veces cuadruplican el costo real en la compra de materias primas, alimentos, medicinas, recambios y equipos varios para la industria petrolera.
Otra versión del hamponato rojo lo representan los creadores de las llamadas “empresas de maletín” establecidas de la noche a la mañana para esos fines en los llamados paraísos fiscales y cuyos accionistas son meros testaferros.
En el entramado indescifrable de estas empresas fantasmas, es donde se cocinan las obscenas riquezas de los “ultra patriotas” nuevos redentores de la igualdad y la de sus aventajados cortesanos-compiches.
En ese caldo putrefacto, cohexisten también (todo hay que decirlo) viejos y nuevos “empresarios” que nada tienen que ver con el chavismo, pero que han sabido medrar a su sombra. Estos (en complicidad con los peces gordos y no tan gordos del gobierno) ponen sus empresas quebradas al servicio del escamoteo en el nefasto control de cambio que la incompetencia roja se empeña en mantener más como mecanismo de sometimiento de la población que como medida efectiva para evitar la fuga de divisas.
Los testimonios-confesiones de Jorge Giordani (14 años ministro de planificación y mano derecha de Chávez) confirmaron que solo el año 2012 no menos de US$ 30.000 millones fueron entregados por funcionarios corruptos del régimen a cómplices del sector privado. Edmée Betancourt, presidenta del Banco Central de Venezuela (BCV), reveló que ese mismo año más de US$ 30.000 millores fueron a parar a importaciones ficticias.
El tesoro venezolano esta siendo saqueado de una manera verdaderamente criminal. Como lo he dicho y escrito muchísimas veces, el llamado chavismo ingresó más del doble de dinero que todos los gobiernos sumados desde 1810.
Esta montonera de depredadores que han acabado con la última oportunidad que ha tenido Venezuela de salir definitivamente del subdesarrollo usando el recurso petrolero, algún día tendrá que pagar por todo el daño acasionado.
En todo caso, lo que próxima e inexorablemente ha de venir, es lo que Winston Churchill prometió a la sociedad de su tiempo: sangre, sudor y lágrimas. El sudor y las lágrimas son a todas luces inevitables, pido y espero que la sangre no.
Amén
Cantaclaro
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