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Cuando me desespero, recuerdo que a través de la historia, los caminos de la verdad y el amor siempre han triunfado. Siempre han existido tiranos, asesinos que por un tiempo pudieron parecer invencibles, pero al final, siempre caen.
Mahatma Gandhi
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Con ese “saber y hacer” del régimen heredado con pretensiones de perpetuidad, el venezolano actual vive sumido en un entorno trágico de novela al más puro “Realismo Mágico” del ilustre Arturo Uslar Pietri.
El llamado chavismo como tal, se ha caracterizado por ser pura ficción. Es un sentir frustrarte dado que su accionar y resultados salen siempre al revés de lo anunciado, donde todo funciona al contrario de lo que el más elemental sentido común pudiera dictar, donde todo es disparatado, caótico, desquiciante, donde la farsa, la simulación y el engaño es el fundamento, la norma y la ley.
Donde el presidente afirma hoy lo que ayer negaba y anunciará mañana todo lo contrario a lo que dijo hoy, que en todo caso será lo que ayer no dijo. Es lo anormal hecho normal, es el absurdo hecho cotidiana realidad. Las calamidades y desgracias, que se multiplican como impulsadas por un “gafe-maleficio” de dimensiones ultrasiderales, se agigantan día a día.
En este momento agónico el régimen tiene más del 80% de rechazo en la opinión nacional, no es preciso ser un opositor para palpar y entender el descomunal fracaso de gobernabilidad, el atentado diario al estado de derecho, a sus instituciones, al sector productivo y el saqueo al que impunemente se sigue sometiendo al país.
Todos los servicios públicos están demolidos y los males en materia de asistencia sanitaria, que ya eran graves, se han profundizado a niveles de verdadera catástrofe humanitaria que el gobierno con su habitual cinismo niega, impidiendo de forma criminal que pueda ingresar al país ayuda internacional.
No hay…
Para variar, en Venezuela no hay independencia de poderes, no hay respeto a los derechos humanos, no hay ningún apego a los principios democráticos, no hay rendición de cuentas, no hay un gobierno que tome decisiones basadas en la subordinación y acatamiento constitucional.
No hay ningún tipo de estructura que realmente posibilite al ciudadano defender sus derechos, no hay comida, no hay medicinas, no hay agua, no hay electricidad, no hay gas, no hay seguridad, no hay, no hay, no hay…
Los temas de Derechos Humanos y presos políticos son preocupantes y recurrentemente tratados en todos los organismos internacionales que se ocupan de investigar estos casos.
El poder judicial con su proverbial “caradurismo”, no solo está siendo utilizado para bloquear el funcionamiento de la Asamblea Nacional, sino que es usado además como herramienta de represión contra los ciudadanos.
Por todo lo anterior, no es casual que con el impulso dado por su presidente Luis Almagro la OEA haya activado la Carta Democrática. Que una representación valiosa de ex presidentes demócratas de probada solvencia moral se pronuncien sobre el descalabro de Venezuela y su democracia. Que el Mercosur cuestione la legitimidad de ese “truculento y embarazoso asociado”.
Estos aspectos y muchos más que tantas veces he denunciado aquí, son parte del inmenso lamparón que cubre toda Venezuela, y que lo califica como una afrenta a todo lo que tenga que ver con democracia, progreso, libertad y decencia. Situación vergonzosa para un país que dos décadas antes de la devastación chavista, tuvo prestigio de primer orden en el contexto continental americano y mundial.
La imagen que se proyecta hoy de Venezuela, es la de un país que con sus carencias que sin duda reconocemos, pasó de un empuje y progreso ciertamente envidiables, a las profundidades de un foso aparentemente sin fondo y cuyo desenlace final cada día se vislumbra más negro.
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