El que dice una mentira no sabe la tarea que asume, pues estará obligado en el futuro a inventar cien mentiras más para sostener la verdad de la primera.
Alexander Pope
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Hugo Chávez tiene al menos 22 años cayéndole a mentiras a los venezolanos y por extensión al mundo, esa falsificación de comandante ha hecho de la mentira su forma de vida. Desde febrero de 1992 cuando se atrevió a dar un golpe de estado atentando contra la vida de personas inocentes, el teniente coronel no ha producido más que mentiras.
Nunca se había visto en la historia de América Latina (excepción hecha con Fidel Castro y compañia) mentir tanto y de forma tan continuada como lo ha venido haciendo en todos estos años el susodicho comandante charlatán.
Conocedor de la frágil memoria histórico-política que caracteriza a la gran mayoría de sus connacionales, ha hecho de esta “debilidad” su mejor aliado, por lo que miente a diestra y siniestra sin el menor rubor. Es más, ese gobierno Pinocho ha mentido y miente tanto y tan seguido, que hace ya la intemerata pasó el umbral de enredarse en sus propias patrañas y chorradas.
Son 22 años para el recuerdo de la indignidad golpista, que condujeron a 14 años enervantes por la monserga rompetímpanos y el desparpajo con que miente este impresentable charlatán de feria. Mentir, mentir que algo queda era la doctrina Goebbels. La de Chávez en cambio parece ser la de mentir, mentir, hasta que no quede una sola verdad. (1*)
En sus continuos viajes a Cuba su padre putativo Fidel Castro seguro le dirá que en las dificultades es preciso culpar a la oposición golpista, al imperio yanki, al fenómeno climático El Niño, a la crisis económica mundial, al sionismo internacional, a los colombianos, a la capa de ozono… en fin a cualquier cosa que sirva para distraer la atención o justificar el entuerto. Pero seguramente no le mandará escupir mentiras bajo la premisa de que los venezolanos son unos imbéciles, tan escandalosamente ridículas que ni el más tonto de sus seguidores cree.
¿Qué pasó con aquellos saboteadores eléctricos detenidos, que en los próximos días presentaría al país? ¿Y los magnicidios? Que yo sepa, Venezuela a lo largo de toda su historia ha sufrido un solo magnicidio, uno solo, en cambio en estos años de “revolución magnicida” se han denunciado decenas. Eso sí, sin que aparezcan los culpables, sus armas, documentos capturados, indicios, pruebas, nada de nada.
El listillo fabulador en su rol de víctima, intenta confundir a la opinión pública nacional e internacional para seguir abusando del poder y obtener licencia para reprimir, ofender y vilipendiar arbitrariamente a los opositores a su gobierno y de paso distraer la atención de la hecatombe en que esta sumido el país.
Comoquiera que la reiteración latosa, aburrida y gratuita de magnicidios, terrorismo y golpes de estado no convence a nadie, el baboso telepredicador mayor, grita y grita más y más, y promete y promete más y más pruebas, e insiste una y mil veces en el timo de los fulanos magnicidios y demás patrañas. (2*)
Este comandante bocazas parece sufrir una extraña enfermedad llamada “magniciditis recurrente aguda” debe ser alguna dolencia pasajera (a los pocos días ya no habla más de ello) pero que vuelve y se repite cada dos por tres dándote la lata hasta aburrir a todo Dios con la misma tabarra.
Para más señas, el farsante fabulador cuenta sus novelas sin siquiera tener presente que para mentir, como lo hace a diario, debe ofrecer al menos por mínima que sea alguna base de credibilidad, algún elemento racional en el cual fundar sus extravagantes afirmaciones, pues ni eso.
Sólo hay que detenerse a observar cinco minutos un Aló Presidente cualquiera, para darse uno cuenta de la cantidad de embustes que este esclarecido cretino es capaz de largar delante de una cámara de TV. todo para meterte con calzador las bondades de una colosal estafa económica, política, social y moral solo comparable a la que padecen desde hace más de cinco décadas en la isla de la felicidad cubana.
Hay sistemas de gobierno, donde la mentira está penalizada, sistemas de gobierno donde mentir es un delito. En la Venezuela de Chávez ocurre todo lo contrario, allí decir mentiras es ley, quien no sepa mentir no puede pretender acceder a ningún cargo por modesto que este sea.
El engaño es una condición sine qua non para optar a ser “alguien” en el gobierno, y mientras mejor sea la falsificación, más posibilidades hay de llegar a ser ese alguien de primera linea en su igualmente falsa revolución. Chávez ha hecho de ello una virtud, ha instaurado el régimen de la “falsocracia”. De ahí que uno vea falsos generales, ministros, diputados, gobernadores, alcaldes, embajadores, jefes de tal o cual empresa del estado u organismo oficial etc., de tan supina ignorancia y en consecuencia total incapacidad para el ejercicio de sus funciones, que el estado general de improvisación, postración y desidia que se aprecia por todas partes sea algo lógico y normal. (3*)
Otro ejemplo palpable de lo que significa mentir para ese gobierno lo constituye el tema de la enfermedad de su Presidente, en este caso y desde un primer momento lo que han hecho es mentir, mentir y más mentir, ¿no les dolerá la boca?.
Cualquier gobierno mínimamente serio y responsable habría informado a sus gobernados, desde las primeras de cambio y con lujo de detalles, sobre los males que aquejan al Jefe del Estado.
El gobierno de Chávez hizo todo lo contrario: lo ocultó hasta que ya no pudo aguantar más. Chávez no quería informar nada sobre su enfermedad, los rumores respecto al cáncer que lo aqueja circulan desde el año 2009, fue una complicación ocurrida en La Habana en Junio de 2011 lo que lo obligó a cambiar los planes.
Cuando sus médicos le informaron que debían operarlo, el Presidente optó por hablarle al país y confirmar lo que hacía tiempo se decía en cada pasillo del Palacio de Miraflores.
Contrariamente a la manera de actuar de Hugo Chávez, el único que dijo la verdad sobre su estado de salud fue el Dr. Salvador Navarrete: al Presidente le quedan poco menos de 2 años de vida, dijo. Ya todos sabemos lo que pasó con el médico, debió abandonar el país y poner los pies en polvorosa porque en Venezuela decir la verdad es un delito de lesa patria. Solo que obligatoriamente detrás de una mentira siempre hay una verdad pero nunca hay una mentira detrás de una verdad, esa es la razón de pura lógica por la cual la verdad termina imponiéndose siempre.
Impedir y negar lo inevitable
Aunque trate de disimularlo con cadenas de radio y TV, con discursos de 9 horas en la Asamblea Nacional y “consejos de ministros” televisados donde algunos actores se duermen delante de las cámaras, el Presidente Hugo Chávez sabe desde hace bastante tiempo (al parecer sin asumirlo plenamente) que su enfermedad es muy grave. (4*)
En tal sentido, ejecuta acciones y adopta decisiones que constituyen un claro mensaje de que las cosas no andan nada bien. Una de las primeras decisiones adoptadas por el chavismo, como consecuencia de la enfermedad que afecta a su mandamás, fue el adelanto de la fecha de las elecciones presidenciales para el 7 de octubre de 2012.
Las presidenciales por lo general siempre se realizaron en diciembre, pero esta vez de manera inexplicable, el Consejo Nacional Electoral (que él controla) las adelantó 2 meses y postergó para abril de 2013 los comicios municipales.
Otra decisión que, indudablemente tiene que ver con la enfermedad que aqueja al comandante del micrófono, fue el nombramiento de Diosdado Cabello en la Presidencia de la Asamblea Nacional.
El oficialismo quiere sellar todos los huecos, la presencia de Cabello en la Asamblea Nacional es para cubrir una posible vacante presidencial, evitando que el gobierno caiga en manos de algún diputado “blandengue” o de alguien que no esté lo suficientemente comprometido con lo que ellos llaman “el proceso”.
La designación del general Henry Rangel Silva como Ministro de la Defensa es otra decisión que obedece al mismo escenario. Chávez colocó al frente de las Fuerzas Militares a un oficial pana-compinche al 100%. Allí no se trató de preservar la institucionalidad allí se primó defender a Chávez. Importante es recordar que Rangel Silva fue el mismo oficial que dijo con su cara muy lavada que las Fuerzas Armadas no reconocerían a otro Comandante en Jefe que no fuera Hugo Chávez.
Pero en la historia latinoamericana abundan episodios de experiencias previas donde los “herederos del poder” (gallinas que quisieron cantar como gallos) no lograron “calzar las botas” del caudillo predecesor. Las figuras de Perón en Argentina, Velasco Alvarado en Perú, Torrijos en Panamá, Duvalier en Haití, Castro en Cuba, etc, etc ilustran el fracaso de los escogidos en equipararse a sus progenitores.
Aunque solo fuera por un hecho insoslayable, Venezuela no es ni podrá ser en este sentido una excepción histórica. Entre todos los posibles herederos del supremo comandante (desde multi-ministros lamebotas y ex-choferes de autobús hasta tenientitos mega-corruptos devenidos en presidentes del Congreso Nacional, pasando por adulterados narco-generales jalabolas) como dice la jerga popular: “ninguno va pal baile porque ninguno tiene con qué”.
Y para variar, termino esta nota con otra noticia del deporte nacional venezolano del rumor. Se dice que el Consejo Nacional Electoral (CNE) podría cambiar (otra vez) la fecha de las elecciones presidenciales. Chávez será operado una vez más en La Habana y de los resultados de esa operación dependerá que haya elecciones o no el 7 de octubre.
Se lo preguntaremos a Fidel…
Cantaclaro
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(1*) Son 14 años “impartiendo doctrina” por TV a todo aquél que tenga la paciencia u obligación de escucharlo. Enchufa el ventilador de sus babas y larga la cantinela de que ser rico es malo, que hay que repartir entre los pobres lo que a uno le sobre, que su revolución es de amor y toda esa diarrea de chorradas que pone en órbita cada vez que le da por vestir la túnica de profeta bíblico y vocear sus grotescos delirios sobre lo que cree (o dice creer) que es el socialismo.
La corrupción política generalizada, la inseguridad ciudadana, el atentado diario a la legalidad, la supina incompetencia en todos y cada uno de los altos cargos de la administración, la quiebra fraudulenta de (expropiaciones incluidas) todas las empresas propiedad de la Nación, la descomunal deuda pública (hipoteca de varias generaciones) contraída básicamente para “atender” requerimientos militares y demás fauna roja (léase comisiones y sobornos) etc. etc. son solo algunas de las virtudes que caracterizan al grotesco y delirante Socialismo del Siglo XXI.
(2*) En 1950 fue asesinado (se dice que por orden de Marcos Pérez Jiménez) el teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud, presidente de la Junta Militar de Gobierno. Una oscura conspiración de su entorno presidencial puso fin a la vida del militar que abogaba por la celebración de elecciones y por la vuelta a la constitucionalidad, contra el criterio de Marcos Pérez Jiménez que sostenía la tesis de no dejar el poder bajo ninguna circunstancia. Este es el único magnicidio registrado en Venezuela en toda su historia republicana.
El tal comandante del los multi-magnicidios es algo parecido al típico fantasma, monstruo o asusta viejas de película barata de terror, que por más que se empeñe en dar miedo, lo más que provoca en el espectador es alguna risa antes del cabreo que le causa el haber pagado por ver el bodrio.
(3*) ¿Algún día se llegará a hacer un descarnado ejercicio autocritico donde se analice sobre todo el por qué (el cómo lo sabemos de sobra) se llegó en Venezuela al estado actual de degradación y ruina en todos los aspectos?. Destacar que como colofón vergonzante además de lo demás, el país tuvo y en varias oportunidades, las mejores y más evidentes potencialidades económicas y sobre todo humanas para salir del atraso.
(4*) Ahora más que nunca Venezuela tiene un presidente-comandante bien “cubanizadamente peculiar”. Está enfermo pero está curado. No se deja ver por estar enfermo de lo que se curó. Se va a Cuba para seguir curándose de lo que tenía pero que ya no tiene. Sin haber venido se va otra vez y regresa sin haberse ido. Lo enseñan de vez en cuando junto a Fidel para certificar que ambos están vivos… cualquier día ni siquiera eso.
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