Parte de mis lectores podrian suponer que las cosas que aquí digo son exageradas, inexactas y malintencionadas. De hecho algunos de los correos que a diario recibo se refieren a ello.
Pues bien, empezaré por la última y lo diré en buen criollo: hay momentos en la vida en que ante algunos temas (en este caso políticos) no le cabe a uno otra cosa que estar “arrecho” y en consecuencia, comentarlo arrecho y escribirlo arrecho. (*)
En todo caso, que sí, que lo admito, tengo la peor de las intenciones respecto al dictador venezolano, tan es así, que le deseo unas vacaciones (vitalicias) en algún paraíso comunista o definitivamente totalitario como Irán, Corea del Norte, Zimbabwe, Cuba, Bielorrusia o Libia, países cuyos “lideres” y sistemas de gobierno tanto admira.
Sobre la segunda, que los datos en que se basan mis notas, son fácilmente contrastables y sencillos de cotejar. Cualquiera con un mínimo de “curiosidad” puede buscar y verlos en Internet, son “hechos” ampliamente publicados y difundidos.
Y sobre la primera, solo recordarles aquél viejo aforismo que dice: muchas veces la realidad supera la ficción, este es el caso.
Hablando de datos
Se hace difícil exagerar al hablar de la magnitud del declive y derrumbe de Venezuela. La nación más rica per cápita de América Latina se está hundiendo más y más en lo que puede conducir inevitablemente a su quiebra, así lo muestran todos los indicadores económicos, el país se encuentra en estado comatoso y va a peor.
Es imposible encontrar un sólo sector cuyo resultado sea mínimamente aceptable. Por el contrario, la agricultura, el comercio y la industria se encuentran en una postración desesperada.
La única industria del país, el petróleo, sufre en todos sus niveles de la peor gestión posible, el ordeño financiero del gobierno y la corrupción, han prácticamente aniquilado un sector que no haces mucho fuera modélico por su eficiencia y resultados.
El gasto caprichoso y derrochador del Sr. Chávez, tanto en el país como en el extranjero, ha dejado las finanzas en un estado crítico, paralizando el financiamiento real del sector privado.
Los signos del deterioro están en todas partes: el Producto Interno Bruto cayó, según cifras del gobierno, un 3,6% en 2009 y se contrajo en 6,8% durante los tres primeros meses de 2010, mientras que todas las otras economías regionales están creciendo.
El Fondo Monetario Internacional estima un declive (como mínimo) de 4,8% para el año 2010, poniendo al país con las mayores reservas petroleras fuera del Medio Oriente en una situación económica comparable a la de Argentina en tiempos del “corralito”.
La inflación hasta junio, según ha informado el gobierno, ascendió a 15,2% y se dirige hacia (según informes del Fondo Monetario Internacional) un 50% o más sobre la base anualizada.
El tipo de cambio flotante, uno de los tres tipos (al cual pronto se le unió un cuarto), cayó más del 25% durante abril y mayo. En vez de reconocer su masiva mala gestión, el gobierno culpó a las empresas financieras de llevar a cabo una especulación salvaje, proporcionando así la excusa perfecta para intervenir a más de 30 de ellas en una semana.
La inversión, nacional y extranjera (salvo las gangas otorgadas a las transnacionales en la faja del Orinoco), es prácticamente inexistente y la desinversión se generaliza. En la última década, más de siete mil empresas han cerrado sus puertas, mientras que varias fábricas importantes se mudaron a localidades menos “incómodas”.
La confiscación gubernamental de empresas privadas sobrepasa ya las 160 compañías establecidas en cada sector de la economía, con más del 85% en el sector petrolero.
El crimen violento es incontrolable, tanto que los caraqueños se resignan a describir su ciudad como la capital mundial del asesinato. Las cifras (19.000 asesinatos el 2.009) son sencillamente aterradoras.
La fuga de cerebros en todas las profesiones es elevadísima. Numerosos médicos venezolanos estudian y practican ahora en Colombia. Los estimados aproximados señalan que alrededor de 5.000 médicos y enfermeras han huido del país y viven y trabajan actualmente en Colombia, Panamá, España y Estados Unidos.
Esto no incluye los profesionales cubanos de la salud que son explotados por los hermanos Castro en Venezuela, a cambio del salvavidas de 100 mil barriles diarios de petróleo que La Habana recibe de Hugo Chávez. Se calcula que más de 1.500 profesionales de la medicina cubana han huido también a Colombia, la mayoría de ellos han pasado a otros países.
El desarrollo de la infraestructura, potencialmente una excelente fuente de empleo, es prácticamente inexistente. Las carreteras están en mal estado y casi ninguna nueva construcción está en marcha. Las caídas de tensión de la electricidad son frecuentes en ciudades y pueblos, y el agua escasea.
Además de todo lo anterior hay que señalar el enorme peso muerto que genera la corrupción en todos los segmentos de la economía.
Basta con observar el Fondo Nacional de Desarrollo del gobierno FONDEN creado en 2005, ha recibido más de US $ 100 mil millones en sus primeros cinco años y medio, financiando “supuestamente” más de 600 proyectos, de acuerdo con lo dicho por el ministro de Finanzas, Alí Rodríguez.
Sin embargo, no se han especificado los proyectos y el Fondo no ha publicado informe financiero de ningún tipo.
Resulta evidente que FONDEN, no es más que un pozo séptico sin fondo, cuyo monto exacto es imposible estimar de forma confiable, es más, podría asegurar que ni el propio “administrador” el comandante Don Regalón lo sabe.
Hugo Chávez ha influido en gran parte en ese gasto despilfarrador, prodigando recursos a países y líderes que trata de incorporar a su red socialista bolivariana, un ejemplo basta: la decisión del comandante en jefe de invertir US $ 5.000 millones en bonos argentinos de muy dudoso valor.
Por otra parte, el extravagante estilo de vida personal de Chávez y su familia va desde la “afición” coleccionista de costosos relojes, trajes y demás abalorios, hasta viajes al extranjero de él, y de sus familiares y amigos, con comitivas de cientos de personas. Los viajes al extranjero han ocupado más de 15% de sus 11 años como Presidente, y han dado cuenta de una cantidad sustancial de recursos que nadie ha podido ni podrá contabilizar.
En las últimas semanas, las inspecciones realizadas a instalaciones gubernamentales de PDVAL y Mercal (de ello ya me ocupé en nota anterior) han confirmado la existencia de más de 180 mil toneladas de alimentos descompuestos. Que tal situación pudiese producirse, dada la escasez crítica de alimentos básicos, pone de relieve la magnitud y profundidad del problema en que vive la nación.
Lo que viene
La insatisfacción con el comandante-presidente y su régimen es tan grande que algunos observadores creen que la oposición podría lograr la mayoría en las próximas elecciones legislativas. En todo caso diré lo que creo pueda suceder y sus consecuencias:
1) Que efectivamente Chávez obtenga una mayoría abrumadora. Si esto ocurre el destino de la nación tendrá sus días contados. El de la oposición, y toda disidencia también.
2) Que la oposición pierda, pero obteniendo un porcentaje respetable de votos, digamos, alrededor del 45%. Si eso ocurre, se mantendrá hasta el 2012 (cuando tengan lugar las elecciones presidenciales) el desquiciante empate “técnico” que caracteriza la vida política de Venezuela. En este sentido, aún perdiendo, la oposición podría obtener ganancias relativas importantes: aumentar su presencia en la Asamblea Nacional, y sumar las futuras deserciones que sin duda las habrá, en el campo chavista.
3) Dado el sistema truculento que inventó el comandante y sus secuaces para hacer imposible un triunfo de la oposición (Ley Orgánica de Procesos Electorales), podría ser posible que la oposición obtenga la mayoría nacional, pero no la mayoría parlamentaria. En esas condiciones la pérdida de legitimidad del gobierno y el descrédito a nivel internacional sería enorme.
4) La obtención de ambas mayorías, la nacional y la parlamentaria. Se trata, por cierto, de un objetivo dificilísimo, mas no absolutamente imposible. Si eso ocurriera, la dictadura, aunque no el gobierno de Chávez, habría llegado a su fin.
Por último, no es exagerado pensar en los extremos hasta los que Hugo Chávez puede llegar para no perder lo que más le interesa, que es “el poder en sí”.
Un escenario perfectamente posible es que se cancelen las elecciones al Parlamento por “supuestas” razones de seguridad nacional.
Alternativamente, podría simplemente anular los resultados electorales, en caso de que se lleven a cabo y al estadista barinés no le guste el desenlace.
Sin olvidar lo que el autócrata en jefe de Venezuela podría llevar a cabo y que ha amenazado hacer: decretar que el país se guíe por los Consejos Comunales, nombrados y tutelados por el propio y omnipresente comandante.
En fin, que todo está abierto y en veremos… mientras tanto seguirán circulando en Venezuela las historias para no dormir.
Cantaclaro
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(*) Para los que no estén familiarizados con el léxico popular venezolano, a diferencia de otros países de la región en que su significado guarda relación con la actividad sexual masculina, en Venezuela la palabra “arrecho” significa: molesto, enfadado, cabreado en extremo. Así es como se sienten al menos la mitad de los venezolanos de hoy ante el criminal desbarajuste del régimen.
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