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Las noticias provenientes de Honduras desde mediados de la semana pasada sobre el derrocamiento de su presidente Manuel Zelaya me hicieron (para usar una frase ya en desuso) meterme en honduras.
Breve semblanza
Descendiente de vascos con sus casi dos metros de estatura, sus bigotones de “mucho macho” y enfundado en sus inseparables guayaberas, botas altas camperas y sombrero de ala ancha para moverse por su rancho de sopotocientasmil hectáreas, “Mel” como le gusta ser llamado nunca ocultó su condición (siempre se ha dicho que es uno de los más ricos de Honduras) de latifundista, ganadero y maderero.
Hasta el momento de escribir esta nota, el ex-presidente hondureño, hombre de derechas al más puro estilo bananero y etiquetándolo según léxico muy familiar a los “progres” de siempre como terrateniente, oligarca, explotador y anti comunista, con cuyo curriculun se presentó hace tres años a unas elecciones más que dudosas (algo absolutamente normal en equellas latitudes) y las ganó.
Salto de talanquera
De un tiempo al esta parte al Sr. Zelaya se le notaba muy “acarameladito” con el decano de los dictadores de América, sus continuos “viajes de trabajo” a Cuba así lo confirmaban.
Más recientemente lo vemos, ya sin pudor alguno, formar parte de lo que en aquellas tierras se llama la “banda de los cuatro“ Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega y Hugo Chávez. Como en toda banda que se precie, para ser admitido plenamente debería “pasar la prueba” de rigor y lo hizo, mejor dicho, lo intentó.
Recibió el guión que le proporcinó su compinche Chávez y junto con la caridad cristiana de quién sabe cuantos millones de petrodólares, se dispuso a montar el quinto sainete bolivariano del siglo XXI, esta vez con nombre hondureño. En vísperas de las elecciones presidenciales, decide convocar un “referéndum-consulta-encuesta” al “pueblo”, ojo, es condición sinecuanon (así lo dicta el libreto) ponerle siempre el apelativo de pueblo, por delante o por detrás pero ponérselo siempre.
Dado lo anterior la posibilidad de hacerse reelegir presidente vitalicio imponiendo una dictadura constitucional a la usanza de las vigentes hoy en Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, estarían dadas.
Se trata de elecciones repetidas, trucadas, manipuladas, a las que se les ha vaciado su verdadero sentido y contenido.
Que so pretexto de haberlas ganado “legalmente”, estos nuevos apóstoles del mesías habanero se dedican sistemáticamente a violar las constituciones originarias que les permitieron acceder al poder.
Y por si no fuera poco el hecho de pisotear a su propio país, se entregan en cuerpo y alma a intervenir con irritante chulería en otros, manteniendo permanentemente un clima de confrotación insurreccional dentro y fuera de sus fronteras. Ejemplos sobran.
Este “libreto” obedece al proyecto geo-estratégico del castrismo puro y duro que no ha cesado en su empeño desde 1959, y que hoy Hugo Chávez y su chequera ha tomado como bandera. Adaptándose a los tiempos, la maquinaria castrista de asalto al poder, el dictador cubano continúa sirviéndose hoy de la guerra de guerrillas, para ahora en lugar de armas, usar la manipulación del sufragio ¡¡ Qué listos son carajo !!
El golpe
Según el modelo clásico, los golpes de Estado en América latina (me ha tocado en surte presenciar personalmente muchos) ocurrían, o so pretexto de solventar una crisis política o de defensa de las fronteras o cualquier otra patraña y terminaban inexorablemente desnaturalizando las instituciones republicanas, violando los derechos humanos y debilitando la democracia o directamente anulándola.
La iniciativa que acaban de protagonizar las Fuerzas Armadas hondureñas es absolutamente inédita, es un gesto jamás visto en la historia del continente. Por mandato de los poderes públicos establecidos intervienen y deponen un presidente (con apego a la propia Constitución y Ley con la que fue electo y con estricto respeto a la salvaguarda ellas) puesto que aquél, que debía ser su garante las estaba violando descarada reiterada y deliberadamente.
Todas las instituciones, Asamblea Nacional, Consejo Supremo Electoral, Tribunal Supremo de Justicia, Contraloría General de la República etc. etc. siguen siendo las mismas y quedan intactas, con la sola diferencia de que el depuesto Presidente es sustituido por el Presidente del Congreso de forma provisional (según lo establece la Constitución de la República) hasta la finalización del período en curso, ocurrido lo cual se convocaría a nuevas elecciones.
Los recientes acontecimientos de Honduras, deberían dar lugar a una análisis sereno del contexto en que se dieron. No se les puede mirar con el mismo prisma con que se observaban los golpes de Estado del pasado.
Si bien es cierto que se inscribe dentro de la mejor tradición golpista latinoamericana, es importante destacar la existencia de características muy particulares.
Los analistas deberán reflexionar sobre estos acontecimientos que seguro estoy se volveran a repetir en otras partes de la geografía latinoamenicana, con una lente más fina que la aplicada hasta ahora que no es sino la simple defensa de un presidente electo y eventualmente depuesto.
No se puede, no se debe ignorar la manifiesta existencia de un contexto geo-político creado, cuya voluntad es resquebrajar las instituciones para imponer poco después un modelo totalitario de gobierno que se materializa en una grotesca ficción, en una caricatura esperpéntica de lo que cualquier hijo de vecino entiende como democracia.
Las instituciones internacionales como la OEA o la ONU deberían someter a una reflexión esa anomalía institucional, pues en el fondo, en lugar de defender la democracia en América Latina, lo que están es ayudando a hundirla y a fomentar la figura monstruosa de dictaduras “constitucionales” a la carta.
Honduras descubrió a un consumado oportunista, dejó que forzara la barra y como dicen por allí lo desmadraron. El sainete castro-chavista quedó con el culo al aire y la Corte Suprema de Justicia ordenó a las Fuerzas Armadas deponer de su cargo al hoy ex Presidente Manuel Zelaya.
Y sabiendo como actúa el ejército en Bananolandia, que lo saquen de la cama, lo metan descalzo y en pijama en un avión y lo suelten en otro país, me parece lo más “normal”.
Por cierto (y perdonen mi cinismo salvaje) pero hubiera sido bastante peor, o mejor (dependiendo del punto de vista) que aplicándole la Ley del Trabajo vigente, lo hubieran arrojado en pleno vuelo desde el avioncito de marras, en cuyo caso la ONU y la OEA no hubieran tenido tanto quehacer a la hora de calificar el hecho pues se trataría sin duda de un claro acto de “despido”.
Para terminar diré que Manuel Zelaya pone ahora carita de “yo no fuí” y juega el papel de inocente, de víctima, de campeón de los desheredados, de adalid de la democracia, cuando en realidad quería meter gato por liebre e implantar en Honduras ese “revoltillo ideológico” mezcla de Jesucristo, Lenin, Hitler, Bolivar y El llanero solitario llamado Socialismo del Siglo XXI.
A los ojos del mundo democrático Zelaya pasa de aspirante a tirano a mártir de la democracia. Qué cosas…así se escribe la historia.
El sainete bananero no ha hecho más que empezar, amanecerá y veremos…
Cantaclaro
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