No podíamos desaprovechar estos preciosos días de falso otoño, con luz, sol y temperaturas inusuales, para realizar una salida montañera. Nuestra intención era la de patear cumbres de la ‘duras’. Sin dificultades técnicas, pero exigentes a tope, y la zona elegida fue la del Puerto de la Vegarada, paso poco visitado entre León y Asturias, donde entre otros ‘dosmiles’ se eleva el Huevo del Faro.
El Faro es el nombre de una sierra y de un espolón rocoso, figura en el catálogo de los Cien Montes, que cierra el horizonte al Sur del puerto. No es pico más alto de la zona, pero sí el más característico. Entre la cima del Faro y el ramal de la Fitona y La Quemada, en la vertiente que se encara a La Vegarada, se abre uno de los collados más espectaculares de toda la Cordillera Cantábrica. Es una brecha única, flanqueada por agujas cortadas por profundos precipicios, que recuerda a la Brecha de Roland, salvando las distancias de altura y extensión. Corona un circo glaciar de libro, huella de los tiempos en los que estas montañas estuvieron cubiertas de hielo. En esta ladera herbosa y muy empinada está trazado el camino de subida a los picos que rodean el collado o Portina del Faro.
La aproximación se debe hacer con tiempo despejado. Es decir con sol, sin rastro de lluvia o niebla. En estas circunstancias no merece la pena. Salimos del puerto de La Vegarada (1550 m). Hay un hostal que no se ha llegado a terminar y está cerrado a cal y canto.
También suelen aparecer perros mastines de una vaquería de los alrededores. No hacen nada salvo austar. Lo mejor es no darles de comer, porque se ponen muy pesados.
Caminamos por la carretera en dirección Asturias. Sobre una roca nos vigila un bunker de la Guerra. A los 500 m aprox. un sendero (izquierda) se mete entre el matorral bajo de brezo y arándano y se dirige a la montaña. Está señalado con hitos y es fácil de seguir. Al rato de caminar (1h.00) y sin apenas haber ganado altura llegamos a una fuente.
A partir de ese punto el camino comienza a ganar desnivel. Y de pronto aparece la brecha. Espectacular. Alpina. Muy arriba vemos un amplio collado herboso protegido por paredes cortadas a pico. Por nuestra ladera fluyen varios riachuelos y en la hierba, qeu no se seca hasta final del otoño, pastan vascas, caballos y si se sube temprano, rebecos.
Hay que superar un murete de piedras coronado de alambre que impide el paso del ganado y enlazar con un sendero, que en amplios zigzag remonta la pendiente. Tiene algún tramo del 40% y exige tomar algunas precauciones, pero no es peligrosa. Un último esfuerzo y el collado, que parecía tan lejano está conquistado (1h.38’’, 1.967 m). Nos tomamos un ligero respiro, antes de reiniciar la marcha ante la atenta vigilancia de los buitres.
Un sendero imperceptible a tramos (derecha) permite remontar la cuesta, que es extremadamente pendiente y dura en dirección al Faro. Con nieve o hielo se vuelve resbaladiza e incluso peligrosa. Exige grampones y piolet. Antes de llegar al collado superior, a la derecha, se eleva un bonito espolón rocoso, de aire alpino, que también se puede subir (hay que ayudarse con las manos). No aporta nada.
Una vez en la horcada lo primero que vemos (en frente) es el profundo valle de Canseco, que se abre a nuestros pies y por donde sube otra ruta. A nuestra derecha se amontona el caos calizo, con rocas de una adherencia perfecta, por donde serpentea el sendero de cabras que termina en la cima del Faro. Es una trepada fácil, que nos deja en una cima pedregosa y ancha (2h.06’, 2.124 m). Nos recibe una cruz con un buzón adosado. Vistas espectaculares.
Vuelta sobre nuestros pasos. Recogemos la mochila y caminamos por el filo de la loma, pelada y venteada, por un excelente sendero de ganado. Nuestro objetivo es la cumbre del Pico Huevo (o Huevo de Faro), que tenemos en frente. Es pico Centenario con cruz y buzón adosado. Ya estamos arriba (2h.27’, 2.154 m). Una inscripción recuerda a JG Moreno, fallecido en 1974. Viento suave, cuervos y grajos, que se arriman en busca de comida. También hay caballos.
Estamos en el centro de la sierra del Faro. Excelente panorama con La Morala, al Sur, y a la Collaona, al Oeste. Más lejos se elevan la Sierra de Casomera, rematada por el Brañacaballo, y la cimas de Fontán y Peña Ubiña en el macizo del mismo nombre.
Nosotros continuamos la loma por los altos (Sur) hasta alcanzar la Morala (3h.38’, 2.145 m). Vértice y buzón. Vistas de Correcillas y Bodón entre otros. Una vez en La Morala se nos presentan dos opciones: perder altura por la cimas y bajar por senderos de ganado y luego pista a Redipuertas (que fue lo que hicimos) o volver sobre nuestros pasos y retornar a Huevo, La Portina y La Vegarada por el camino de subida (6h.00, que es bastante).
Nosotros optamos por bajar a Redipuertas primero por los altos. Luego enlazamos con un sendero de vacas y finalmente con una pista que nos llevó hasta el pueblo. Después tuvimos que remontar 6 km por carretera hasta el puerto (sólo subieron camiones con ganado). En total 8h.15’ y 20,60 km. Una barbaridad.
ACCESO: El camino más corto para llegar a Lugueros es ir a León y luego acercarse a la cordillera por La Robla (impresionantes central térmica y montaña de carbón) y La Vecilla (60 km). Luego carretera local en buen estado al Puerto de Vegarada. Doce km en los que se pasa por Cerulleda y Redipuertas, pueblo éste en el que encontraremos un bar (abre en verano y fiestas) y una buena fuente.
Mapa 14-6 (79) Puebla de Lillo. SGE 1:50.000.
Reporatje fotográfico de Borja Muñoyerro