Pues sí, sigo vivo. Aunque eternamente peleado con el universo de la informática. Al menos aquí arriba. Recordaréis que mi ordenador había muerto y que Ferran Latorre me había dejado el suyo (el que traía de repuesto). Pues éste también ha muerto. Lo hizo hace cinco días. Así que entenderéis que cada vez que mendigo un ordenador para escribir una crónica todos en el CB miren para otro lado… No, en serio. El problema es que cada uno tiene su ordenador y le saca chispas, así que yo solo podía utilizar en los ratos libres el de Nacho Orviz, que es quien me ha adoptado bajo su protección por pura solidaridad empresarial.
Nacho es asturiano y colabora con el periódico El Comercio de Gijón, para el que escribe un blog de la expedición. En realidad lleva ya varios años colaborando con ellos. El caso es que El Comercio es del grupo Vocento, igual que El Correo, así que ha tenido a bien compartir su ordenador conmigo. Y como estos días esta por las alturas tengo el ordenador para mí todo el día. ¡Gracias Nacho!
Así que éste es el motivo de mi silencio durante estos últimos días, durante los que, por cierto, tengo que agradecer las muestras de preocupación sobre mi salud que he recibido por distintos medios. Era un problema de salud, pero informática.
Otros no pueden decir lo mismo. Y de ahí el título. Y es que hoy el Everest se ha cobrado su primera víctima de la temporada. En realidad fue ayer a la noche, el cliente de una comercial, que murió de un infarto en el campo 3 (7.300 m.). Esta mañana han venido un par de helicópteros a intentar evacuar el cuerpo desde el campo 2, a donde lo habían bajado, pero no han podido y mañana lo volverán a intentar. Mientras tanto, Edurne, que también está en el campo dos junto con el resto de sus compañeros (podéis leer mañana la crónica en el periódico y en elcorreo.com), nos ha comentado que tienen al muerto justo al lado de la tienda envuelto en un saco de dormir. ¡Menuda compañía para pasar a noche! Y esperemos que mañana haya suerte y pueda entrar el helicóptero porque han anunciado nevadas papra todo el día…
Algunos (y algunas) pensaréis que suena frívolo el tono en el que escribo sobre la muerte de un montañero en el Everest, pero es que aquí la muerte está a la orden del día. Todos los años muere alguien en el Everest, un sherpa que se cae en un agrieta, un cliente al que le da un edema o un ataque al corazón… Los cinco primeros minutos tras la noticia se vive con cierta consternación pero luego todo vuelve a su ritmo. Los sherpas a subir y bajar por la montaña, los alpinistas a aclimatar…
Aquí la muerte en sí misma no es noticia, lo es sus circunstancias. Si en vez de un sherpa en una grieta son cuatro atrapados por una avalancha. O si en vez de un cliente con mal de altura son media docena atrapados por una temporal en un ataque a cumbre. Entonces sí, entonces el Everest se convierte en portada en todo el mundo. Pero la muerte con cuentagotas no vende…
Volviendo al mundo de los vivos, la verdad es que ests últimos días han sido bastante tranquilos… para desgracia de los alpinistas. Hemos tenido un pequeño galimatías con el parte del tiempo, que no acababa de acertar, y eso ha descolocado a Edurne y compañía. Han estado aplazando su vuelta a la montaña porque lo que recibían eran anuncios de mal tiempo pero cada mañana despertábamos con un sol radiante. Eso sí, a las tardes se solía torcer y casi todas ha nevado. Pero no era suficiente para impedir al resto de expediciones desfilar ante nosotros camino de la montaña. Hasta que el otro día Edurne Entró como una exalación en la tienda comedor durante el desayuno y dijo ¡El 1 de mayo vamos al campo 2! Y dicho y hecho. Así que ayer tiraron para arriba y allí esperan quedarse hasta el miércoles, incluyendo un pegue hoy (si el tiempo lo permite) hasta el campo 3 para aclimatar y dejar las tiendas que utilizarán ahí y en el Collado Sur.
Así que con los alpinistas y los sherpas por las alturas el campamento se nota vacío, se funciona a otro ritmo. Y eso que ayer, 1 de mayo, fue un día muy especial para mí. Fue el cumpleaños de mi padre, además de coincidir con el día de la madre. Mi corazón estuvo en Zeberio, donde se reunió la familia para celebrarlo. Y gracias al Skype puede estar un ratito con ellos físicamente.
Por lo demás, cada uno -el doc a sus boticas; Itziar, Jorge y Migueltxo a sus grabaciones para el programa sobre la expedición; y yo a mis crónicas y reportajes- estamos encerrados en nuestras labores, de las que salimos para cumplir con las tareas diarias del CB, básicamente colada e higiene personal, o cuando los generadores nos reclaman su atención.
Estos días también nos ha sacado de la monotonía la llegada de los doctores José Ramón Morandeira y Maria Antonia Nerín, dos médicos aragoneses que han venido al CB del Everest a montar un hospital de campaña y filmar un documental sobre la experiencia. Otro día os hablaré con más detenimiento de ellos porque merecen la pena.