La expedición invernal al Gasherbrum I ya ha terminado, aunque a Alex y sus compañeros aún les queda un largo trekking de vuelta a la civilización, a Skardu.
Sin embargo, atrás quedan ya los duros momentos vividos en la montaña. Es la hora de reflexionar sobre lo vivido durante el último mes y medio. Y Alex lo ha hecho. Y lo ha hecho con el corazón en la mano. Explica desde su perspectiva el último intento en alpino por la vía normal, las dudas y los temores vividos. Y una frase que sale de lo más profundo de su corazón: “Aita, dame fuerzas para bajar de aquí, que todavía soy joven“. Un ruego a su padre, fallecido apenas veinte días antes de su partida hacia el Gasherbrum I.
Este es el texto íntegro de Alex:
“Qué dificil es esto, ahora mismo ponerme delante del ordenador y a ver cómo explico lo acontecido en los últimos días, y qué pereza, tenemos que empezar a recoger todo y a decir verdad, no tenemos muchas ganas. Estamos en el segundo día de descanso en el Campo Base a 5.100 metros y todavía parece que estamos dentro de un sueño.
¿Por dónde empiezo? Bueno pues empezaré por nuestro cambio de plan de última hora, por querer una nueva vía y no poder. Lo hemos intentado por el corredor de los japoneses porque era la única opción de llegar a cumbre. Y eso hicimos, el domingo pasado nos levantamos muy temprano, de noche, y nos adentramos en la vía de los japoneses, sabiendo que no iba a ser fácil- Aquel día y después de pasar riesgos y dificultades, llegamos al segundo campo. Ahí dimos el primer paso, pero nosotros seguiamos dudando si la opción elegida era la correcta. Pensando que después de hacer un tremendo esfuerzo para abrir una nueva vía y no poder, con miedo de no hacer cumbre si ibamos por la vía normal, las grietas, el caos del hielo, avalanchas, sin cuerdas, niebla…
Una vez entre la niebla, estamos perdidos para bajar de un glaciar tan largo y peligroso, y claro, un amigo mío de Nepal, Thilen, me regaló un gps porque él no sabía usarlo, y así me dijo:“Sherpa climbre no need“ y yo también diré lo mismo, no tengo ni idea de cómo usarlo. Al final, allí se quedó el gps.
Los tres sabemos perfectamente el compromiso que esta aventura requería, y lo teníamos medido. Y también que podía acabar bien, o no. El lunes fue un día importante, y nos encontramos con grandes dificultades técnicas en el corredor de los japoneses, sin cuerdas, a las 12 del mediodía tomamos aire, mirándonos mutuamente, y ascendimos en silencio. Solo se oía el ruido del viento, y sentíamos como si el frío nos mordiera, hasta los huesos. De vez en cuando nos encontrábamos alguna cuerda vieja, pero a ver quién se fíaba, mejor no cogerla. Al final sobre las 5-6 de la tarde llegamos al campo 2 a 7.050m. El viento era cada vez más fuerte, hora y media más tarde ya estábamos dentro de la tienda.
Dentro de mi, pensaba que lo ibamos a conseguir, 46 grados bajo cero y un viento terrible, sin poder dormir, seguramente por los nervios de cumbre o como si lo estuviesemos perdiente, o porque hacía calor? Sobre las 2 de la madrugada empezamos a cocinar, y a las 3 y media ya estábamos listos para salir, y casi 7 horas después tomamos la decisión más dificil de los dos últimos meses.
Fueron unas horas muy malas para nosotros, un frío infernal, viento, no ibamos a subir a cumbre… pero sabíamos que eso no nos iba a quitar el sueño y que lo más importante era volver a la vida. Cada segundo que pasaba en aquel segundo vivac, más lejos nos sentíamos de nuestra familia y amigos, y de contarles lo vivido en esta montaña. Llegado el momento, intentamos vencer nuestros miedos y empezamos a descender por el corredor de los japoneses: caos en el hielo, el glaciar, grietas… y llegamos al campo base, de nuevo a la vida. “Aita, dame fuerzas para bajar de aquí, que todavía soy joven“. Al final, ya llegabamos, y bien, al campo base. Y justo cuando nos encontrábamos cerca, cayó una avalancha que nos hizo perder otra hora y media hasta encontrar de nuevo el camino. Al final, llegamos a las 7 de la tarde, sin saber si era cierto lo que pasaba, o estaba soñando…
¿Nos habremos equivocado con la decisión? No hemos abierto la nueva vía por poco, y al final tampoco hemos podido llegar a cumbre por el corredor de los japoneses. Además, no hemos dejado del todo limpia la montaña, hemos dejado algunas cuerdas y una tieda. ¿Hubieramos hecho cumbre si hubieramos ido por la vía común desde un principio? Demasiada valentía?
Creo que eso ahora no importa, tenemos que aprender de lo que aquí hemos vivido y a ver si consigo que el año que viene volvamos los tres, para terminar lo que hemos empezado.
Alex txikon
Gasherbrum 1 kampo base
Podéis leer el texto original en euskera en su blog.
Por cierto, el vídeo resumen de la expedición también se lo dedica a su padre: