Los grandes artistas tienen una obra maestra por la que son recordados para la posteridad. En el alpinismo sucede lo mismo. Todos los grandes himalayistas –Messner, Kukuzcka, Loretan, Urubko…- cuentan con una o varias gestas inéditas por las que han pasado a la historia de la escalada. Alberto Iñurrategi tiene la suya desde hoy: la travesía de las tres cumbres de Broad Peak tras abrir una nueva ruta, la primera del alpinismo vasco a un ‘ochomil’, en compañía de Juan Vallejo y Mikel Zabalza. Y en estilo alpino.
Llevaba tiempo el de Aretxabaleta en pos de este objetivo. Tras “quitarse un peso de encima” en 2002 completando los 14 ‘ochomiles’ con la travesía de la arista Este del Annapurna en compañía de Jean-Christophe Lafaille -toda una declaración de principios-, en los siguiente años llegaron sucesivos intentos en busca de esa actividad genial y exclusiva reservada sólo a los elegidos. Los dos intentos al ‘supercouloir’ de la Norte del Everest (2007 y 2009) y al Pilar Oeste del Makalu (2009), siempre en estilo alpino, se convirtieron en los más claros ejemplos. Las cumbres en el Gasherbrum III (2005) o el Gasherbrum IV (2008) –montañas casi inescaladas- fueron lienzos que aventuraban una obra mayor que hoy ha completado por fin.
Aquella ascensión al Annapurna ya supuso un salto cualitativo en el alpinismo vasco. Pero lo ahora logrado lo sitúa al nivel de las más grandes naciones alpinas. Euskadi hacía tiempo que se codeaba con las mejores en cuanto a número de ascensiones a ‘ochomiles’ –cerca de trescientas-, incluso lucía una ruta abierta parcialmente (la Cessen del K2 que en 1994 completaron los hermanos Iñurrategi, Oiarzabal y Kike de Pablo), pero le faltaba una vía original. Íntegramente abierta desde la base de la montaña. Ya la tiene. Y además en estilo alpino y con una travesía de tres cumbres; dos por encima de los ocho mil metros. Alberto Iñurrategi es su autor. No podía ser otro.
Y es que al guipuzcoano no le acompañaron ayer Vallejo y Zabalza en la culminación de la gesta. Los dos miembros del BAT Basque Team acusaron el esfuerzo de la ascensión de la cima central el sábado y prefirieron descender al campo base. Alberto, por el contrario, forzó la máquina, consciente de que la oportunidad era única, y pese al poco tiempo de descanso que tuvo (apenas cinco horas desde que montaron las tiendas y su partida hacia la cumbre) decidió afrontar los casi mil metros de desnivel entre el campo 3 de la vía normal, donde durmieron (7.100 m.), y la cumbre principal (8.047 m.). Salió a las tres de la madrugada (hora pakistaní, tres menos en España) y a las nueve de la mañana pisaba el punto más alto. Tras un descenso vertiginoso, a las 13.15 llegaba al campo base.
Seis horas de subida y cuatro de bajada, un ritmo más rápido que el de la mayoría de los montañeros que suben frescos por la ruta normal, y eso que el guipuzcoano llevaba dos días sin comer, sin apenas beber ni dormir y con una enorme paliza acumulada. “En los últimos tramos he sufrido dolores de estómago y me he sentido muy débil. Iba hecho polvo”, explicó tras llegar al CB. “Pero por suerte la escalada de hoy iba ya por la ruta normal, siguiendo la huella que han abierto otros montañeros estos días, y gracias a eso he podido alcanzar la cumbre y bajar”, concluía.
Sin embargo, los integrantes de la expedición Naturgas Broad Peak 2010 vivieron el momento clave de la travesía ayer, sábado: la ascensión a la cumbre Central (8.013 m.). Un ‘ochomil’ de los considerados ‘secundarios’ pero que por dificultad merece una catalogación mucho más noble. Por algo contaba hasta entonces con sólo 14 ascensiones.
Y es que su ascensión se convirtió en lo más parecido a una emboscada para los tres montañeros, que vivieron las horas más sufridas y peligrosas de la expedición. “En las primeras dos horas superamos 400 metros de desnivel, las cosas iban bien. Pero para hacer los últimos 300 metros necesitamos ¡diez horas!, y otras dos para atravesar la larga explanada de la cumbre”, explicaba ayer Mikel Zabalza. “Hubo un tramo de 50 metros de desnivel en el que pasamos cinco horas. Nos encontramos con la peor nieve de nuestras vidas. Eran laderas muy empinadas con nieve muy profunda, nos metíamos hasta la cintura y avanzábamos braceando, con miedo de que se nos viniera todo encima. Fue espantoso. Algunas veces, justo después de hacer un largo, decidíamos destreparlo y buscar otro camino, porque la ladera estaba fatal. También nos planteamos la posibilidad de volvernos atrás. Al final llegamos a la cumbre y descendimos al siguiente collado haciendo rápeles. Ya empezaba a oscurecer, así que decidimos bajar al Campo 3 de la ruta normal para pasar la noche”.
Allí llegaron a las 8 de la tarde, noche cerrada ya en la cordillera del Karakorum. Agotados, sin comida y apenas gas para hacer agua e hidratarse, Juan Vallejo y Mikel Zabalza marcaron ahí su límite. Renunciaban al Broad principal. No así Alberto. Eran muchos años buscando un objetivo así. Haciendo gala de un fortaleza extraordinaria, ha salido de la tienda de campaña a las tres de la madrugada y a las nueve de la mañana hollaba su decimoséptimo ‘ochomil’. Su obra maestra recibía el último trazo.
Foto 1: Alberto y Mikel, en la cumbre del Broad Peak Central.
Foto 2: Travesía por la arista del Broad Central.
(Imágenes cortesía de la Expedición Naturgas Broad Peak 2010)