Julio Chamorro González, Guarda mayor, abanderado de la protección de
Fue uno de los primeros guías oficiales de España. Solía mostrar con orgullo el carnet, expedido por el organismo correspondiente a finales de
Un gran amigo de Chamorro, Alonso Álvarez de Toledo, lo definía a la perfección. «Julio -señalaba- ha sido un hombre completísimo. Dotado de una inteligencia y memoria privilegiadas, ha sabido aprender de quien podía enseñarle a hacer todo mejor. Cazar y pescar, pero también esquiar y escalar, entre otras actividades, pero sobre todo ha estado siempre atento a dar su acertada opinión en todo aquello que podía afectar a Gredos y a sus cabras monteses».
Tras jubilarse como guía siguió pendiente de
Desde su puesto de guía de Gredos tuvo relación con personas de gran relevancia política y científica. Conoció a cuatro jefes de estado: el Rey Alfonso XIII, el general Franco y el Rey Juan Carlos I. A Manuel Azaña lo saludó en Madrid. También guió y acompañó en sus cacerías por Gredos al general Dámaso Berenguer, a Manuel Fraga, a Don Alfonso de Borbón y al príncipe Rainiero de Mónaco. «He atendido siempre con la misma amabilidad a un barrendero de Madrid que a los jefes de Estado», afirmó en varias ocasiones el veterano guía.
Fue compañero habitual de montería de Eduardo Figueroa (1899-1986), conde de Yebes e hijo del Conde de Romanones, cazador a tiempo completo, dibujante y escritor que tiene el honor de haber recuperado la raza del perro alano español.
Un gran amigo de Chamorro, Alonso Álvarez de Toledo, mostraba cómo era en el prólogo del libro. «Julio -señalaba- ha sido un hombre completísimo. Dotado de una inteligencia y memoria privilegiadas, ha sabido aprender de quien podía enseñarle a hacer todo mejor. Cazar, pescar, esquiar y escalar, entre otras cosas, pero sobre todo ha estado siempre atento a dar su acertada opinión en todo aquello que podía afectar a Gredos y a sus monteses».
Ante todo fue un hombre de principios. En el libro cuenta que durante una cacería del antiguo Jefe del gobierno Francisco Franco en
Tuve la oportunidad de tratarle en el invierno de 1973. Media docena de esquiadores vizcaínos (los hermanos Ruiz, Boira y alguno más) de los clubes Deportivo Bilbao y Juventus OAR, cuando estaba en Mazarredo, nos desplazamos a Gredos para recorrer con esquís de fondo las alturas próximas a Hoyos, acercarnos a
César Estornés nos traza una detallada biografía en la página de Club Deportivo Bilbao. En ella nos cuenta que Ferrer se crió en un ambiente deportivo. Sabemos de sus actividades deportivas por los periódicos de la época, la natación, los saltos o la vela en la embarcación fondeada en El Abra, propiedad del Club Deportivo
Se sabe que en el año 1917 empieza explorando simas y cuevas, como complemento a su actividad montañera. Es el padre de la espeleología en Vizcaya. Antes de la guerra, Ángel Sopeña, ilustre montañero del Club, le puso en el semanario Norte Deportivo el apodo de ‘El Hombre de las Cavernas’. Antonio hacía gala de ello y llevaba consigo una sortija, con un hombre primitivo y un cráneo de oso. Julio Chamorro nos contó en una de aquellas veladas que Ferrer había estado varias veces en Gredos y que él le había acompañado en alguna de sus correrías. Incluso nos mostró un libro en el que recogía sus andanzas peninsulares y que le había regalado. También nos dijo que le había invitado a venir a Bilbao para subir al Gorbea. No recuerdo si aceptó el ofrecimiento.
Sirvan estas líneas para recordar a un gran montañero que tuvo la suerte de enlazar durante casi cien años en activo diferentes maneras de enfocar la montaña. Cazadores y excursionistas, turistas y escaladores, todos recurrían a Julio Chamorro como guía serrano. Fue buen jinete y mejor andariego. Realizaba grandes travesías a caballo para avituallar a los viajeros y visitantes que recalaban en el Refugio del Club Alpino, heredero del llamado Refugio del Rey, que se hundió tras años de uso. Su lugar lo ocupa ahora el Parador Nacional, pionero de estos establecimientos turísticos españoles.
Foto Agencia Efe