El PRC-BU 34 pertenece a la nueva Red ‘Senderos Ojo Guareña’ y permite visitar dos pueblecitos, Butrera y Linares, es uno de los rincones más secretos de las Merindades. La ruta tiene una dificultad media, con una distancia de 8,7 kilómetros, que se pueden recorrer en tres horas largas de marcha a buen paso.
Lo ideal es salir de Butrera, una aldea tranquila, donde se eleva en pleno descampado la iglesia románica de Nuestra Señora la Antigua. Además de su singularidad arquitectónica, lo que más destaca del templo es el gran relieve que se encuentra junto al arco de la puerta -castigado por los siglos- de la expulsión de Adán y Eva del paraíso. El escultor consiguió plasmar el manzano y la serpiente. Dentro (habitualmente está cerrado) hay que ver el frontal de altar de la Adoración de los Magos y la talla de Nuestra Señora.
El sendero sale de Butrera por una pista parcelaria bien balizada, y rodea el Pico de Pantarra (917 m). Sube hasta un collado con un tramo bastante duro, pero afortunadamente corto, y llega hasta Linares, donde también hay una iglesia con ábside y espadaña románicas que ha sido recientemente reconstruida.
Desde el collado se disfruta del excepcional paisaje del valle, retornando nuevamente hasta Butrera por la cara sur. Si en la vertiente norte predominan los encinares y los trigales, enmarcados por las cimas de Cornejo, en el valle de Linares, más abrigado, predominan prados y cultivos, salpicados por una chopera en el arroyo.
Pantarra es una cima menor, de difícil acceso. En sus laderas cubiertas de encinas, quejigos y pinos, se refugia una fauna muy diversa. Son numerosos los jabalíes, corzos, zorros, gatos monteses y las pequeñas aves forestales.
Nosotros recorrimos el sendero antes del gran nevada de diciembre. Fue un día de sol, excepcionalmente frío, con el termómetro muy por debajo de cero grados. Los animales estaban entumecidos y nos fue fácil ver varios corzos, además de numerosas rapaces.
Fotografía de mi compañero de caminatas Javier Muñoz