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Alex Txikon: “Cambio el K2 por en Nanga Parbat”

Alex Txikon no es de los que se desaniman fácilmente. Hace apenas dos semanas, una notificación del Gobierno chino daba al traste con los planes de escalar el K2 en invierno, junto a kazajo Denis Urubko y el polaco Adam Bielecki. Alegando problemas de seguridad por revueltas internas, China les prohibía la entrada. Meses de preparativos, toneladas de ilusión y unos cuantos miles de euros ya adelantados a las agencias locales para organizar la expedición se iban a la basura. Pero, tras el golpe inicial, Alex apenas necesitó un día para poner en marcha un plan B: cambiar el K2 por el Nanga Parbat, el otro ochomil que falta por ascender en invierno, hacia el que partió ayer mismo.

Aunque para ello ha tenido que sobreponerse a los peligros añadidos de esta montaña. En su campo base, los talibanes mataron hace dos años a once alpinistas y desde entonces es una montaña tachada por muchos montañeros, como su compañero Denis Urubko. «¿Miedo?, para nada –asegura el de Lemoa– ahora mismo es uno de los lugares más seguros de Pakistán. El Ejército nos vigilará en todo momento».

– ¿Por qué os han prohibido ir al K2?

Alex posa con parte del material de la expedición.


– La verdad es que no lo sabemos muy bien. Desde luego nos han dado unos motivos, pero yo, sinceramente, no lo tengo muy claro. Desde el principio tuvimos problemas cuando, tras cerrar todo el viaje con una agencia de Pakistán, un agente chino, una tal Mister Lee, logró que nos bloquearan el permiso por no haber tramitado el viaje a través de él. Dicho de otro modo, un comisionista local muy bien relacionado con las autoridades chinas se mosqueó porque habíamos pasado por encima de él y nos lo hizo pagar.

– ¿Qué hicisteis?
– Movimos Roma con Santiago. Al final, la solución fue cambiar de agencia y hacerlo con una con el visto bueno del Mister Lee ese, aunque por el camino perdimos casi dos semanas y cerca de 30.000 euros, ya que muchos pagos estaban ya hechos con la otra agencia y hubo que volver a hacerlos con la nueva.

– Y entonces llegó la prohibición del Gobierno chino.
– Sí. Cuando ya estaba todo arreglado y el viaje cerrado con las nuevas fechas, apenas una semana antes de la partida, le enviaron a Denis como jefe de expedición el aviso de cierre de fronteras. Nos quedamos en estado de shock.

– Pero os darían alguna explicación más.
– Que va. Para nada. Solo que debido a los últimos actos terroristas que se habían producido en la región de Sinkiang, consideraban que la zona era muy peligrosa para los extranjeros y que cerraban la frontera. Punto y final.

Con los últimos preparativos.

– Un duro golpe.
– En un primer momento no te lo crees. No reaccionas. Piensas que es un mal sueño. ¡Todo el trabajo de casi medio año de preparativos a la basura! Pero tras el sopapo inicial enseguida dije: «hay que hacer algo. Tengo una expedición montada. Mi cabeza está ya más allí que aquí y no puedo echar por la borda tanto trabajo y dinero».

– Y surge la idea del Nanga Parbat.
– Eso es. Fue como un chispazo. Una de las muchas ideas que se me pasó por la cabeza al principio. Pero luego, más tranquilo, volví sobre ella y dije: «¡Por qué no! ¡Cambio el K2 por el Nanga Parbat!». Y en una semana lo reorganicé todo.

– Pero sin Denis y Adam.
– Les conté mi plan y la respuesta de Denis ya me la imaginaba. Más de una vez ha dicho, en público y en privado, que después de la matanza de 2013, nunca volverá a Pakistán. Varios de los que mataron eran amigos suyos y además él es militar. Y a Adam le costó un poco más, pero también me dijo que no. Está esperando un hijo para abril y me imagino que tampoco es el mejor plan en su situación.

– O sea que vas solo.
– Bueno… Voy solo desde aquí, pero allí voy a tener a dos compañeros de cordada locales, Muhammad Ali ‘Sadpara’ y Muhammad Kan. Y la verdad, es algo que me hace mucha ilusión. He estado ya once veces en Pakistán y tengo allí muy buenos amigos. Y muchos son alpinistas. Y muy buenos. Que solo han trabajado como porteadores de altura, pero que no tienen nada que envidiar a los sherpas. Ali ha escalado todos los ochomiles salvo el K2, ha hecho cima dos veces en el Nanga y ha estado en 4 invernales en el Karakorum. Y Kan tiene todos los ochomiles de Pakistán salvo el Broad Peak. Me hace mucha ilusión formar cordada con ellos e intentar un ochomil juntos. Si algo me han enseñado todos estos años de expediciones es a respetar cada vez más a las personas como tales, más que como alpinistas.

– En 2013, los talibanes mataron a once alpinistas en ese campo base. ¿Eres consciente de adónde vas?
– Por supuesto. Lo he pensado muy bien.

– ¿Tienes miedo?
– No. Cuando le propuse a Ali ir y le planteé las dudas sobre la seguridad me dijo: «Mira Alex, si voy allí es porque sé que es seguro». Ahora mismo, el Nanga Parbat será de los sitios más seguros de Pakistán. El Ejército nos va a escoltar durante toda la aproximación y en el campo base también vamos a estar vigilados por soldados.

– ¿Cuál es el planteamiento de la expedición? ¿Has decidido la ruta?
– Iremos por la vertiente Diamir. Una vez allí, cuando veamos las condiciones de la pared, decidiremos la ruta por la que lo intentamos, aunque mi preferencia es la vía Kirshoffer.

Accidente en la vertiente Diamir
Alex Txikon no va a estar solo en el Nanga Parbat (8.125 m.) este invierno. La ‘montaña asesina’, como también es conocida por las tragedias que han vivido en sus paredes, acoge otras cuatro expediciones que buscan también su primera invernal: una rusa por la vertiente Rakiot y otras tres por la Diamir: un grupo iraní, un italiano y una pareja polaco-francesa.

En los útimos días, los integrantes de esta cordada, Tomasz Mackiewicz y Elisabeth Revol, han acaparado la atención. Hace casi diez días salieron del campo base con la intención de aclimatar y equipar hasta los 7.000 metros la ruta Messner por la que están subiendo, pero luego anunciaron que ante la buena previsión meteorológica iban a intentar llegar a la cumbre. Luego, el silencio. Su teléfono satélite se quedó mudo. Y cuando todas las alarmas empezaban ya a encender, el lunes aparecieron en el campo base.  Estaban vivos de milagro. Al menos Tomasz, que había sobrevivido a una caída de 50 metros en una grieta, tenía varias costillas rotas y “probablemente”, según sus palabras, un pulmón perforado. “Elisabeth logró sacarlo y ayudarle a llegar al CB. “Me ha salvado la vida”, confesó el polaco.

Su retorno al campo base sirvió también para aclarar, en principio, la polémica surgida la semana pasada cuando  Daniele Nardi, con el que se habían asociado para equipar la ruta, emitió un comunicado en el que les «expulsaba» de la expedición porque el ataque a cima lo habían realizado sin su permiso. “Cuando nos fuimos para arriba, Nardi no estaba en el campo base, pues estaba trabajando en el espolón Mummery. Él quería que nosotros fuéramos allí con él, pero lo rechazamos porque teníamos otros planes. De todos modos, desde el principio le dije que no iba a subir por su ruta. Estuvimos de acuerdo en que usaríamos el campo base compartiendo los costes”.

Vertiente Diamir del Nanga Parbat desde el campo base. La cima es la punta más a la derecha del promontorio central. Fotos: Fernando J. Pérez

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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