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Alberto Iñurrategi: “El primer valor del alpinismo es volver con vida”

Alberto en la cima del pilar sur (6.080 m).

Cuando las palabras más pronunciadas tras una expedición por tres tipos curtidos en las montañas más difíciles y exigentes del planeta son «peligro» y «límite» es que verdaderamente las han pasado canutas. Y si además se llaman Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza, tres alpinistas que si por algo se caracterizan es por su modestia y rigor a la hora de relatar sus actividades, es que la actividad que han realizado tiene un valor alpinístico de muchos quilates: la apertura de una nueva ruta en el pilar Sur del Paiju Peak (6.610 m.), en el Karakorum paquistaní, dentro del proyecto WOPeak.

– Enhorabuena. La pared se ha resistido dos años, pero al final lo han conseguido.
– Bueno, en parte sí. No es lo que habíamos soñado, pero hemos hecho lo que era posible. Ha sido más que suficiente con lo que hemos hecho y, desde luego, estamos muy contentos.

Vallejo y Zabalza en las hamacas en el campo 2.

– ¿Se han quedado con muchas ganas de llegar a la cumbre principal?
– ¡Nooo! A ver. Todo esto nació de una línea que trazó Mikel en una foto. Y a partir de ahí nos marcamos el objetivo de llegar a la cima del Paiju Peak. Yo creo que los tres tenemos una forma de entender la montaña que implica acabar en la cumbre. Luego, una vez metidos en la pared, nos dimos cuenta de que ya el hecho de escalar la pared era un objetivo en sí mismo y además muy ambicioso. Y una vez que llegamos a la cumbre del pilar vimos que continuar sería un suicidio, algo sin ningún sentido. Por eso lo que hemos hecho nos ha dejado por un lado con la conciencia muy tranquila, pero por otro con la sensación de un sueño no cumplido, aunque es algo con lo que uno tiene que contar cuando se adentra en lo desconocido. Las cosas pocas veces salen como uno piensa cuando traza el plan sobre una foto. Así que valorando todo eso estamos encantados.

– ¿Se han encontrado en la pared lo que esperaban?
– Mi conclusión es bastante autocrítica. Habiendo estado el año pasado, en este nos ha pillado de sorpresa, con los calzones bajados, las condiciones que hemos encontrado. No las esperábamos tan malas, tan duras y difíciles. Esta es una montaña que coge mucha nieve y hielo y luego al ser una vertiente sur y no ser una montaña muy alta el hielo se transforma enseguida y la pared está drenando continuamente. El avance ha sido mucho más difícil de lo que preveíamos, con hielo, fisuras mojadas y caída de hielo y rocas continuamente. En ese sentido no hemos sido lo suficientemente previsores basándonos en la experiencia del año pasado y nos ha pillado un poco de sorpresa.

Los tres alpinistas con el pilar su detrás celebrando la ascensión.

– Parece que al final abrir ese pilar ha sido una cabezonería.
– Lo que pasa es que estas condiciones y esos problemas te los vas encontrando según vas ascendiendo. Y siempre con la esperanza de que el día siguiente será mejor y de que la pared estará en mejores condiciones. De que estaremos más protegidos y de que todo comenzará a ir sobre ruedas. Pero al final lo hemos vivido con mucha tensión. Y eso que afortunadamente los campos de hamacas los hemos podido situar en lugares seguros y esa protección al menos nos permitía dormir más o menos tranquilos. Pero durante el día ha habido secciones de la pared por las que pasábamos con mucha tensión. Y si esa situación se prolonga durante diez días de escalada, mentalmente es agotadora.

– O sea que se trata de una pared no sólo exigente técnicamente sino peligrosa en sus condiciones.
– Si, peligrosa por la continua caída de piedras y hielo y comprometida por la posibilidad que siempre existe en el Karakorum de un cambio rápido de tiempo. A partir de la mitad de la pared, la retirada habría sido muy peligrosa porque en seguida se transforma la nieve y la pared empieza a purgarla por todos los sitios. En ese sentido, esta pared es un ‘big wall’, pero con muchos elementos alpinos. No es una pared vertical o desplomada limpia donde más o menos estás protegido. Aquí hay neveros, en la parte de arriba del pilar hay cornisas que están desprendiendo continuamente hielo. Tiene un ambiente muy alpino. Luego, además de contar con secciones muy tiesas y de roca extraplomada, también tiene sus neveros donde hay que escalar a veces en hielo a veces en nieve… No es un ‘big wall’ como los que puedes encontrar en las Torres del Trango, con líneas directas y un peligro objetivo menor. Aquí hemos encontrado con elementos que te encuentras mas en paredes alpinas que en los ‘big wall’.

Mikel escalando el último largo antes de acceder a la arista cimera del pilar.

– Y esa peligrosidad quedó confirmada con el accidente de Juan. ¿Cómo sucedió?
– Fue mala suerte, pero a la vez una suerte extraordinaria. Saliendo el último día del campo de hamacas nos cayó un desprendimiento, que no sabes si es hielo o rocas hasta que te pasan al lado. Te pones a cubierto en cuanto oyes el silbido de las piedras al caer, pero esta vez una de ellas, del tamaño de una caja de zapatos, le dio a Juan en el hombro izquierdo. Pero que le podía haber dado en la cabeza y haberlo dejado tieso.

– ¿Cómo es la pared técnicamente?
– Al final han salido 35 largos para salvar un desnivel de 1.100 metros y aquí me dejo llevar por la opinión de Mikel, que tiene mucha más experiencia en este terreno. Y dice que hemos escalado hasta una dificultad de A3 en artificial, hasta 6b en libre y hasta M5 en mixto. En libre hemos escalado poquísimo, porque las condiciones no nos lo han permitido. O por hielo y nieve o porque la roca estaba empapada. Ha habido momentos en los que bajaban ríos por las fisuras y eso nos ha impedido escalar todo lo que hubiésemos querido en libre. Nos hemos puesto los pies de gato apenas en un largo cada uno, dos como mucho.

– ¿Es la escalada más difícil a la que se han enfrentado?
– Mikel dice que es lo más difícil que ha hecho en escalada en paredes grandes. Y eso saliendo de su boca creo que ya da una idea de la dificultad. Yo, que no tengo tanta experiencia en estas paredes y no soy el más indicado para hacer una valoración en ese sentido, lo que sí puedo decir es que en este tipo de terreno es lo más difícil que yo he hecho. Pero también te digo que no es ni lo más peligroso ni lo más difícil que he hecho. Creo que no se puede comparar con otras actividades como la travesía de los Broad Peak de 2011 o lo que hice en el Annapurna con Jean Christophe Lafaille en 2002. Son actividades tan diferentes que se me hace complicado compararlas.

Juan asegura a Mikel en otro momento de la escalada.

– ¿Cuando la han definido como una escalada al límite a que se referían?
– A la parte física. Ahí sí que hemos estado muy al límite. Han sido 10 días muy duros, sin descanso. Muy exigentes. Todos los días jumareando con peso, subiendo petates, escalando diez y doce horas todos los días, mal alimentados y mal hidratados… La suma de todo es que ha supuesto un deterioro físico impresionante. En este sentido sí creo que hemos andado muy cerca del límite.

– ¿Cree que no se puede llegar a la cumbre desde el pilar?
– Nosotros en ningún momento hemos dicho eso. Lo que decimos es que es algo que no tiene ningún sentido por el peligro que encierra. Corres más riesgo de no volver que de hacer cumbre y regresar y creo que el primer valor del alpinismo es volver con vida. Cuando uno ve una cosa tan fea y peligrosa y tan sin sentido lo normal es quedarse en la cabeza del pilar, como se quedó en 1984 la cordada italiana que abrió la arista oeste. Considero que el Paiju ofrece otras aristas y vertientes mucho más naturales y atractivas y con más sentido para alcanzar la cumbre principal que esta vía.

Fotos: Expedición WOPeak

 

 

 

Imagen nocturna del pilar sur con la tienda del campo 1 iluminada.

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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