La tradicional comunión que ha unido la montaña más alta del planeta con el pueblo sherpa se quebró el pasado viernes de una forma brutal. Una avalancha a 6.100 metros de altitud, entre los campos 1 y 2 de la ruta normal de la vertiente nepalí del Everest, atrapó a decenas de porteadores que ascendían para equipar los campos de altura. El resultado no pudo ser más dramático. Trece sherpas murieron y otros tres permanecen desaparecidos sin esperanza alguna de ser encontrados con vida en la que es ya la mayor tragedía que ha vivido nunca el Everest.
La montaña que ha llevado la riqueza y el progreso a la etnia que vive en sus laderas se ha cobrado un tributo que solo el paso del tiempo dirá si podrá ser asumido por el pueblo sherpa. El hecho de que las víctimas sean exclusivamente porteadores locales refleja una realidad demasiadas veces silenciada. Los verdaderos héroes del Himalaya son los sherpas. Sin su trabajo trasladando material y equipando con cuerdas las montañas, el número de alpinistas occidentales que ascienden las montañas más altas del planeta, y más concretamente el Techo del Mundo, se reduciría a la mínima expresión.
La tragedia se produjo el viernes a las 5.45 hora local (2.00 de la madrugada en España). A esa hora, entre 50 y 60 porteadores ascendían por encima del campo 1 (6.000 metros) cargando todo el material que los alpinistas de las expediciones comerciales necesitan en los campamentos superiores. El traslado entre los campos se realiza precisamente siempre a primeras horas de la mañana, cuando el sol aún no da en las paredes de las montañas circundantes, que es la principal causa de los aludes. Pero el viernes no fue suficiente. Según el testimonio de algunos supervivientes, un serac que colgaba de la ladera del Nuptse se rompió y provocó una avalancha que atrapó a decenas de sherpas. Muchos lograron salir de la nieve por sus propios medios, pero 16 quedaron sepultados. A última hora de ayer, solo quedaban por rescatar los cuerpos de tres de ellos.
Todos trabajaban para expediciones comerciales, que por un precio que oscila entre los 30.000 y 60.000 euros prácticamente garantizan a los alpinistas occidentales alcanzar la cima del Everest, por supuesto con oxígeno. El sueldo de la temporada de los sherpas de élite, los que a compañan a los ‘clientes’ hasta la cumbre, ronda entre los 3.000 y los 4.000 euros. Los fallecidos y desaparecidos trabajaban para las siguientes compañías: Shangrila Nepal, Himalayan Guides Nepal Treks and Expedition, Seven Summit Treks, Summit Nepal Trekking e Himalayan Ecstasy Treks.
«Nos dirigíamos al campamento base II cuando un gran bloque de hielo se desprendió de la montaña», narró a ‘Efe’ Wangdi Sherpa, de 26 años, desde un hospital de Katmandú. Wangdi, que pese a su juventud ha ascendido ya tres veces al Everest, acompañaba a trece montañeros británicos, aunque en el momento del suceso estos esperaban en el campo 1. «Tres de nosotros estábamos atados con una cuerda de
seguridad y nos protegimos tras un fragmento de hielo», afirmó Wangdi, que aún así recibió un fuerte golpe en la cabeza. «Pudimos ocultarnos porque íbamos los primeros y también sobrevivieron otros doce que nos seguían, así como los más retrasados. El resto murió», explicó. Otros escaladores no tuvieron tanta suerte, como el experimentado Ankaji Sherpa, de 37 años y con 8 cimas del Everest en su currículo. Su hija Chhechi, de 20 años, acudió al hospital donde estaba siendo realizada la autopsia a su padre. «No me puedo creer que esté muerto, siento que va a regresar», afirmó. Chhechi tiene dos hermanas y tres hermanos menores, y uno de ellos se fue hace poco a un monasterio budista para convertirse en monje. Su padre era el único asalariado de la familia, por lo que no sabe cómo podrán subsistir.
Según el Ministerio de Turismo de Nepal estos son los nombres de los sherpas fallecidos y su pueblo de origen:
-Mingma Nuru Sherpa, de Namche-4 (Solukhumbu)
-Dorji Sherpa, de Namche-4 (Solukhumbu)
-Ang Tshiri Sherpa, de Namche-07
-Nima Sherpa, de Namche-09
-Phurba Ongyal Sherpa, de Khumjung-07 (Solukhumbu)
-Lakpa Tenjing Sherpa, de Khumjung-02
-Chhring Ongchu Sherpa, de Khumjung-02
-Dorjee Khatri, de Lelep-09 (Taplejung)
-Then Dorjee Sherpa, de Khumjung-07 (Solukhumbu)
-Phur Tempa Sherpa, de Yaphu-09 (Sankhuwasabha)
-Pasag Karma Sherpa, de Juvin-05 (Solukhumbu)
-Asman Tamang, de Sotang-09 (Solukhumbu)
-Ang Kaji Sherpa, de Makalu-09 (Sankhuwasabha)
Los sherpas que permanecen desaparecidos son:
-Tenzing Chottar Sherpa, de Namche-09 (Solukhumbu)
-Pem Tenji Sherpa, de Choksam-02 (Solukhumbu)
-Ash Bahadur Gurung, de Laprak-07 (Gorkha)
Una montaña con un bajo índice de mortalidad
El Everest es, de largo, el ochomil con más ascensiones. Según datos de Elizabeth Hawley, hasta el año pasado acumulaba 6.871, más del doble que el siguiente, el Cho Oyu, considerado el ochomil más ‘fácil’ y que roza las 3.000 ascensiones. Es el precio de ser el Techo del Mundo, que en los últimos diez años ha tenido una media de 500 ascensiones por temporada, más de la mitad a cargo de sherpas.
En cuanto a los muertos, también bate récords. Según el alemán Eberhard Jurgalski, el otro ‘notario’ de los ochomiles, acumula 242 (hasta 2013), casi el triple que el segundo, el temido K2 (82). La cifra parece alarmante en términos absolutos, pero no lo es tanto si la comparamos con el número de alpinistas que han hecho cima. Teniendo en cuenta ese dato, el Everest es uno de los ochomiles menos mortíferos, con un índice de mortalidad (porcentaje de fallecidos por número de cimas) de apenas el 3,5%, frente a montañas como el Annapurna (30,2%), el K2 (22,4%) y el Nanga Parbat (19,5%).