“We’ve got clocks, they’ve got the time” (“nosotros tenemos el reloj, ellos tienen el tiempo”). La frase es del kazajo Denis Urubko y refleja perfectamente la paciencia con la que hay que tomarse las cosas en Nepal. Allí, el tiempo corre mucho más lentamente de lo que están acostumbrados los occidentales. Y entre las virtudes de Alex Txikon no destaca precisamente la paciencia.
El alpinista vizcaíno y sus compañeros de la expedición que intentará abrir una nueva ruta en el Kangchenjunga (8.586 m.), llevan cuatro días de actividad frenética en Nepal. Llegaron el jueves a Katmandú y dedicaron el primer día a hacer las últimas compras y cumplir con la visita de rigor al Ministerio de Turismo, encargado de controlar las expediciones a los ochomiles del país. «Suele ser un puro trámite, pero esta vez han sido especialmente rigurosos. Hasta nos han puesto un vídeo para explicarnos las nuevas normas. Han insistido sobre todo en lo de la recogida de basura en los campos de altura. Como caguemos poco y bajemos con menos kilos de los que nos obligan nos empalelan», explicaba hace un par de días Alex vía telefónica con su habitual humor.
Una vez cumplidos los trámites, el grupo afrontó un viaje de dos días en minibús para recorrer los 900 kilómetros que separan Katmandú de Tapejung, al Este del país. Allí es donde distribuyen todo el material de la expedición en cargas y bidones para que los porteadores los puedan transportar luego a hombros en el ‘trekking’ de aproximación al campo base. «La diana ha sonado a las siete y media, todo un lujo teniendo en cuenta que hemos dormido una media de cuatro horas durante los dos días de tránsito. Hemos desayunado un rápido chapati+tortilla y nos hemos puesto las pilas para reorganizar todo el peso: los petates y bidones que los portes subirán directamente al campo base por un lado, y el peso que vendrá con nosotros durante todo el ‘trekking’ por otro. Lo hemos recogido y organizado todo en pocos minutos, a sabiendas de que los jeeps estaban al caer… pero ni rastro de ellos por el momento», relata en su blog.
Los todoterreno les tenían que llevar hasta el cercano pueblo de Sinwa, donde comienza la marcha de aproximación a pie hasta el campo base. «La idea es, o era, llegar hoy a Sinwa, dejar los 4×4 y marchar a pie durante al menos un par de horas que le comeríamos a la primera etapa del ‘trekking’, que no llevará cerca de 10 días…».
Este el ‘ritmo’ nepalí, sobre todo en las aldeas rurales, donde la presión del reloj es aún desconocida. «Aquí llevan una vida tranquila. Trabajan duro, pero con calma (’bistarai-bistarai’); siempre tienen tiempo para los de casa. Hemos sido recibidos con miradas algo cautas al principio, pero enseguida llega el amigable ‘Námaste’. Andan algo alborotados hoy por un panda negro que han visto en un árbol. Es un animal parecido a un oso-mono-gato», cuenta. Así que han llenado el tiempo con las compras de última hora. «Hemos comprado unos paraguas, siempre recomendables aquí por si llueve, pasta de dientes, hemos jugado un rato con los críos… y… el pueblo no ha dado para mucho más, así que nos hemos vuelto a la terraza del lodge de Taplejung, a vacilar con los rusos».
Y es que el grupo está integrado finalmente por seis alpinistas, que compartirán campo base aunque con misiones bien distintas. Por un lado, Alex, Denis Urubko y Adam Bielecki, intentarán abrir la nueva ruta. Por otro, los rusos Artem Braun y Dmitri Sinev y el búlgaro Boyan Petrov pretenden hollar el tercer ochomil más alto del planeta por la ruta británica de la cara Noroeste, la misma por la que Alex y sus compañeros tienen previsto descender.
Fotos: Expedición Kangchenjunga’2014