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Araceli Segarra: “Quiero que me valoren por ser alpinista, no por ser mujer alpinista”

Araceli Segarra (1970, Lérida) es la primera mujer española que escaló el Everest. Fue en 1996, cuando apenas tenía 26 años, en una gran expedición para grabar el primer documental en alta resolución sobre el Techo del Mundo y que le marcó para siempre ya que coincidió con la mayor tragedia que ha vivido esa montaña (15 muertos). Sin embargo, ella supo sobreponerse y recondujo su carrera hacia derroteros menos mediáticos: escaladas en lugares desconocidos o en pequeñas expediciones sin publicidad. No solo eso, también desarrolló sus otras pasiones –ilustradora, conferenciante, diseñadora de su propia línea de ropa…– además de ejercer ocasionalmente de modelo. Y ahora también escritora, con la publicación de su primer libro, ‘Ni tan alto ni tan difícil’, en el que aplica a la vida diaria las enseñanzas aprendidas en toda una vida en las montañas.

– ¿Por qué ahora el libro cuando se centra en actividades que realizó hace muchos años?
– Desde que escalé el Everest hace 17 años me han pedido muchas veces escribir un libro. Pero la verdad es que no me veía contando la ascensión en plan narración épica. Primero porque no soy tan buena escritora. Yo no soy como Perez Reverte, que se va a comprar el pan y de ello te hace un relato precioso. Y segundo porque necesitaba tener más experiencia. Así que he necesitado tiempo para saber cómo quería escribir el libro. Y lo he encontrado a raíz de dar conferencias para empresas. En una de ellas, un asistente me dijo que lo que había oído no solo le iba a servir para su empresa, sino también a él personalmente en la vida. Ahí encontré sentido al libro.

– Su biografía está repleta de actividades: alpinismo, pintura, diseño de ropa, modelo,

Araceli Segarra posa durante la entrevista en el hotel Dómine de Bilbao. (fotos: Luis Ángel Gómez)

conferenciante, escritora… ¿Es hiperactiva o se trata de una necesidad para sobrevivir?
– Me tira la pasión. Entre las cosas que más me gustan desde que tengo uso de razón están el deporte y la naturaleza en todas sus vertientes. En cuanto al dibujo, lo hago desde que tengo cinco años. Y la de comunicar y charlar en el fondo también, porque yo era a la que castigaban siempre en clase por hablar. Son cosas que me salen por naturaleza. Son parte de mí. A partir de ahí, lo que hago es combinar las tres, como dibujar y diseñar camisetas o ilustrar cuentos para niños relacionados con la montaña. Por último, las conferencias son la parte más profesional, donde cuento mis experiencias en las montañas y las traslado a la vida diaria.

– ¿Con cuál de esas actividades se quedaría si tuviese que elegir una?
– Es que no puedo sacar una sin la otra. Las tres se retroalimentan. Si estoy mucho tiempo sin dibujar me falta algo. Y si no explico también. Y si no voy a la montaña ni te cuento. Es como si te dicen qué necesitas más, comer o beber. Necesitas las dos cosas. No puedo separarlo.

– ¿Por qué pasó de grandes expediciones a actividades más personales sin casi publicidad?
– En mi caso la alarma fue la insatisfacción. Y creo que es algo que a mucha gente le pasa en su profesión. Tu empiezas en la vida haciendo algo que te gusta, que te hace mucha ilusión, pero llega un momento en el que tienes un ‘run run’ dentro. Algo. Como un agujerito que te molesta y acaba repercutiendo en tu estado anímico. Es una insatisfacción que te dice que lo que estás haciendo no se corresponde con lo que piensas o quieres. Es como una ola. Te dejas llevar por ella y cuando estás arriba te das cuenta de que no es esa la ola que quieres. Que igual lo que necesitas para ser feliz es una olita más pequeña, porque no siempre las más grandes son las que mejor se surfean. Y que quede claro que una cosa no es mejor o peor que la otra. Simplemente se trata de que tus acciones vayan acorde con tus sentimientos.

– ¿Le gustaría volver a un ochomil?
– No los echo en falta en absoluto. Mira, si yo ahora tuviera mogollón de pasta en el banco que me permitiera ir a cualquier sitio, como mucho me iría a montañas de seis o siete mil metros, pero desconocidas y perdidas en medio de Pakistán o India. O me iría a hacer ‘goulottes’ (corredores) de hielo, que es lo que me gusta de verdad. Las canales de los Alpes, esas vías de hielo, son lo que me fascina. Por el contrario, si me ponen a andar montaña arriba con una cuerda fija es que me matas. No puedo con eso. No tiene ningún tipo de atractivo.

­– Pero no me refiero tanto a vías normales como a lo que usted siempre ha pretendido, rutas complicada en estilo alpino.
– También hay una cuestión y es que a mí me gusta hacer actividad. Y un ochomil implica pasarte muchos de días sin hacer nada. El dinero que inviertes lo rentabilizas mucho en Perú, Bolivia o Ecuador, donde haces

Llegando a la cima del Everest, en la expedición IMAX. (foto: colección Araceli Segarra)

actividad todos los días, y además de nivel, o en los Pirineos o los Alpes, donde escalas cada semana. Yo rentabilizo mucho más todo lo que escalo aquí que todo lo que he escalado en Himalaya. Por tanto, un ochomil… calculando el tiempo que tienes, lo que te gusta divertirte y las ‘goulotes’… pues casi que no. Y es que además tienes otro hándicap, por muy alpina que sea la vía elegida o el estilo, nunca podrás evitar el proceso de los permisos, gestiones, oficial de enlace… pufff, que pereza.

– Tras la tragedia del Everest en 1996 se dijo que iba a haber un antes y un después en las expediciones comerciales. Sin embargo, las cosas han ido a peor ¿Va a hacer falta otro gran desastre para que se tomen medidas de verdad?
– Nosotros creíamos que iban a cambiar las cosas Y efectivamente han cambiado, pero a peor. Además, dio la casualidad de que eran expediciones americanas y tuvo una gran proyección mediática, porque si llega a ser chechenos no se entera ni Dios. Pensamos que la gente iba a tener más consciencia, pero no. Así que no sé que pensar de la condición humana…

– Lo sucedido esta primavera en el Everest con Simone Moro y Ueli Steck es quizás la culminación de lo mal que se están haciendo las cosas?
– Yo creo que ha sido un cúmulo de casualidades y circunstancia, como suele suceder siempre. No es solo por una cosa. Los sherpas no son ni los mejores hombres ni los peores del mundo. Hay bueno sherpas y malos sherpas, como en cualquier sitio y en cualquier etnia. Además, ninguno de nosotros sabe exactamente lo que pasó allí porque no estábamos. Y nadie sabe exactamente lo que hizo cada uno. Y de todas partes cuecen habas. Ni todos son tan buenos ni todos son tan malos. Y seguramente se dieron casualidades que desembocaron en lo que pasó.

Escalando la vía 'Exocet' en Patagonia (foto: colección Araceli Segarra)

Pero yo no lo usaría como precedente ni como regla, de que a partir de ahora va a ser así siempre. De todas formas, hay una cosa que sí tengo clara. Si quieres escalar una vía en estilo alpino para qué te metes en una vía normal… Si quieres hacer algo diferente, hazlo diferente.

-¿Tendremos que esperar a otra tragedia como la del 96 para que cambie algo en la forma de hacer montaña en el Everest, en los ochomiles?
– No. Yo lo doy por perdido. Y cuando digo perdido no me refiero al Everest como montaña, sino a su ruta normal. Yo creo que hay que diferenciar. El otro día escuchaba a alguien decir “hacer hoy el Everest no tiene ningún mérito” O algo aún más heavy: “el que escala hoy en día el Everest ya no tiene ningún honor”. No, perdona. No confundas las cosas. Una cosa es escalar la vía normal del Everest y otra cosa es meterte por la Bonington, por la Norton o por la Hornbein. Vete por el pilar Oeste. El que diga que no se puede hacer es porque no quiere hacerlo. Lo pone de excusa. Por supuesto que te va a costar más. Pero es que si quieres destacar te lo tienes que currar. Es lo que yo no entiendo. Lo que no se puede pretender es destacar haciendo lo que hacen lo demás. O haciendo lo que se hizo en el año 53, que entonces sí que tuvo mérito. Pero no 60 años después.

– ¿Es quizás el problema de que todo lo que lleva en nombre Everest es fácil de vender?
– Efectivamente. Y entonces llegamos a otra valoración que os afecta directamente a los medios: ¿A que nunca has visto en portada de tu periódico a un equipo de regional? Pues hoy en día el alpinismo que sale en los medios de comunicación es de regional. Por ejemplo, hace poco un catalán se ha proclamado campeón del mundo de escalada y casi no ha salido. Y antes Patxi Usobiaga o Josune Bereziartu, aunque también es verdad que aquí, en el País Vasco, hay algo más de cultura montañera. Pero, ¡ostras!, es que cuando ves un periódico titulando que fulanito de tal ha hecho cumbre en el Aconcagua y que casi sale en portada… Hombre, en la revista de su club está muy bien, pero no en un periódico de información general.

–¿El Everest te llegó demasiado pronto? ¿En algún momento se ha arrepentido de aquella ascensión?
-Nooo. Qué va. Fíjate que creo que hasta me alegro del momento en el que llegó. Porque ahora hay mucha más información que corre más rápido que crea y destruye héroes con una facilidad y una superficialidad asombrosa. Yo creo que si la actual era tecnológica la llevamos a aquel momento, para mi hubiese sido mucho más dramático. Porque se hubiera llegado a unos niveles mediáticos insoportables. Y eso que entonces ya tuvo mucha repercusión. Aquello me sirvió de lección y ahora controlo mucho mediáticamente lo que hago y se queda en lo que yo quiero que se quede. Intento ser sobre todo honesta, conmigo y con las actividades que hago. Porque es que hay cosas que ves por ahí y dices… ufff.

– ¿Aquel Everest ha sido un lastre en tu carrera?
– Más que un lastre ha sido una etiqueta. Que no te sabría decir si me ha ayudado o no. Pero creo que lo he sabido manejar para que no me pese. Y a pesar de que en el libro le dedico dos capítulos, consigo hablar también del Ama Dablam o de lo que me ha llenado una vía en algún lugar perdido del planeta. Yo no lo elimino de mi currículo, pero estoy más orgullosa de haber escalado ‘Exocet’ en Patagonia o de haber abierto una ruta en Irán.

– ¿En este libro has contado todo lo que querías contar o solo es el primero?
– ¡Nooo! Me he dejado cosas, pero no creo que vuelva a escribir otro de este estilo. Y luego ha habido cosas que no he querido explicar porque hubieran rodado cabezas. Porque lo convertiría en un juego que se lo regalo a ellos. De lo que siempre he huido. Gracias a Dios yo me he librado mentalmente del rencor, del odio, o de la pena que esa historia pudo conllevar en su momento y básicamente lo que me dan pena son ellos por ser lo que son o por haber hecho lo que hicieron en su momento.

– ¿Con que monte o actividad te quedas de lo que has hecho hasta ahora?
– Tendemos a quedarnos con lo último, con lo que tenemos más fresco en la memoria. Pero yo me quedo con lo

En el Shisha Pangma. (foto: colección A. Segarra)

último y con lo primero. Con la Sur del Shisha Pangma en alpino por lo que significó cuando apenas tenía 22 años, y con la ‘Exocet’ en Patagonia por su valor alpino. La primera para los que son amantes del Himalaya y la segunda para los amantes del alpinismo. Y luego con alguna vía de escalada deportiva. Por ejemplo un 7c+ que hice hace tiempo en Lérida, al lado de casa, o con otra que abrimos en Pirineos…

– En el mundo de la montaña es frecuente idealizar a los alpinistas. ¿Crees que actividades extraordinarias son sinónimo de personas extraordinarias?
– Significa personas extraordinariamente apasionadas y motivadas. El que tiene pasión por hacer algo no necesita el talento paraconseguirlo. Para mí el que de verdad tiene mérito es el que consigue algo porque lo quiere y lo lucha y no el que lo hace porque es extraordinario.

– ¿La montaña de sus sueños es física o está en su cabeza?
– Jajaja. Hay de las dos. De las físicas tengo varias, aunque son más paredes que montañas. En Baffin, en Alaska, en los Alpes… Tengo una lista muy larga. Y luego, efectivamente, tengo otras virtuales en las que estoy ahí erre que erre. Una era esta, escribir un libro, y otra que me trae de cabeza es levantar a Thina, la serie de cuentos que ilustro. Yno es una cuestión de mercadotecnia, sino porque creo sinceramente que aporta una serie de valores y conceptos importantes y necesarios en esto tiempos. El ejemplo es lo que me ha pasado con el último que hemos editado, sobre Carros del Foc, una ruta de Pirineos. Unos días depués me llamó el padre de una niña de siete años contándome que después de leerlo, su hija se había empeñado en hacer el circuito. Y lo logró, a su ritmo y en no sé cuantos días, pero hizo los 5.000 metros de desnivel y cincuenta y tantos kilómetros que tiene. Conseguir que una persona haga eso ya justifica todo mi trabajo.

– Se suele decir que el mundo del alpinismo es bastante machista ¿El hecho de ser mujer le ha beneficiado o perjudicado?
– Yo no lo he usado. No es que me haya beneficiado o perjudicado, es que no lo he utilizado nunca.

– Pero aunque no lo utilice, exteriormente muchas veces le viene dada la etiqueta.
– Por supuesto. Yo sé que he dado conferencias en las que me han elegido exclusivamente por ser mujer y tener un cierto atractivo. Y yo me he aprovechado en un primer momento de ello, porque si son tan tontos de solo fijarse en ello es su problema. Ahora bien, luego me he encargado de demostrarles, y ellos se han dado cuenta, de que yo no tenía nada que ver con los motivos por los que me habían elegido para dar la conferencia. Yo desde luego me doy cuenta, porque no soy ni hipócrita ni ingenua, porque serlo sería el colmo, de por qué me eligen a veces. Pero lo utilizo para darle la vuelta a la tortilla. “Tú me compras por algo pero yo te voy a demostrar que hay mucho más detrás”. A veces funciona y a veces no. Pero yo desde luego lo que no he hecho nunca es aprovecharme del hecho de ser mujer. Y luego está también la gente que aprovecha esa etiqueta. Te pongo un ejemplo. Yo he hecho muchas ascensiones en las que he sido la primera mujer en lograrlo, pero nunca lo he dicho. He explicado que he realizado ese ascenso y punto. No lo uso para vender nada. Porque yo quiero que me tomen por lo que hago no por lo que soy. Me despreciaría a mí misma si quisiera que me valoraran por ser una mujer alpinista. Quiero que me valoren por ser alpinista. Punto.

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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diciembre 2013
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