La propuesta es tan sencilla como brutal. Correr el equivalente a 8 maratones con un desnivel igual a si se asciende tres veces seguidas el Annapurna. Todo ello de un tirón y por caminos y senderos de los Alpes. Es el Tor de Geants, la carrera de montaña más dura del mundo. Una aventura única que tiene más de reto personal y de desafío contra la naturaleza y los límites de uno mismo que de prueba deportiva.
Las reglas del Tor des Geants son sencillas. Desde el próximo domingo, día 8, a las 10.00 de la mañana, los participantes deben afrontar un recorrido de 330 kilómetros con un desnivel positivo de 24.000 metros en un límite máximo de 7 días. Gana el primero en llegar a la meta. A partir de ahí, cada corredor es libre de administrarse los tiempos de descanso y avituallamiento de acuerdo a su preparación y resistencia física y mental.
Lo único que hace la organización, a modo de referencia para los participantes, es dividir el recorrido en 7 etapas de unos cincuenta kilómetros cada una. Al final de todas ellas, establece las llamadas ‘bases de vida’, en las que los corredores cuentan con asistencia médica, comida y zona de descanso. Además, hay también otros puntos de avituallamiento y socorro a lo largo del recorrido.
Y los que se piensen que se trata de una prueba en la que participan unos pocos elegidos amantes de las emociones extremas están equivocados. En tan solo tres ediciones disputadas, las cifras de participación han alcanzado unas dimensiones más propias de una prueba popular que de un desafío de exigencias físicas al límite de la resistencia humana. Así, este año se han preinscrito 1.500 personas para 660 plazas de carrera (83 de ellas mujeres), adjudicadas por riguroso sorteo y limitadas a ese número tanto para que la organización pueda garantizar su seguridad como para limitar el impacto medioambiental de la prueba, que en buena parte discurre por zonas protegidas.
Y es que la organización no impone más limitaciones que el ser mayor de edad, presentar un certificado médico que demuestra un buen estado de salud y los 400 euros de cuota de inscripción. Eso sí, avisa de que “un riguroso entrenamiento y una capacidad de autonomía personal real son indispensables para enfrentar esta aventura individual” y recomienda “intensamente” haber participado previamente “en otros trails largos, de varios días”, antes de afrontar la prueba.
En total, 41 países estarán representados en esta cuarta edición de la carrera que, por primera vez, incluyen los cinco continentes. Europa, con 25 países, es la más representada, con Italia (330), Francia (132) y España (40, cuatro de ellos mujerres) a la cabeza. Y aunque solo sea por la distancia recorrida, merece la pena citar a los 26 ‘corremontes’ de Japón, además de los que acuden desde China, Hong-kong, Singapur, Malasia, Australia, Nueva Zelanda o Nueva Caledonia. Y para confirmar que el Tor des Geants se ha convertido en solo cuatro años en un prueba de referencia planetaria, cabe citar los atletas llegados desde Madagascar y la isla de La Reunión, los primeros africanos de la carrera.
La representación española en la carrera no es alta solo en cantidad. También los es en calidad. España es una potencia mundial en ultra trails, la
modalidad más exigente de las carreras de montaña, una modalidad deportiva relativamente nueva y que vive un auge imparable. El mejor especialista del mundo es Kilian Jornet, un joven catalán de 25 años que ha ganado todas las carreras y ha batido todos los récords que se ha propuesto. Y es solo la punta de lanza de una legión de atletas que triunfan allí donde acuden.
El Tor des Geants es un buen ejemplo de ello. El año pasado, el ganador de la carrera fue el catalán Óscar Pérez, que además estableció un nuevo récord de la prueba al cruzar la meta con un tiempo de 75 horas, 56 minutos, 31 segundos, cuatro horas menos que la anterior plusmarca. En realidad, todas la ediciones del ‘tor’ han contado con representación española en el podio: en 2010, el leonés Salvador Calvo quedó segundo con un tiempo de 86h47’54”; y en 2011, el cántabro Pablo Criado fue tercero (89h43’07”).
Un escenario único
El escenario, a decir de muchos, es el único en el que se podía plantear una carrera de este tipo. Con salida y llegada en la localidad de Courmayeur, discurre por el valle de Aosta, en los Alpes italianos, y a través de los parques naturales del Gran Paradiso y Mont Avic. Su itinerario recorre las faldas de los conocidos como ‘cuatro gigantes’ alpinos: el Mont Blanc (4.810m.), el Monte Rosa (4.534), el Cervino (4.478) y el Grand Paradiso (4.061), con numerosos puntos y collados en los que se superan los dos quinientos metros y una altitud media cercana a los dos mil metros. Paisajes que llenan un cuerpo y un alma que el Tor de Geants se encarga de vaciar a lo largo de sus 330 kilómetros.
Porque la exigencia de una carrera con unas características tan extremas como esta es tan física como mental. “Después de tanto kilómetros, llega un momento en el que el cuerpo se convierte en una especie de autómata y es tu fortaleza mental la que te lleva a continuar, a seguir corriendo”, explica la navarra afincada en Madrid Nerea Martínez. Nerea es la mejor corredora española de ultra trails y este año afrontará por primera vez el ‘Tor’, como es conocida popularmente la prueba. Lo hace además como favorita a la victoria, junto a la italiana Francesca Canepa, ganadora del año pasado con un tiempo de 85 horas, 33 minutos y 56 segundos.
Esta será la primera vez que Nerea Martínez afronte una carrera de esta distancia ‘non stop’ y sus principales temores no son tanto la distancia y el recorrido como “la reacciones de mi propio cuerpo y mi cabeza”. En concreto, la mayor duda será su comportamiento ante la falta de sueño. “La experiencia que tengo en otras carreras me dice que aguanto hasta dos noches sin dormir. Pero en la tercera tendré que parar porque el cuerpo empieza a descoordinar, empiezas a ver visiones, confundes árboles con personas…. Cuando me vea en esa situación me echaré”, explica. Sin embargo, ese momento es el que más miedo me da a Nerea. “Una vez que te tumbas a descansar, ¿quién te dice que vas a tener la fuerza, física y mental, para levantarte a la media hora o una hora y volver a la carrera…?”.
En parecida situación se encuentra el guipuzcoano Iker Karrerael mejor corredor español de ultratrails tras Kilian Jornet y que cuenta por
victorias todas las participaciones en carreras de este año. “Nunca he hecho esa distancia de un tirón y el principal reto será gestionar los descansos y las horas de sueño”, explica. “Hay que saber dosificarse y comer más de lo que solemos hacer en otras carreras. Todo ello la convierte en una prueba con un aliciente muy especial, que se acerca más a lo que sería un reto personal que a una carrera propiamente dicha”, apunta. Hace un mes, este montañero reconvertido en corredor nacido a los pies del Txindoki estuvo en el valle de Aosta reconociendo el recorrido y aunque regresó con “muy buenas sensaciones”, lo hizo sorprendido por su dureza. “Es una carrera dura de verdad. No sé si recuerdo otra igual. Es un continuo sube y baja sin apenas descansos y tramos muy técnicos, en los que correr es muy difícil. Y todo ello durante 330 kilómetros y más de tres días de carrera…”.
Y más de tres días de carrera para los favoritos. Los verdaderos héroes de estas pruebas de ultratrails son los llamados ‘populares’, corredores anónimos para los que el triunfo es cruzar la meta y su reto con el cronómetro no es batir ningún récord, sino caminar por debajo de los horarios límite impuestos por la organización para no ser descalificados. Esos que cuando crucen la meta al límite de los siete días reglamentarios se sentirán tan ganadores como el primer clasificado.
El lobo del Tor
La victoria de Oscar López en la edición del año pasado marcó un hito en el Tor des Geants, reconocido por la propia organización, que tituló la crónica de su carrera como ‘el récord de la voluntad humana’. Este electricista barcelonés de 40 años afincado en Huesca sorprendió a todos los favoritos y ganó la prueba con récord incluido en unas condiciones únicas. Frente a otros corredores que contaban con equipos de apoyo que les ayudaban en las bases de vida y les animaban a lo largo de todo el recorrido, él realizó toda la carrera solo y sin asistencias externas. Impulsado solo por su fuerza, física y mental, sabiendo gestionar los descansos y los esfuerzos incluso antes de tomar la salida, ya que él mismo tuvo conducir su furgoneta desde Yosa de Sobremonte, donde vive, hasta Courmayeur y maldormir en ella la noche anterior a la salida.
Una humildad y una grandeza que dejó patente nada más cruzar la meta, cuando le calificaron de “gigante de los gigantes” y respondió que él solo era “un buen atleta. El verdadero gigante es el Tor”. O cuando explicó que el momento que más recordaba de la carrera ocurrió en la base de Valgrisanche, marchando aún detrás de los líderes. “Un hombre mayor, de unos 70 años, llamado Plat se puso a correr conmigo el ultimo kilómetro al refugio y me animó para que siguiese corriendo para coger a los de delante. Cuando en vez de eso, preferí sentarme a comer, se quedó a mi lado y estuvo explicándome el recorrido que me quedaba. Al levantarme para marchar, con el ocaso, me dijo: -En la noche, tú serás como el lobo y los devorarás”. Y eso fue exactamente lo que ocurrió.