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El Basque Team volverá a 'la montaña de la sal' el año que viene

«Enfrentarse a terreno desconocido es algo fascinante, pero supone tomar continuamente decisiones que ahora, en la seguridad del campo base, pensamos que quizás no hayan sido las más adecuadas. Seguramente, nuestro principal problema no haya sido la tormenta que nos pilló en la pared, ya que esperar 12 días seguidos de buen tiempo en el Karakorum es casi una utopía, sino un error de cálculo, de percepción de la realidad, de la verdadera dimensión del objetivo al que nos enfrentábamos y de usar una estrategia acorde a la misma. Como dice el refrán, después de vistos, todo somos listos. Una estrategia algo más conservadora creemos que hubiese sido la mas acertada para el ‘big wall’ más duro que yo he intentado nunca».

Trazado de la vía intentada por el Basque Team en el pilar sur.

 

Con este sincero ejercicio público de autocrítica y humildad –algo no demasiado frecuente entre los alpinistas, y menos entre los más grandes– cerraba hace unos días Mikel Zabalza el relato del intento de abrir una nueva ruta con sus compañeros Alberto Iñurrategi y Juan Vallejo en el Paiju Peak (6.610 m.), una formidable pirámide de roca y hielo en el corazón de la cordillera del Karakorum (Pakistán).

Y es que la montaña de la sal (’paiju’ significa sal en urdú, el idioma nativo paquistaní y toma su nombre de las rocas saladas depositadas en su base) ha defendido su virginidad por la vertiente sur con uñas y dientes desde el primer momento, cuando los tres miembros de la expedición Naturgas BBK-Paiju Peak 2013 tuvieron que buscar un nuevo acceso a la pared ante la peligrosidad –por las avalanchas– del previsto inicialmente.

Pero su insistencia dio frutos y lo encontraron. Y el 3 de julio salieron del campo hacia la cima. Un día después entraron en el pilar de más de un kilómetro que antecede a los 600 metros previos a cumbre. En tres días escalaron unos 500 metros en estilo cápsula hasta un nevero en el que pudieron instalar la tienda sobre ‘suelo’ firme. Medio pilar estaba ya hecho. Pero entonces la montaña dijo «basta» y en colaboración con la meteorología cerró las puertas al Basque Team.

Desde entonces, las nevadas y las ventiscas bloquearon a los tres alpinistas vascos en tan delicado lugar. Al principio lo asumieron con naturalidad. «Casi agradecimos un día de descanso, ya que llegar hasta allí con todo el equipo en tan pocos días nos supuso un gran esfuerzo». Pero los dos días de mal tiempo anunciados se duplicaron y la montaña empezó a enseñar los dientes. 

«El Karakorum nos mostró entonces su cara más dura y nos recordó que por aquí las montañas son muy grandes y que nosotros somos muy pequeños. Nuestra minitienda ubicada a golpe de piolet dejó de parecernos un lugar tan seguro tras quince horas de nevada ininterrumpida. Una hora de calma nos devolvió la esperanza, pero una segunda noche de nevadas

Escalando en los primeros largos de la vía.

constantes dejaron la pared completamente tapizada de blanco y nuestros nervios a punto de estallar», recuerda Mikel. Fueron momentos de dudas. «Entre confiar en el parte y en lo que estábamos viendo, optamos por hacer caso a nuestro instinto y descender».

Así que siete días después de iniciar la escalada, envueltos en la ventisca, recogen todo el equipo e inician el descenso con todas las precauciones y «con el objetivo ahora de salvar el pellejo». «La pared se ha helado completamente y la ventisca nos hiela hasta los huesos·. Tras ocho horas llegan al glaciar y «nos damos toda la prisa posible por salir de allí. Continuas avalanchas lo barren por diferentes costados, no es un lugar para contemplaciones».

Ya de vuelta a casa Alberto Iñurrategi , Juan Vallejo y Mikel Zabalza han confirmado hoy que lo volverán a intentar. El imponente pilar de la vertiente sur, mil metros de roca vertical del Paiju Peak (6.610 m.) –«un Capitán metido en el Karakorum», como ha explicado Mikel– les ha cautivado pese a sus dificultades. O precisamente por eso. Así que no han dudado en anunciarlo por boca de Alberto Iñurrategi: «pese a todas las dificultades que hemos tenido, el objetivo es bonito y merece la pena intentarlo de nuevo. Así que hemos dejado parte del material en Skardu porque queremos volver el año que viene».

A pesar de no lograr su objetivo, los montañeros del BAT Basque Team consideran que una aventura así merece «una segunda y hasta una tercera oportunidad». «Es un objetivo alpinístico de gran envergadura», ha dicho un Iñurrategi defensor de este tipo de retos

Delicada travesía en el nevero del primero escalón.

sobre otros «más comerciales» y «más seguros» como los ochomiles por las rutas comerciales . «Aquí lo importante va por otro camino, por valores y por contenido alpinístico. Merece la pena aún con el riesgo de que no salga bien», apuntó el décimo alpinista en hollar los 14 ochomiles del planeta. «No ha salido bien, pero nos gustaría volver a intentarlo», apuntó un Zabalza.

Los miembros de la expedición Naturgas BBK Paiju Peak 2013 explicaron que «la razón principal de la retirada fue el mal tiempo, pero no la única», ya que «la estrategia no fue la más acertada». «Nos habíamos hecho a la idea de un estilo demasiado ligero y lo que necesitamos fueron más medios. Quizás no somos tan buenos como pensábamos o quizás la pared es más grande de lo que creíamos».

«Quizás fuimos demasiado optimistas», añadió Juan Vallejo, «y atacamos la pared en un estilo demasiado ligero. Algo más de cuerda para hacerlo más rápido y ganar días habría sido más acertado pero cuando vas a lo desconocido a veces aciertas y otras no. Me quedo con que es un objetivo de gran envergadura y merece la pena volver a intentarlo», concluyó.

La expedición ya es historia. El estilo alpino es así. Pero ni mucho menos es un adiós al pilar sur del Paiju Peak. «Estas experiencias nos ayudan a crecer como personas, como alpinistas y espero que nos sirvan para ser más eficaces en futuras aventuras. El pilar sur del Paiju queda pendiente como un gran desafío para el futuro. Gran parte de sus secretos ya están desvelados». El Basque Team se despide con un ‘hasta el año que viene’ del Paiju Peak, la montaña del Karakorum cuya blanca cumbre, según la leyenda, no está cubierta de nieve, sino de sal.

 

Alberto Iñurrategi, Mikel Zabalza y Juan Vallejo.

Alberto y Mikel, en otro momento del delicado descenso.
Alberto, rapelando tras la tormenta.

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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