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“Buscábamos un sueño y hemos dejado la vida de tres amigos”

Alex Txikon lleva sumido cuadro días en una pasadilla desde que renunció a escalar el Gasherbrum 1 el pasado viernes y mientras descendía vio a tres de sus compañeros -Gerfried Göschl, jefe de la expedición, Cedric Hählen y Nisar Hussein- ascender hacia la cumbre. Desde entonces no se ha sabido más de ellos. Quizás, probablemente, nunca se vuelva a saber más. El alpinista vizcaíno responde al teléfono vía satélite desde un campamento militar paquistaní a 5.000 metros de altura, próximo al campo base de la expedición y donde le están tratando de las congelaciones leves con las que bajó. Su voz, a veces distorsionada por la tormenta solar que estos días ha complicado todo un poco más, ha perdido la alegría que le caracteriza.

-¿Cómo se encuentra?

-Físicamente bien. Después de dos días en los que no he podido ni caminar por las congelaciones, hoy por fin he podido empezar a andar y me encuentro mucho mejor. Tengo las ampollas, que son bastante molestas, pero al menos ya me puedo calzar las botas. A mi regreso tendré que pasar por Zaragoza para les echen una ojeada, pero desde luego de cortar nada de nada.

-¿Y anímicamente?

-Bueno. Tengo altibajos. Estos días he estado en el campo militar, donde un médico y un enfermero me han estado tratando las congelaciones. Está a un cuarto de hora de nuestro campo base y eso me ha permitido estar un poco fuera de lo que se está viviendo allí. Pero hoy por ejemplo, que ya estaba mejor, he ido al CB y recaes un poquito y te echas a llorar. Ves a los paquistaníes, gente dura como nadie, todos llorando y… son momentos duros. Y lo peor es que seguramente lo más duro está por llegar, cuando vayamos asimilando lo que ha pasado y empecemos con todos los papeleos y los trámites legales, haya que dar explicaciones de dónde pueden estar… y luego tendré que ir a Austria a hablar con Heike, la mujer de Gerfried…

-Por lo que dice, tienen bastante interiorizado que están muertos.

-Yo creo que hoy (por ayer) ya sí. Hoy es día 13 y salieron el día 6. Una semana ya… Es muy muy complicado, sería un milagro. Se puede dar de margen hasta mañana (por hoy), pero no más.

-¿Qué cree que les ha ocurrido?

-El viernes, el día que les vi por última vez a unos 7.700 metros, iban hacia la cumbre y eran más de las doce del mediodía. Eso supone que les quedaban todavía cuatro o cinco horas hasta la cima, más luego otras cinco o seis para descender al campo 3 de la ruta normal, que era su plan. Estamos hablando de casi diez horas, o sea, las diez de la noche. Ese día, por la tarde y los siguientes hubo vientos de 70 k/h, y temperaturas de 50º bajo cero, que a ocho mil metros de altura podían dar una sensación térmica de 80º bajo cero. Tamara y yo estábamos en esas mismas circunstancias pero casi mil metros más abajo y pudimos aguantar justo justo. Así que creo que ese día pudo ser perfectamente el detonante, en el que morirían de hipotermia. Porque por lo demás son tres escaladores muy fuertes y técnicos y no hay indicios por ninguna vertiente de la montaña de avalanchas, y evidentemente los tres no se van a caer a una grieta. La única posibilidad que barajamos aquí en el campo base es esa, la de la hipotermia.

-Por lo que está contando, las condiciones eran dantescas.

-Para que te hagas a la idea, para subir del plateau a la arista había que hacer un rápel desplomado que a mi me llevó como tres cuartos de hora y a Tamara algo más de una hora. Cuando lo hicimos ya había entrado el temporal y el rato que estuve esperándola, apenas media hora, casi me quedo pajarito. Imagínate cómo lo podían estar pasando mil metros más arriba.

-¿Por qué no estaba usted con ellos?

-Ufff… buena pregunta… Por qué no estaba yo con ellos… Eso mismo llevo pensando desde que he bajado… Desde principios de mes manejábamos un parte meteorológico que indicaba una mejoría de tiempo para el día 8, pero no era muy claro y las previsiones estaban siendo muy inestables. Recibíamos hasta seis partes al día de distintos sitios, pero variaban mucho, de la mañana a la tarde se pasa de viento de 40km/h. a 100km/h. Además, mis compañeros querían salir un día antes que los polacos, que iban a intentarlo por la ruta normal, con lo cual yo veía el plan un poco forzado. Les decía “joder, pero por que no salimos un día mas tarde y coincidimos en el día de cumbre con ellos, si al final hemos estado conviviendo en la misma montaña durante casi dos meses y no creo que tenga mucha relevancia. Al final nosotros subimos por una nueva ruta y ellos por la normal”. El caso es que todas esas circunstancias no me acaban de convencer. Lo comenté con  Gerfried pero el lo veía muy claro y me decía, “que no, que no, alex, que tranquilo que todo va a salir bien”. Incluso con gente de casa con la que hablé me comentaban que cómo no iba a subir con ellos, como iba a perder esa oportunidad, pero mi intuición me seguía diciendo que ese no era el día ni el plan.

-Y por eso decidió salir un día después.

-Sí. La idea era salir de madrugada para unirme con ellos el campo 1 y seguir todos juntos para arriba. Pero cuando me desperté a la una seguía con malas sensaciones y ni salí del saco. Y a las ocho de la mañana me levanté, vi el parte y que el día estaba bastante despejado y decidí subir. Y a partir de ahí todos sabéis lo que pasó. Me encontré con Tamara a 6.800 y ya me quedé con ella mientras el resto seguía para arriba. Al día siguiente nosotros dormimos a 7.200 y ellos a 7.600. El teórico día de cumbre yo me desperté a las diez y media de la noche, comencé a vestirme y preparar agua y Tamara se levantó sobre las doce. Salimos a eso de la una y pico pero Tamara no pudo aguantar el frío y decidimos dar la vuelta. Ella me animó a que siguiera solo pero ni me lo planteé. Les había prometido tanto a ella como a Darek, su novio, que no la iba a dejar sola y no tenía duda de mi decisión. Dos días antes la había encontrado tiritando junto a la tienda sin poderla montar y hubiese sido una locura dejarla otra vez sola. Ni se me pasó por la cabeza dejarla allí y seguir solo hacia la cumbre, aunque me insistió dos o tres veces. Pero ni para la leche. Luego, por la mañana volvió a salir bueno y aprovechamos durante el descenso para subir al Gasherbrum Sur. Fue la última vez que mismos a mis compañeros…

-¿Es consciente de que ese cúmulo de decisiones o casualidades que está relatando le han podido salvar la vida?

-Sí.. sí, sí Claro que sí. Yo se que si el día que salí lo hubiese hecho a las dos de la mañana les hubiese alcanzado y habríamos seguidos todos para arriba. O quizás les hubiese convencido para bajar porque la cosas no estaban claras… Hay tantas variables que se podrían haber producido… No se si ha sido la suerte, el azar o haber sabido aguantar la presión y haber mantenido la cabeza fría, pero no he estado… de la pasión a la obsesión a veces hay solo una línea de milímetros… Yo estaba contento e ilusionado con este proyecto, con la presencia de Carlos Suárez, pero no estaba metido en el hasta el punto de que si hacían más de seis día malos había que subir como fuera para seguir trabajando en la ruta. Yo creo que el invierno en el Karakorum y el Himalaya hay que saber estar en el campo base, tener paciencia y saber cuándo se puede y cuándo no se puede trabajar en la montaña. Yo creo que en invierno hasta los siete mil metros se puede trabajar en condiciones duras, pero hasta los siete mil metros. Siempre y cuando tengas un descenso rápido a un lugar seguro. Pero a partir de esa altura es otro mundo diferente en el que hay que trabajar con la cabeza fría, con rapidez y ligereza. Y en este caso, por las circunstancias de la ruta, nosotros, aunque hemos querido hacerlo así, no ha sido posible porque es una ruta larga de mucha dificultad técnica.

-¿Cree que si hubiera estado con ellos habría conseguido convencerles para darse la vuelta?

-Uffff… es especular demasiado. Es demasiado complicado de saber. Sí es verdad que si hubiéramos ido cuatro habríamos ido con más material y más cargados y entonces habríamos a cuatro campos en vez de a tres, más lentos pero a la vez asegurando más. Aunque Gerfried y Cedric tenían bastante claro lo de subir en tres… es todo muy complicado, demasiado, como para hablar de lo que podría o no podría haber pasado. Y lo he pensado mucho estos días. Mucho. Lo que podría haber pasado si llego a estar con ellos…

-El caso es que al final el G1 ha pasado de ser un sueño a una pesadilla.

-Sí. Veníamos buscando un sueño y lo hemos perdido todo. Hemos dejado la vida de tres amigos aquí. Esta expedición nos marcará. Es muy duro lo que estamos viviendo, pero también creo que esta experiencia nos servirá de mucho. Estos días, Darek, Tamara y yo pasamos horas hablando de lo que pudo pasar, buscando razonamientos, preguntándonos el porqué de todo, y si hubieramos hecho esto o lo otro… Pero no se puede hacer nada ya. Cambiar nada de lo sucedido. Solo aprender de los sucedido.

-¿Esto cambia su concepción que se tiene de la alta montaña, de los ochomiles?

-No lo sé, es que todavía es muy pronto, está todo muy fresco. Estamos todavía que no nos lo creemos. Hacen falta días para asimilar e interiorizar lo que ha pasado aquí. Saber el porqué. Hay todavía muchas preguntas sin respuesta. Quizá según vayan pasando los días vayamos encontrando respuesta a tantas incógnitas y dudas. A todos los sentimientos contrapuestos que tenemos dentro.

-¿A partir de ahora cuáles son los pasos a seguir? ¿Le veremos pronto en casa?

-Cuando puedan venir los helicópteros a reconocer la montaña me gustaría subir en uno de ellos y guiarles por las zonas en las que más posibilidades hay de que puedan estar Gerfried, Cedric y Nisar. Luego aprovecharíamos esos mismos helicópteros para descender tanto a Tamara como a Adam y Janus, que son los dos que hicieron cumbre de la expedición polaca y también bajaron con alguna congelación. Y Darek y yo nos quedaremos aquí en el campo base para acabar de organizar todo. Creo que tengo el deber moral de hacerlo ya que junto con Gerfried soy el otro miembro del equipo que hemos estado los dos últimos inviernos y el pasado verano. Y si no surge el milagro de que mañana (por hoy) aparezcan nuestros compañeros, deberemos empezar a pensar en recoger todas las cosas, especialmente las pertenencias de nuestros compañeros para entregarlas a las familias, porque una vez abajo nos espera una dura labor de trámites burocráticos y embajadas… Pero bueno, ni pienso en eso, no quiero ponerme una fecha porque luego las cosas se retrasan y todo se hace más duro de lo que ya es.

-¿Esto supone el fin de los ‘ochomiles’ para Alex Txikon?

– Bueno, es pronto para pensar en ello, pero  yo creo que no. Puede parecer muy duro decirlo en estos momentos, pero esto es lo que me gusta y las expediciones invernales es una faceta que me atrae especialmente, así que yo creo que volveré. Al menos me gustaría volver.

-¿Al Gasherbrum 1?

-Joder Fernando!… No me preguntes eso ahora.

 

Tamara, Darek, Alex y Gerfried en Askole, durante la aproximación.

 

Alex, Nisar y Carlos.

 

Nisar, en el campo 1. Está considerado el mejor alpinista paquistaní de la actualidad.

 

Cedrid Hählen.

Gerfried en familia.

El Gasherbrum 1, al fondo a la derecha, con la pared sur en primer término.

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Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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marzo 2012
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