Antártida, 14 de diciembre de 2011. Vigésimo novena jornada de expedición.
Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza, los tres miembros de la expedición BBK/Naturgas Transantartika’2011 están a punto de cumplir un mes desde que partieron hacia su objetivo de cruzar la Antártida con total autonomía pasando por el Polo Sur. Hoy los vientos de nuevo no han acompañado y apenas han realizado 40 kilómetros. Ellos mismos lo han contado por correro electrónico: “Hoy, para variar, de nuevo poco viento. Hemos salido para recorrer unos pírricos 12 kilómetros (menos es nada), aunque luego por la tarde hemos vuelto a salir para completar un total de 40 kilómetros. Estamos impacientes a la espera de los vientos de los próximos días, a ver si por fin son de verdad. En total, llevamos recorridos 1.053 kilómetros.”
Además, Juan Vallejo ha escrito una crónica del mes que llevan de aventura:
“Hace hoy exactamente un mes que aterrizamos en la Antártida, tiempo suficiente para analizar lo que está siendo hasta ahora esta increíble aventura que tenemos entre manos.
Mentiría si dijera que todo está saliendo tal y como lo planeamos hace algunos meses en casa, aunque supongo que la mayoría de este tipo de expediciones acaban resultando de una manera bien distinta a la que inicialmente se piensa. La verdad es que hemos tenido que lidiar con toda una serie de dificultades que han hecho que el diseño de la expedición haya variado sensiblemente con el transcurso de los días. La más destacada -y sobre la que mucha gente nos había advertido-, las irregularidades del terreno (los famosos sastrugis), que nos están trayendo por la calle de la amargura desde que llegamos al continente. En un principio, porque no éramos capaces de superarlos cuando teníamos que tirar nosotros mismos de los pesadísimos trineos (170 kg) al salir de Ciudad del Cabo, y posteriormente porque nos impedían el uso de las cometas por miedo a romper bien un trineo o alguna de nuestras queridas piernas. Esto sobre todo nos ralentizó mucho en los primeros compases de la travesía.
Comento todo esto antes porque es la razón de que finalmente renunciáramos a una de las actividades paralelas que pensábamos realizar en esta primera parte de la travesía: escalar en las agujas graníticas de la Tierra de la Reina Maud. Esto, más que un contratiempo, para mi fue una auténtica desilusión, pues tenía muchas ganas de poder escalar en esta zona única, y sobre todo porque con toda seguridad no tendré la oportunidad de volver a este lugar jamás.
Pero lo inteligente se impuso una vez más a lo deseado, y optamos por no desviarnos al Oeste (unos 120 km.), y centrar todas nuestras energías en intentar completar el objetivo principal de la expedición: atravesar la Antártida de mar a mar pasando por el Polo en total autonomía.
Una vez descartada la escalada, nos centramos en intentar alcanzar el plateau antártico, una inmensa meseta helada de unos 3.000 metros de altitud media, donde en principio los vientos y el terreno nos habrían de ser mucho mas favorables. Conseguirlo no fue nada fácil: además de los ya mencionados inmensos campos de sastrugis, el desnivel lo tuvimos que salvar tirando nosotros mismos de los trineos durante la mayor parte del tiempo, con zonas plagadas de grietas monumentales, en las que tuvimos un susto de los buenos, con un trineo en el fondo de una de las simas. Todas estas circunstancias no ayudaron en absoluto pero, pese a todo, finalmente logramos subir los trineos a esta gran planicie helada, donde los vientos sí empezaron a sernos de utilidad, pero donde el terreno seguía dejando mucho que desear. Además, el frío que hemos padecido los últimos 15 das sólo puede calificarse de atroz: durante varias jornadas hemos soportado mínimas de 45 grados bajo cero, y máximas que no superaban los 30 o 35 bajo. Esto nos ha dificultado sobremanera las tareas cotidianas de la vida en un campamento y nos ha obligado a extremar las precauciones para no congelarnos en un descuido. Aún así, tanto Alberto como yo padecemos una inquietante insensibilidad en varios dedos de los pies.
Superado el paralelo 77, comenzamos a descender desde los 3.400 metros que habíamos alcanzado como punto máximo, y las temperaturas se suavizaron algo, aunque sin bajar nunca de -27. Hoy nos encontramos cerca del paralelo 80, a más de 1.000 Km. del Polo y a otros 1.200 de nuestra meta en las costas del mar de Weddel. Las previsiones dicen que el viento será cada vez más favorable y, aunque el terreno sigue siendo muy irregular, ahora al menos concebimos las primeras esperanzas de alcanzar nuestro objetivo final”.